jueves. 28.03.2024
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La igualdad es un cuento de María Domínguez

La docente María Domínguez utiliza la palabra para educar en valores a través de la literatura. Recientemente ha sido galardonada con el premio Mujeres Imparables de la Diputación de Huelva.
La igualdad es un cuento de María Domínguez

María Domínguez ha sido maestra durante 36 años en Santa Olalla de Cala. Recientemente ha recibido el premio a las Mujeres Imparables que ha otorgado la Diputación de Huelva para conmemorar el 8 de marzo. La entidad provincial ha querido poner en valor el trabajo de esta docente nata para educar en igualdad.

“Es algo que he hecho toda la vida”, explica. “Incluso antes de que se normalizara y se incluyera en los programas docentes de primaria, porque para mí la igualdad es la base de todo”.

María ha recibido el premio sorprendida, pero con orgullo. “Me he sentido muy contenta porque es una manera de reconocer tu trabajo. Desde que entré en el colegio empecé a trabajar por la igualdad porque sabía que hacía falta, y hace ya casi cuarenta años que entré, que me da hasta cosa decirlo. Pero me di cuenta de que hacía falta, igual que ahora, que sigue habiendo que educar en igualdad”.

Educar en igualdad y educar en valores es la clave sobre la que se sustentan los proyectos de María, tanto su obra literaria como el trabajo que realiza desde su pequeña editorial independiente, Hilos de emociones. Un hilo, precisamente, la une con esos primeros días y esos primeros cuentos con los que empezó a trabajar hace ya mucho tiempo.

Desde su posición de maestra, María se dio cuenta de que los niños atendían y comprendían mejor con cuentos. “El reparto de tareas entre niños y niñas, la idea de que si todos ensuciábamos todos teníamos que limpiar… No eran ideas fáciles, y me di cuenta de que los niños lo asimilaban mejor si se lo explicaba con cuentos, así que empecé a escribir y a compartir estos cuentos con los compañeros como herramientas de trabajo”.

La materia prima a menudo se la daban sus propios alumnos. “El libro que tengo, A papá le asustan las tormentas, nace porque un niño dijo en clase que su padre le había dicho que a los niños no les dan miedo las tormentas, que el miedo a las tormentas sólo lo tienen mamá y la hermana. Y claro, al escuchar eso me di cuenta de que es importante que los niños aprendan a reconocer sus emociones”.

Las emociones son clave en la forma de educar de María Domínguez. Su método tiene tres pilares: la animación a la lectura, la igualdad y la inteligencia emocional. “Están ligados entre sí. A través de la lectura, los niños interiorizan la idea y la procesan. Es muy diferente a si alguien se lo cuenta. Además, trabajar la inteligencia emocional es especialmente importante con los niños, porque aunque parezca que no, los hombres siguen teniendo esa carencia de poder manifestar sus emociones. A la mujer se le ha permitido siempre expresar sus emociones, mientras que a los hombres no se les ha dejado. Incluso hoy en día se sigue escuchando a padres decirle a sus hijos que no lloren porque es algo de niñas. Eso hay que cambiarlo y se hace con educación. Es importante que los hombres sepan reconocer sus propias emociones”.

Aunque empezó escribiendo para niños, también ha escrito obras pensando en adolescentes, donde afirma que “queda mucho trabajo por hacer. “Amor, empatía, respeto… Es importante que comprendan que te pueden decir que no, que te pueden rechazar y que duele, pero que lo tienes que aceptar. Con el libro El escarabajo que se confundía con el asfalto y decidió seguir la línea amarilla, he trabajado en los institutos en un proyecto muy bonito que se llamaba “El viaje del escarabajo” y hablábamos de esas emociones, y ellos se sorprendían, pero también las abrazaban, porque ellos tenían ganas de que alguien les preguntara, cuéntame, cuéntame qué te pasa”.

Hablar, comunicar, expresar. “Para ello es muy importante conocerse bien a uno mismo. Si tú te conoces bien, vas a saber lo que quieres, vas a saber lo que te hace feliz, lo que no te hace feliz, vas a conocer tus fortalezas, tus debilidades, entonces no vas a dejar que alguien te fuerce a hacer cosas que no quieres, porque te conoces. Y eso es algo que trabajo con ellos, el autoconocimiento, para que se den cuenta y sean capaces de decir “yo me conozco y esto no lo quiero”.

María ha llevado su experiencia docente por toda España como formadora del profesorado y dando charlas y talleres en institutos en todo el país. “Tenemos la errónea concepción de que hay más desigualdad en el mundo rural, pero no es así. Fíjate que en el centro de Madrid un chico de 17 años me preguntó si lo de la libertad y el respeto a las mujeres era “solo cuando son nuestras novias o también cuando se casan con nosotros”. Eso me lo dijo un chaval de 17 años hace muy poquitos años, en una buena zona. Queda mucho, mucho trabajo por hacer”.

Para ayudar a los docentes en ese duro trabajo, desde su editorial Hilos de emociones publica obras que incidan en la educación en valores a través de la literatura. “Escogemos libros que nos emocionen, libros que nos digan algo, y, además, ayudan a trabajar temas complicados en el aula. Por ejemplo, hace poco publicamos “Lucía y la luna”, de una doctora de Sevilla, para ayudar a hablarle a los niños del duelo. Es un tema muy complicado de tratar con un niño pero, desafortunadamente, a veces no queda más remedio que hablarlo”.

Además, ponen a los pequeños en el centro del proceso creativo. "Tenemos en marcha también un programa titulado "Los niños y las niñas escriben" en el que son ellos quienes cuentan qué piensan y qué sienten. Los de tercero escriben y los de primero y segundo lo ilustran. Este año lo hemos hecho de igualdad, pero también lo hemos hecho sobre valores, y es una experiencia maravillosa porque ellos necesitan también ser escuchados".

Estos proyectos generan un impacto directo en los menores. "El primer año que sacamos este proyecto, se enteró un niño que ya había salido del cole y estaba en el instituto. Preparábamos un libro sobre las emociones y el chico insistía en que quería participar en el libro. Le contó a su antigua maestra que en el instituto nadie le llamaba por su nombre sino  “maricón pelirrojo” y, claro, la maestra le dijo "trae que será el primero del libro", y así fue. Además fue el primero que leímos en la presentación. El teatro se caía abajo".