viernes. 29.03.2024
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Coronavirus en Lepe: Crónica de un gran susto

Lepe recupera la normalidad tras vivir angustiado por un rebrote de coronavirus. Así ha vivido el pueblo estos días de tensa espera de resultados, pruebas y aislamientos domiciliarios.
Coronavirus en Lepe: Crónica de un gran susto

Crónica del rebrote: El infortunio de un marinero

A finales de junio de 2020 la localidad costera de Lepe registró su primer rebrote de Covid-19 tras finalizar el Estado de Alarma en todo el territorio nacional.

Por Bella Cordero González*

El regocijo tras la proclamación de la tan ansiada nueva normalidad duró poco menos de lo esperado en Lepe, pueblo costero de la provincia de Huelva, que el 25 de junio, solo cuatro días más tarde de que se diera por concluido el estado de alarma que paralizó a un país entero a mediados del pasado marzo, registraba un primer rebrote de Covid-19, el fatídico virus del que aún no se conoce cura o vacuna aunque científicos de todo el mundo trabajan a contrarreloj por conseguirla.

No es de extrañar que la alarma saltara de inmediato. Los rumores corrían ya a sus anchas, los titulares se repetían copiados y pegados en todos los grupos de WhatsApp, las llamadas se hacían eco de una casa a otra. A media mañana la tensión era irrefrenable y la preocupación teñía las calles de un municipio que había pasado la cuarentena sin apenas una decena de casos aislados.

La misma cifra se repetía ahora en tan solo un día y sin previo aviso. Algunos medios locales anunciaban ya el brote, un total de nueve casos positivos confirmados por la Consejería de Salud y Familias y medio centenar de personas aisladas como medida preventiva.

Se adelantaban al comunicado oficial del Ayuntamiento, que muy avanzada la tarde, tras una reunión con el comité asesor del Plan de Emergencias Municipal, publicaba en sus redes sociales las medidas extraordinarias de prevención y seguridad frente al rebrote de Covid-19: Suspensión de todas las actividades municipales y privadas, tanto culturales como deportivas o de otra índole, que impliquen aglomeración de personas; cierre al público de parques infantiles y biosaludables; incremento de la limpieza y desinfección de las calles; así como de la vigilancia en los espacios públicos para con el cumplimiento de las normas de seguridad establecidas.

Animaba el Ayuntamiento a la precaución e instaba al civismo y la responsabilidad de cada uno de los vecinos y visitantes que esperaban acoger en sus playas de arena blanca (La Antilla, Islantilla, Santa Pura y Nueva Umbría). No hay que olvidar que la población de la Costa Occidental de Huelva, desde Ayamonte hasta Punta Umbría, suele multiplicarse por cuatro en los meses de verano, pasando de 120.000 a 500.000 habitantes.

Origen del rebrote

El origen del rebrote ha sido lo que se conoce como “caso importado”, es decir, el sujeto estuvo en el extranjero, regresó a España y más tarde fue diagnosticado como positivo de Covid-19.

En esta ocasión, el paciente cero es un marinero natural de la propia localidad que volvía desde Angola, su lugar de trabajo, en un vuelo con destino a Madrid, desde donde viajó aún sin síntomas hasta el mismo Lepe en autobús. Una primera prueba negativa que más tarde desmentiría una PCR positiva acompañada de los primeros vestigios del virus en su cuerpo, teniendo inevitablemente que ser ingresado en el Hospital Virgen de la Bella (Lepe) y más tarde trasladado a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Infanta Elena (Huelva), que se encontraba vacía desde hacía más de un mes.

El cordón epidemiológico

Sin embargo, no fue el único en llegar. Como indicó un portavoz del equipo de gobierno del Ayuntamiento, se trataba de un viaje conjunto de varios marineros —tres o cuatro— que volvían a su lugar de residencia. Una vez confirmado el primer positivo, pusieron en aislamiento a treinta y dos personas, contactos directos, a los que a su vez se les trazó un cordón epidemiológico para detectar otros posibles contagiados. En cuestión de cinco días, más de un centenar de personas se encontraban en aislamiento preventivo y Salud llegó a realizar un total de 203 pruebas PCR, de las que solo diez fueron positivas.

