domingo. 06.07.2025
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El fosfoyeso salva 40.000 hectáreas junto al Guadalquivir

El fosfoyeso salva 40.000 hectáreas junto al Guadalquivir

Un profesor de la Hispalense destaca los usos beneficiosos de los residuos para reducir los niveles de sal y dinamizar zonas deprimidas para la agricultura.

"Es un producto demonizado y por el que se cerraron fábricas, pero han permitido recuperar 40.000 hectáreas de las marismas del Guadalquivir". Son las palabras del profesor Antonio Delgado de la Universidad de Sevilla. En la información que publica agrodiariohuelva.es, este profesor de la Hispalense habla de un uso beneficioso del fosfoyeso que, asegura tiene una baja radiactividad.

Los suelos salinos son aquellos terrenos que presentan una alta concentración de sales solubres y limitan su productividad agrícola. Esta situación afecta a 831 millones de hectáreas de todo el planeta, según ha explicado el profesor Antonio Delgado de la Universidad de Sevilla, en el ciclo de conferencias que, con motivo del Año Internacional de los Suelos, organiza la Universidad de Córdoba.

En algunos casos, la situación puede revertirse con actuaciones de ingeniería agrícola, un ejemplo de ello es la actuación de científicos de ambas universidades ha llevado a cabo en las marismas del Guadalquivir.

La corrección de los problemas de salinidad pasa por lavar el suelo, aunque no siempre es posible, por las condiciones ambientales o hidráulicas de esos territorios, ha explicado el profesor. No obstante, ha habido casos significativos de lavados de terrenos ganados para la agricultura, como las marismas del Guadalquivir.

Desde los años 70, ingenieros agrónomos trabajan en la desalinización de las marismas. Éstas se extienden unas 100.000 hectáreas. Actualmente, han entregado a los agricultores unas 40.000 para que desarrollen su actividad productiva. En la zona de Lebrija (Sevilla), por ejemplo, se recuperaron 14.000 hectáreas, lo que ha posibilitado que 12.000 agricultores tengan acceso a parcelas de unas 13 hectáreas y ha derivado en unas connotaciones económicas y sociales más favorables para esta población y su entorno. Esto fue posible gracias a la recuperación del terreno.

Para solucionar el problema de la salinidad, los ingenieros instalaron un sistema de drenaje a partir de tubos que conectaban drenes (piezas cerámicas) de los terrenos con canales de evacuación. Los drenes se instalan con maquinaria pesada a un metro de profundidad. Con el tiempo, estos drenes perdían eficacia y se instalaron sistemas más eficientes con tubos rugosos de plástico poroso. Al principio, en Lebrija se cutivaban remolacha o algodón, tolerantes a la salinidad. Ahora, se pueden cultivar especies como el maíz, más intolerantes. La salinidad, por lo tanto, se sigue reduciendo.

Para conseguir reducir la saturación de sodio, se empleó fosfoyeso de la industria fitosanitaria de Huelva. “Es un producto demonizado y por el que se cerraron estas fábricas, pero que han permitido recuperar 40.000 hectáreas”, ha señalado Delgado. Otra de las ventajas del fosfoyeso para Delgado fue que en la fertilización se ahorraba el abonado con fósforo. Delgado ha explicado que el fosfoyeso tiene una baja radioactividad, lo que produjo el rechazo de grupos ecologistas y a la postre el cierre de las industrias, pero que ha permitido cultivar estos terrenos.

La enorme cantidad de hectáreas de suelos salinos no tiene una distribución homogénea en el planeta. Delgado ha explicado que se concentran en países en vías de desarrollo, lo que dificulta, aún más, la situación de estas naciones. En Europa, las mayores extensiones de terrenos salinos se distribuyen en tres zonas: En todo el arco mediterráneo español, especialmente en el valle del Ebro; en las regiones fronterizas entre Hungría y Rumanía y en la franja costera alemana en el Mar del Norte.

El artículo completo, en agrodiariohuelva.es.

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