jueves. 25.04.2024
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Marcos Gualda: "Nunca me he sometido a terapia, me he centrado en la solución"

Gualda cuenta que la única manera que se le ocurre de acercarse a la gente es volver a escribir
Marcos Gualda: "Nunca me he sometido a terapia, me he centrado en la solución"

La verdad es que no tengo mucha confianza con mi invitado de hoy, pero siempre me ha apasionado su forma de escribir, de expresarse, su filosofía de vida. Alguna vez que nos tomamos una cervecita en La Ría y en los últimos meses que hemos tenido un mayor contacto por temas de una exposición de la Asociación de la Prensa Deportiva en Diputación, han sido mis contactos con Marcos Gualda, pero puedo asegurar que es todo un lujo cultural para los onubenses.

Lo llamo para que nos dé su opinión sobre este confinamiento y empieza diciéndonos lo siguiente:

"Quizás hay algo de mí que a algunos sorprenda. Desde que me recuerdo, padezco una acusada tendencia a la introversión. No suelo elucubrar acerca de la causa ambiental o genética. Una disrupción neuronal innata. Un rechazo violento en edad infantil. Acercarme a las personas ha supuesto siempre un gran desafío. Nunca me he sometido a terapia. Identificado el fallo, me he centrado en la solución".

Marcos, últimamente he notado que  escribías  menos de lo habitual ¿A qué se ha debido? 

Efectivamente, hace unos meses dejé de escribir. Pretendía comenzar una vida sociable. En cierta medida, supongo que lo conseguí. Frecuenté bares, asistí a conciertos, gané nuevas amistades. Este pequeño tesoro social me conservaba satisfecho. Creo que el hombre tiene una gran capacidad de adaptación. Conozco a personas que se adaptaron a vivir sin amor.

¿Qué haces en tu confinamiento?

Me asomo al balcón para comprobar que la calle continúa desierta. Solo dos jardineros trabajan en el parque. Feli llega con los pasteles. Es día de fiesta. Se pierde en el cuarto de baño para despojarse la mascarilla. Por la tarde, saldrá al balcón para aplaudir. Yo me aburrí hace tiempo. En cierto modo, sospecho que esta mínima excursión es un pretexto para conversar con las vecinas. La envidio. Es un rito hermoso que evidencia mi defecto.

¿Estamos en crisis?

Sí. Esta crisis invita a pensar en la relación entre el tiempo y el miedo. A partir de una edad, la excitación se devalúa. Las grandes aventuras fueron salvajemente exprimidas. Rodearte de personas amadas no parece suficiente. Quizás dentro de unos años un nieto impulse la resurrección. No sé si fiarme del tiempo. El virus ha demostrado que el destino no acepta consejos.

Después de la película me he duchado con agua fría. El gorrión ha vuelto a fabricar su nido en el calentador. Cuando me dispongo a arreglarlo, Feli me acerca el teléfono. Mi padre repite que no abrirá una cuenta de guasap. “No quiero que los gobiernos me controlen”, argumenta. Le respondo que es un ingenuo: “Estás monitorizado desde tu nacimiento”. Más tarde se estropea un ordenador. Por la noche se quema el fusible del horno. En la cama me cuesta conciliar el sueño. Me despierta una pesadilla. ¿Qué mundo hemos creado? Estamos bajo el gobierno de los electrodomésticos.

¿Por qué has vuelto a escribir?

El confinamiento me ha extirpado otra vez de la sociedad. En la tele recuentan el número de fallecidos. Marcos protesta por la avería del ordenador. Feli se lamenta por el agua fría. Me levanto para corregir el siniestro. Desmonto el tubo del calentador. Extraigo las ramas depositadas por el gorrión. Enciendo el portátil. La única manera que se me ocurre de acercarme a la gente es volver a escribir.

Marcos Gualda, todo un crack, al cual admiro.

Fotos: Sonia Hermosín