sábado. 20.04.2024
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Ángel Luis Rodríguez: "La era de imponer al otro tu criterio por la fuerza está llegando a su fin"

Hoy se acerca por esta tribuna púbica Ángel Luis Rodríguez Tamayo, quien acaba de poner en el mercado un libro del que nos va a hablar a lo largo de esta entrevista
Ángel Luis Rodríguez: "La era de imponer al otro tu criterio por la fuerza está llegando a su fin"

Hoy se acerca por esta tribuna púbica Ángel Luis Rodríguez Tamayo, quien acaba de poner en el mercado un libro del que nos va a hablar a lo largo de esta entrevista que le hemos realizado y, donde me lo he pasado fenomenal con las respuestas de este palmerino de ideas claras.

Para que los lectores de diario de Huelva lo conozcan un poquito mejor, le pedimos que se presente y él lo hace de esta manera:

"Mi nombre es Ángel, Ángel Luis para algunos y conocido por muchos como Tamayo, mi segundo apellido, parece que el primero, Rodríguez, no era demasiado pegadizo para una época donde el arraigo histórico de las palabras ha caído en el olvido.

Soy maestro, a ello vengo dedicándome profesionalmente desde que en 1997 aprobé Educación Física, especialidad que he compaginado con la tutoría de Primaria y otras muchas facetas que se desempeñan en los colegios.

Interesado siempre por aprender cosas nuevas, mejorar y dar lo mejor de mí a los demás, he trabajado (u obtenido titulación) de entrenador deportivo, preparador físico o socorrista. Aunque la mejor y mayor formación la he adquirido de forma autónoma a partir de la investigación, la experiencia y la introspección personal, tanto en mi ámbito profesional, personal como divulgativo.

Por eso, me considero MAESTRO con mayúsculas, pues dedico mi vida a acceder a todo tipo de conocimientos existentes, y no solo a los que algunos han decidido que sea el único verdadero, compartirlo con los demás y que este sea el acicate para que desarrollen lo mejor de sí mismos.

Una vez que Ángel se ha presentado, entramos en faena y comienzo a preguntar.

P. - ¿Qué opinión tienes de la situación que estamos viviendo?

R. - Más que opinión la certeza de que los gobiernos, o quienes estén detrás de ellos, solo permiten la difusión de ciertas informaciones. Las que van en contra de sus intereses, son censuradas, desacreditadas y perseguidas.

Bajo la nube de polvo que ha supuesto esta pandemia, se están destrozando vidas de personas, creando graves problemas de suministros y situaciones dantescas, desde la vivida por muchos ancianos, enfermos y sus familiares, hasta las historias de quienes perdieron sus trabajos, negocios o modo de vida. ¿Cuántos testimonios desgarradores de quienes vieron como los famosos “protocolos” dejaron morir a sus seres queridos encerrados en soledad no salen en los grandes medios? ¿Cuántos descubrimientos de grandes médicos, biólogos o virólogos están siendo ocultados a la población? ¿Cuántos son perseguidos por ejercer la libertad de expresión?

Las etiquetas de “covidianos”, “negacionistas” o “colaboracionistas” solo son cortinas de humo para tapar algo de mucho más calado. ¿El qué? Ahí es donde deberíamos centrarnos para escuchar distintas explicaciones, sacar nuestras propias conclusiones y actuar en consecuencia.

No debo ser yo ni nadie en particular quien diga a los demás qué es verdad, mentira o lo mejor para cada cual.

Pero sí tenemos el deber moral, ético y humano de exigir que se compartan todos los tipos de información existentes, y no solo la que convengan a unos pocos.

¿Acaso hemos olvidado cómo la historia retrata el trato de los reyes, gobernantes y demás dirigentes con el pueblo? ¿No recordamos como hasta los mismos políticos reconocen que sus colegas nos engañan, roban y se benefician de los favores que conceden a las grandes empresas? ¿Quizás no sabemos de sobra que el 99 % de la riqueza, de las empresas farmacéuticas, alimentarias y eléctricas, y de lo que se decide en el mundo por encima de

los gobiernos recae en una pequeñísima minoría?

P. - ¿Cómo crees que cambiará la vida después de la pandemia, sobre todo, en el mundo de la cultura y la enseñanza?

R. - Nos han anunciado por activa y por pasiva que el mundo que conocíamos nunca volverá. Podemos verlo como un desastre, la creación de un Nuevo Orden Mundial o como una oportunidad maravillosa para crear uno mejor.