Aunque las cifras fueran alentadoras, la realidad es que Lepe —a pesar de sus más de 27.000 habitantes— no deja de ser un pueblo en el que sus vecinos se conocen con entrañable cercanía.

Quien más y quién menos identificaba al desafortunado marinero y a su familia; los cuales tras su llegada, más después de un confinamiento sin primavera, comenzaban a disfrutar de un verano que se antojaba casi normal sin sospechar si quiera que podrían ser portadores del dichoso virus.

Si bien algunos parecían haberse olvidado de la vulnerabilidad del ser humano que el Covid-19 se ha ocupado de acentuarnos o que simplemente estar contagiado y no saberlo es algo que podría pasarle a cualquiera —esta frase hecha jamás había cobrado tanto sentido, es decir, en pocas ocasiones todos estamos en igualdad de condiciones—, la realidad es que de forma generalizada la respuesta fue preocupación, responsabilidad y expectación.

Habría que destacar la rapidez con que los más jóvenes de la localidad onubense, sabiendo que habrían coincidido en los garitos y establecimientos de moda alguna que otra vez con los hijos del marinero, dos jóvenes que rondan la edad de veinte años y que más tarde resultarían también positivos en la prueba PCR, hilaron su propio cordón epidemiológico entre sus amistades, contactos no tan directos de los posibles contagiados, extremando las precauciones e incluso en algunos casos abandonando sus residencias habituales para confinarse o simplemente distanciarse de sus familiares y mayores.

Consecuencias inmediatas

Mientras tanto, en los días que sucedieron al anuncio del rebrote, el comercio y la hostelería local volvieron a sufrir una disminución de la clientela que en las últimas semanas parecía haberse recompuesto, impulsada por la campaña ‘Revive Lepe’: Una iniciativa propuesta por el Ayuntamiento, consensuada con todos los grupos políticos, Agelepe y más de 140 empresarios para la reactivación y visibilidad del sector comercial, hostelero y de servicios de la localidad.

El 30 de junio, cinco días más tarde de que se detectara el foco y saltaran las alarmas en el municipio lepero —y por consiguiente, en la totalidad de la provincia onubense— la Junta de Andalucía dio por controlado el brote tras 72 horas sin nuevos infectados.

Al día siguiente, el Ayuntamiento celebraba en sus redes sociales la buena nueva y anunciaba que se retomaban paulatinamente las actividades municipales recordando las medidas, protocolos y aforos establecidos.

Hoy, dos semanas desde que aquel marinero que volvía de Angola mostrase los primeros síntomas del fatídico virus, el pueblo costero ha instaurado, ahora sí y más precavidos que antes, la nueva normalidad.

El paciente cero se encuentra estable de vuelta en planta tras abandonar la UCI, el resto de contagiados progresan adecuadamente en aislamiento en sus hogares bajo el control estricto de sus médicos de familia vía telefónica y aquellos que se encontraban en cuarentena preventiva vuelven a las calles.

https://www.facebook.com/aytolepe/videos/298364681344159/

Lepe está listo para el verano. La Antilla luce su distintivo ‘Andalucía Segura’ otorgado por la Consejería de Turismo de la Junta de Andalucía y desde el Área de Turismo de Lepe se ha lanzado la campaña que recupera el viejo slogan ‘La Antilla, el lugar de las horas felices’, acuñado en 1963 por el cronista y publicista lepero Manuel González Oria.

La promoción, materializada en formato vídeo, tiene como misión revolver en la memoria y, como la abuela que tiende sábanas blancas en las mañanas de verano, sacar a relucir los mejores momentos vividos en sus playas de luz cálida y Océano Atlántico.

*Graduada en Publicidad y Relaciones Públicas, Máster en Escritura Creativa