jueves. 25.04.2024
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Manolo Rengel, un peluquero que parece un astronauta de la NASA

Le pregunté si la solución para compensar los gastos y la pérdida de tiempo para el cumplimiento estricto de las normas le había hecho pensar en subir la tarifa, pese a que él tiene un precio muy económico, tan solo seis euros. Su respuesta fue que lo había pensado, pero que su padre le había recomendado que de momento mantuviese la tarifa.
Manolo Rengel, un peluquero que parece un astronauta de la NASA

Poco a poco muchos profesionales van volviendo a la normalidad. Y entre los primeros negocios que subieron sus persianas fueron las peluquerías, cosa lógica por otra parte, ya que entiendo que realmente es un servicio de primera necesidad.

Pero también tengo claro que ya nada será igual, cosa que pude comprobar en la visita a mi peluquero habitual. Manolo Rengel Camacho me recibió como si fuese un astronauta de la NASA y si no fíjense, mis queridos lectores, en la imagen que ilustra esta sección y observarán que no exagero para nada. Guantes, mascarillas, pantalla y prendas desechables confeccionadas en el mismo material que las Epis.

Ya nos tenemos que olvidar de llegar, pedir la vez y esperar leyendo una revista, haciendo un crucigrama o charlando con otros clientes. Y es que el Gobierno ha puesto como condición “la atención individual de los clientes”, por tanto, si quieres acudir a cortarte el pelo, tienes que haber acordado previamente cita con tu estilista. Algo que me decía Manolo, le parecía muy acertado. “Hay que cumplir los protocolos que garanticen la higiene y la protección del cliente”.

Pero por el contrario, me seguía manifestando, que “estas normas harán que muchos profesionales vean su futuro con incertidumbre, ya que entre atender el teléfono que no deja de sonar de llamadas de clientes para pedir cita, puedo dar fe de ello, y, sobre todo, el procedimiento de limpieza entre clientes, cosa fundamental teniendo en cuenta que trabajan en un entorno en el que hay exposición a mucha gente y proclive a generar residuos que deben ser limpiados, sin olvidar que las capas que utilizan para cubrir al cliente, han pasado de ser de tela a plástico desechable, hace que la inversión en tiempo y material se les dispare.

De hecho, le pregunté si la solución para compensar los gastos y la pérdida de tiempo para el cumplimiento estricto de las normas le había hecho pensar en subir la tarifa, pese a que él tiene un precio muy económico, tan solo seis euros. Su respuesta fue que lo había pensado, pero que su padre le había recomendado que de momento mantuviese la tarifa, hasta ver como transcurrían las cosas.

Por último, quise saber cómo llegábamos los clientes después de cerca de tres meses sin visitar la peluquería. Me decía que “de todo había en la viña del señor”, algunos “con muchos trasquilones tras visitar videos con tutoriales para cortarse el pelo uno mismo”, pero sobre todo que “la mayoría con muchas greñas”. Una respuesta que me hizo preguntarle, como podía ser que los políticos que venían saliendo semanalmente en la televisión tenían cuidado al milímetro el cabello, Respuesta: “no todos los ciudadanos tenemos los mismos privilegios”.