No hay que ser un sabio para recordar que tras toda gran crisis surgen oportunistas con todo tipo de intenciones, que los que realmente mueven los hilos socio-político-económicos intentarán encaminar a la población hacia sus propios intereses y que solo nuestra acción o inacción hará posible que unos u otros consigan sus propósitos.

Somos muchas las personas que ponemos nuestro granito de arena para que todo lo que está ocurriendo, en lugar de restar libertades, reponga las que nos corresponden por derecho natural y cree otras nuevas.

Estamos convencidos de que la era de imponer al otro tu criterio por la fuerza está llegando a su fin. Cuanto más arrecie la tormenta, mayor será la calma.

La hora de separar el trigo de la paja no está lejos. Aquellos que se vendieron por dinero, estatus o comodidad en pos del sometimiento tendrán lo que sembraron. De la misma forma, quienes abogaron por dar lo mejor de sí mismo también disfrutarán de un mundo más armónico.

Me preguntas por el mundo de la cultura y la enseñanza, puntas de lanza de cualquier sociedad evolucionada.

Evidentemente tendrán que dar un paso al frente, ser ejemplo para otros ámbitos y crecer en coherencia.

Es hora de que se enseñe lo que realmente se conoce, de que los expertos se dediquen a buscar las mejores implicaciones para los demás de la información disponible en lugar de dividirse a ver quién lleva razón y de que los que se hacen llamar gobernantes dejen paso a verdaderos representantes de la humanidad, aquellos mejor preparados, más sabios y de corazón más puro.

P. - ¿Has pasado miedo en algún momento?

R. - De siempre he sentido una gran inquietud personal por el conocimiento. Hace unos años accedí a otro tipo de paradigmas y, desde entonces, mi realidad se fue transformando hasta llegar a un punto donde la percepción de lo que me rodea ha cambiado significativamente.

Comprendí que, aunque nunca me había dado cuenta, el miedo impregnaba cada pequeño recoveco de mi vida.

Detectarlo, reconocerlo y tener la valentía de ser humilde para aceptarlo, fue el principio de su fin.

Conocimientos, experiencias personales y la conexión con mi verdadero ser, lo transformaron en poder.

Algunos creen que el miedo es útil, necesario y que ayuda a protegerse. Para mí, nada más lejos de la realidad.

Confunden estar alerta, tener cuidado o mejorar capacidades con estar atenazado con un tipo de miedo que te sume en la limitante ignorancia, te hace depender de quienes quieren utilizarte y sufrir por todo lo que pueda pasar. Y lo peor de todo es que nos dejamos autoconvencer para no percatarnos de ello.

Es cierto que sentí temor, pero no por un virus volador, ni porque las personas a las que antes abrazaba fuesen un peligro, ni siquiera porque pudiese morir por alguna enfermedad, la acción de alguien o algún suceso imprevisto.

Mi tristeza era por ver cómo la gente sufría en demasía sin que hubiera razón para tal extremo, por sentir que algunos de los que antes sentía como compañeros me daban de lado por conocer información diferente a la impuesta, por contemplar como los supuestos salvadores imponían soluciones más dañinas que el mal que decían combatir.

Experiencias que me han hecho crecer hasta el punto que ahora veo a los presuntos verdugos como los que más nos enseñarán sobre sus artimañas, al peligro como la mejor ayuda y la incomprensión como un maestro para ser más comprensivo.

Aunque cueste, debo dar las gracias a todo lo sucedido, a las en principio duras experiencias vividas durante esta situación y a quienes intentaron aprovechar lo que está ocurriendo (sea lo que sea) para someter más a la población. Todo ello ha impulsado mi aprendizaje, evolución personal y lo que puedo compartir con los demás.

P. - ¿Cómo valoras la labor de los políticos en general ante esta pandemia?

R. - Si no teníamos bastantes datos pasados con la multitud de escándalos: robos, corrupción, actos delictivos diversos…, lo que están haciendo a nivel comunitario, estatal y mundial, no tardará en mostrarse al gran público como lo que es.

Ya deberíamos saber que no sirven al pueblo sino a las grandes corporaciones que están detrás de ciertos personajes cuyo nombre difícilmente lo sabremos, pues los más conocidos por todos, no están en su escalafón superior.

