jueves. 25.04.2024
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¿Por qué lo has hecho?

Mi madre ha fumado desde que tenía diecisiete años, puede que desde antes. Estuvo interna en un colegio que sólo le permitía fumar en sus momentos de salida
¿Por qué lo has hecho?

Mi madre ha fumado desde que tenía diecisiete años, puede que desde antes. Estuvo interna en un colegio que sólo le permitía fumar en sus momentos de salida, en la calle, así que supone, en base a sus recuerdos, que de manera afianzada sería entre los diecisiete y dieciocho. Ahora, hoy mismo, tiene sesenta. (La nicotina entra dentro de los considerados psicoestimulantes. Además, posee una función tanto estimulante como sedativa. El efecto que produce al fumar es inmediato, con la descarga de adrenalina desde las glándulas adrenales. Esta estimula los receptores nicotínicos de la acetilcolina y otras glándulas endocrinas, lo que provoca liberación de glucosa). La he llamado por teléfono para ver cómo se encontraba y me ha contado que estaba en trámite con unos papeles para que mi hermano pueda llevarse el perro a Málaga. Es allí donde él vive ahora, junto a su novia. Hasta que mi madre, por razones laborales, tuvo que volver a mi casa es allí donde estuvieron, los tres, desde que se decretó el estado de alarma. Ella se encontraba junto a mi hermano por razón de su tratamiento, que está llevando a cabo a partir de que le diagnosticaron un linfoma de Hodgkin tipo LN. Han tenido, pues, que convivir durante unos meses, algunas semanas, unos cuantos días. Con procesos de desinfección cuidadosos hasta lo compulsivo, con protección y milimétricos movimientos al exterior, sólo ante la necesidad.

Por tanto, el entorno, de aislamiento, de preocupación, de cuidado y protección, convertía el piso de mi hermano en un contexto estresante (diversas investigaciones han confirmado que el estrés y la ansiedad ayudan al desarrollo de tolerancia y dependencia de la nicotina. La razón es el cortisol, principal hormona liberada ante el estrés, que reduce los efectos de la nicotina. El resultado es la mayor necesidad de consumo para llegar a conseguir los efectos previos al estrés). Sin embargo, todas estas pesquisas, estas premisas que suponen un mayor consumo de tabaco, no han tenido fundamento en el comportamiento de mi madre, que no ha sido otro que el de dejar de fumar radicalmente. El oncólogo les había comentado los perjuicios del tabaquismo o de un ambiente de fumadores en situaciones como las de mi hermano. No cabía duda, no se necesitan estudios o referencias de ningún tipo para presuponerlo. Lo que no sé, lo que desconozco y me he negado a preguntar a mi madre es si esa fue la razón que la llevó hasta tal determinación.

He reflexionado, me duele incluso un poco la cabeza. He imaginado la mente de mi madre como jirones que se usan para remiendos, todos apretujados, haciendo bolas cada vez más grandes, hasta presionar las meninges. Y ahí, entre colores azulados y violetas, he visto un acto de sacrificio (el tratamiento al tabaquismo, como adicción, implica ser consciente de que es un proceso crónico y que existen posibilidades de recaída; se deben de valorar los estímulos asociados al consumo; reconocer el posible valor adaptativo que el tabaco tiene para el consumidor y, también, valorar las herramientas de las que se dispone para cambiar la conducta).

Estudiar psicología te provee de una serie de datos con los que, con base puramente científica y neurofisiológica, se advierte que todos los procesos tienen un antecedente, un desarrollo en el organismo y una consecuencia. Que los mecanismos que nos comprenden, que nos conforman y nos hacen ser los individuos que somos, tienen una maquinaria delicada y exacta. Funcionamos porque estamos vivos. Y así, existen ciertas lógicas que nos llevan a entender el comportamiento, a adivinar formas de pensar y actuar. En cambio, la naturaleza, posee la capacidad de sorprendernos. Así, el modo en que mi madre ha roto con un hábito que la ha acompañado la mayor parte de su vida, que ha, en ocasiones, dirigido sus decisiones y quehaceres, que poseía parte de su personalidad y de su ser, que dibujaba su imagen, pues era habitual verla así: fumando. Con todo, con todos los conocimientos cognitivos y con toda la simbología con la que entiendo a mi madre, se me escapa cómo lo ha conseguido. Pero me da igual no saberlo, no me importa, no tiene que decirme con palabras medidas los pasos que ha ido dando hasta alcanzarlo, ni siquiera las ideas por las que ha atravesado, las dudas que ha resuelto o las preguntas que, directamente, no se ha hecho, porque en realidad algo me asegura que deviene de lo que significa ser madre.

La maternidad posee una fuerza de supervivencia que trasvasa el propio cuerpo, hasta alcanzar a los hijos. Y por ello, si se deben llevar a cabo actos que ponen en riesgo la estabilidad, la integridad o la salud, se hará sin miramientos, sin sopesar posibles consecuencias.

Sobre el autor: Alejandro Marín es editor jefe y cofundador de Editorial Dieciséis. Autor de "Del hueco al colapso" (Amazon) 2018 y "Ocupando un espacio póstumo" (Ediciones En Huida) 2019. Poeta. Oriundo de Santa Bárbara de Casa (Huelva), de 1993.