Que hasta el propio presidente en ejercicio del llamado país más poderoso del mundo (Donald Trump en Estados Unidos) denunciase a su propio estado de elecciones amañadas, dice mucho del engaño al que nos someten. Si eso sucede allí, a la vista de todos y se hable en los medios, ¿qué no estará ocurriendo en el resto de países?

No se puede entender que se filtren documentos de grandes fortunas en paraísos fiscales amasadas ilícitamente por políticos de todo el mundo y no les ocurra nada, máxime cuando la población es esquilmada a base de impuestos directos e indirectos, perseguida con todo tipo inspecciones que fiscalizan su vida diaria y se les diseña una forma de vida donde casi lo cuantifican con dinero, un bien ficticio cada vez más escaso para la mayoría.

Habría que recordar que sus escándalos van más allá, pues muchos han salido a la luz documentos que los relacionan con redes mafiosas, tráfico de armas, de drogas y personas, con pederastia, e incluso aspectos más oscuros. Ha habido acusaciones formales al respecto, juicios y hasta sentencias. Puede que creamos que han sido una minoría, pero cuando se investiga al respecto, no es así. El rastro de tales hechos llega muy profundo.

Con la salvedad de algunos políticos, normalmente a nivel local e independientes, pues el resto reconocen que harán lo que les diga su partido, ¿cómo seguimos confiando en ellos después de saber cómo actúan, a quien sirven y qué les mueve realmente?

¿Por qué permiten que las farmacéuticas, las mismas que se vuelven multimillonarias gracias a que cada vez haya más enfermedad en el mundo, dicten sobre nuestra salud, decidan sobre qué hacen los médicos y lo que comemos?

¿Cuándo decidiremos tomar nuestro poder para no ser gobernados por nadie, sino que sean verdaderos representantes de la población, y no de otras entidades o intereses, los que dirijan a los pueblos?

P. - ¿Qué papel crees que están jugando medio de comunicación y redes sociales en esta pandemia?

R. - Creo que han caído en la trampa de los grandes medios, esos que pertenecen a ciertos emporios mercantiles y reciben grandes subvenciones de gobiernos, multinacionales y manos privadas. Ellos marcaron una línea y el resto intuyó que, o la seguían o tendrían serios problemas.

Pocos han tenido la valentía de dar otro tipo de informaciones, de puntos de vista y ciertos testimonios.

Pero aún están a tiempo de hacer honor a su nombre, de compartir información objetiva difundiendo lo que dicen otros expertos, distintos foros y lo que han vivido miles de personas con las medidas instauradas. Seguro que hay valientes de sobra a dar tal paso.

P. - ¿Qué proyectos tienes para el futuro y qué haces en la actualidad?

R. - Lo más inmediato es seguir con lo que hago y que es mi vocación: búsqueda de conocimiento nuevo, evolucionar aprendiendo y compartir lo adquirido para crear un mundo rebosante de libertad y respeto.

Descubrir que había una ingente cantidad de conocimientos sobre cualquier disciplina que apenas son divulgados, que la mayoría de ellos podríamos transformar nuestra vida en más placentera y que hay grandes filones aún por explotar, es una tentación que no puede pasar por alto por alguien ávido de nuevas experiencias. Pues, como he podido comprobar, un conocimiento distinto te lleva a vivir una realidad distinta.

A partir de ahí, se abren un abanico de posibilidades, desde escribir libros de distintas temáticas a compartir libremente este conocimiento por distintos medios, especialmente internet, donde estoy construyendo un sitio web bastante ambicioso donde ofrecer distintas informaciones a todo el que las quiera conocer. Además, no puedo olvidar la que ha sido mi vocación, profesión y pasión, ser maestro.

P. - ¿Te sientes frustrado por no poder ejercer tu profesión?

R. - Desde que empecé a trabajar como maestro allá por 1997 he intentado ir evolucionando como tal. Partiendo de que habré cometido, cometo y cometeré muchos errores y aciertos, siempre he tenido claro que la honestidad debía presidir mi labor, por lo que mi labor docente ha evolucionado hacia la integración, ofrecer en lugar de imponer y la búsqueda de conocimientos distintos a los típicos de los sistemas educativos reglados.

El establecimiento de la llamada pandemia no me cogió por sorpresa. El confinamiento potenció mi libertad, las imposiciones el respeto y las versiones oficiales el que me llegarán informaciones transformadoras.

Una cosa era aceptar las decisiones de otros o comprender lo que muchos querían creer y otra era faltar a mis principios. Sentí que no podía ser cómplice de lo que estaba ocurriendo, que no me vendería por miedo, ignorancia y dependencia económica, y que era el momento de que lo aprendido floreciera.

Una de las cosas más importantes que me ocurrieron es que no puedo usar mascarilla. Donde unos veían una salvación y otros una fuente de enfermedad al verse privados de oxígeno, ingerir los gérmenes que en ella se acumulan, fibras textiles y sus propios desechos metabólicos, yo percibía un instrumento de sometimiento, de desconexión con los demás y privación de la libertad de decidir cada cual lo que estimara oportuno.

Tras muchos escritos, entre ellos alguno que otro médico, diferentes sucesos y la única respuesta administrativa a mis múltiples instancias de que o la usaba o sería expedientado, pude solicitar un permiso no retribuido y, luego, me “recomendaron” la incapacidad temporal, pese a mi insistencia a seguir trabajando incluso aceptando otras medidas.

Los muchos detalles los dejaremos para otra ocasión. La pregunta es ¿qué si siento no poder ejercer mi profesión?

Esta profesión no consiste en enseñar lo que otros deciden. Tampoco en que tienes que hacer lo que te manden los que supuestamente te pagan. Y menos en transmitir miedo, ignorancia y desconfianza de los demás a los alumnos.

Los maestros somos adalides del conocimiento, liberadores de mentes y potenciadores de la creatividad.

Puede que no esté en mi centro educativo presencialmente, pero mi mente, mi alma y mi ser sí lo están.

Siento que ejerzo más mi profesión que muchos que se han convertido en meros reproductores de libros de textos que repiten los mismos contenidos tergiversados desde hace décadas.

Siento que alguien tenía que dar el paso para mostrar a los demás que hay otros caminos.

Siento que los maestros tenemos el poder de cambiar el mundo, que son mayoría los que así lo sienten y que debemos hacer honor a tal capacidad.

P. - Acabas de poner en el mercado un libro. Háblanos del mismo.

R. - Como suelo decir, más que un libro es un proceso de transformación personal que he sentido que tenía que compartir en forma de libro.

Se trata de una propuesta innovadora en forma de 18 capítulos con diferentes temáticas interconectándose entre sí en pos de recuperar el poder que todos atesoramos en nuestro interior.

Desde la ciencia más vanguardista hasta la salud, pasando por conspiraciones, la conformación del universo, nuestros orígenes, la biología, la antropología, la naturaleza, la historia, la religión, la arqueología, la metafísica y, como no, el ser maestro, porque, al fin y al cabo, todo empieza en el conocimiento libre y respetuoso compartido.

Una obra de ingeniería cuidada al detalle susceptible de perfeccionarse a la misma vez. Una guía con informaciones conocidas, poco divulgadas e inéditas, un recuerdo de nuestra sabiduría atávica y una invitación a tomar la iniciativa, pues no existe una verdad absoluta, ni nada que imponer a los demás. Cada cual debe buscar su camino, su verdad y a qué quiere dedicar su vida.

Un regalo para ser aprovechado, disfrutado y compartido.

Su nombre, "Tr3s: Poder Ser Conocedor", aspira a ser el inicio de una saga relacionada con los principios universales de Libertad, Respeto y Compartir.

P. - ¿Qué te llevó a editar esta publicación?

R. - Las ganas de compartir.

Fascinado por lo descubierto en estos años, agradecido por lo que tantos investigadores han puesto a nuestra disposición y conmovido por lo poco que se difunden tales informaciones, decidí crear el libro que me hubiese gustado encontrar hace años.

Y aunque el verdadero disfrute suele estar en el camino y no en el destino, es una obra que facilita enormemente el acceso a paradigmas desconocidos, ahorra una ingente cantidad de tiempo, esfuerzo y dinero, y facilita la interrelación de temáticas, pues es como si tuviéramos decenas de libros en uno, resumidos y con informaciones que difícilmente la mayoría encontrarían.

P. - Cambiemos de tercio ¿Qué crees necesita Huelva para despegar?

R. - Que tomemos conciencia de su grandiosidad, la disfrutemos como se merece y que apoyemos lo nuestro.

Huelva ya despegó. Tenemos una provincia llena de pueblos maravillosos, parajes naturales únicos y personas encantadoras. ¿Qué nos van a traer de fuera que no tengamos ya?

Las economías modernas se caracterizarán por la sostenibilidad, la apuesta por sus raíces y la vuelta a lo natural…, y de eso, Huelva sabe mucho. Tenemos productos agrícolas, naturales y materias primas excepcionales. Desde los infravalorados corcho, miel o frutos secos, a los archiconocidos de origen animal (aunque no suela comerlos, reconozco la calidad de sus jamones, chacinas o pescados). No olvidemos el impulso económico que supondría para la provincia el que valorásemos en su justa medida su artesanía, ocio natural o la cultura de sus gentes.

Por tanto, el despegue de Huelva depende de nosotros, no de fuera. De cada pequeño acto, decisión y palabra.

P. - ¿Qué significa para ti Huelva y La Palma?

R. - Si la historia académica de Huelva es apasionante, más lo es cuando conoces aspectos que poco se divulgan y que raramente se enseñan en las universidades.

Este es un punto energético único, con unas raíces ancestrales muy potentes y una vibración especial. Huelva tiene algo que la hace diferente, su gente lo siente, pero les enseñaron a no valorarse lo suficiente. Es hora de cambiar las tornas. Los onubenses deben recordar quienes son, la grandeza de sus ancestros y por qué nacieron aquí.

La Palma es un pueblo maravilloso, mi segunda casa, donde he conocido a personas maravillosas que me han transformado la vida a mejor. Y tampoco quisiera olvidarme de Villarrasa, el pueblo donde nací, de su sencilla gente, una de las cualidades que más engrandece a cualquier ser humano.

P. - ¿Cómo fue tu niñez y qué soñabas ser de mayor?

R. - Como la mayoría de amigos, fue austera, dura pero feliz. Nos enseñaron disfrutar de lo que nos rodeaba en lugar de sufrir por lo que no teníamos. Nuestros padres eran severos, pero hacían lo imposible por nuestro bienestar. La gente se metía en tu vida, aunque siempre con la intención de mejorarla. Cómo han cambiado los tiempos…

Ahora mismo no imagino un escenario mejor para lo que estaba por llegar.

Una infancia forjada a fuego lento en la que el colegio, la familia y la calle, eran el centro de nuestra vida. Solía

imaginarme cómo enseñaría yo si fuera maestro, cómo educaría a mis hijos y qué aconsejaría a los demás.

Casualidades o no, la vida me condujo a ser docente, padre de una hija y un hijo maravillosos y acabar accediendo a conocimientos profundos para poderlos compartir con los demás. ¿Se puede pedir más?

P. - ¿Cuáles son tus referentes profesionales y personales?

R. - Evidentemente, la familia, los amigos y los compañeros que he encontrado en mi camino.

Recurrente respuesta llena de realidad. No siempre lo mejor es lo más fácil, y aquello que te hace pasarlo mal, acaba por fortalecerte y hacerte más poderoso. Fue un ambiente familiar complicado pero lleno de amor al mismo tiempo; mis circunstancias personales no me facilitaron las relaciones con los demás, y no siempre los compañeros de trabajo entendieron mis puntos de vista.

Pero aprendí mucho de todo ello, tengo demasiado que agradecerles a todos y siento que gran parte de mi vida debe dedicarse a compartir lo mejor de mí en agradecimiento de lo que entre todos me aportaron.

P. - ¿A qué dedicas ahora tu tiempo libre?

R. - La dualidad trabajo-tiempo libre hace mucho que se transformó en mi vida. Suelo decir que lo único que me gusta más que trabajar es no trabajar.

Me encanta lo que hago: investigar, leer, escribir, cultivar la tierra, hacer deporte, preparar comidas naturales, hacer de “manitas”, estar con los amigos, cuidar a mis padres mayores, viajar, descansar y, por supuesto, compartir con el alumnado lo que conozco para ayudarles a desarrollar lo mejor de sus capacidades. En todas estas actividades, ya no sabría discernir lo que es ocio, trabajo o, simplemente, vivir.

Angel, ha sido todo un descubrimiento conocerte y tener la oportunidad de conocerte y conocer tus puntos de vista, a todas luces más que interesantes.