viernes. 26.04.2024
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Huelva en 2100: comarcas desérticas, inundaciones, calor y enfermedades tropicales

El informe ‘Riesgos asociados al cambio climático’ incluye a toda la provincia de Huelva en su mapa de riesgos de desertificación. Huelva en 2100 será hostil para el ser humano: la mitad de lluvia, enfermedades tropicales, más inundaciones y calor extremo.
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Huelva en 2100: comarcas desérticas, inundaciones, calor y enfermedades tropicales

El encuentro Unión por el Mediterráneo ha dibujado un panorama muy negro para el año 2100. En su informe ‘Riesgos asociados al cambio climático y los cambios medioambientales en la región mediterránea’ ha incluido a toda la provincia de Huelva en su mapa de riesgos de desertificación.

Desde la Sierra a Doñana, desde el Condado hasta la frontera con Portugal pasando por la capital y la Costa ningún rincón de Huelva se libra de los cambios que nos esperan y que, de momento, y a cuentagotas se van registrando cada año en este nuestro clima mediterráneo continental con influencia atlántica.

El aumento de la temperatura, las sequías y el acceso al agua, la salinización de los acuíferos, la virulencia de los temporales (cuando llegan), los incendios, las inundaciones, el aumento del nivel del mar y la seguridad y salud de la población por el aumento de enfermedades importadas, los bajos rendimientos en los cultivos, la pesca y la ganadería son las evidencias que en la última década se han manifestado en la provincia onubense. Huelva en 2100 será hostil con el ser humano debido al cambio climático y sus daños colaterales.

Quizás y lo más sorprendente a pesar de las oscilaciones del último año son las temperaturas. La temperatura media de Huelva crecerá un mínimo de 3,6 grados durante el siglo XXI. La conclusión está sacada del Estudio de escenarios locales del cambio climático en Andalucía.

Las olas de calor y los 40 grados no serán una excepción en Huelva sino algo habitual, tan comunes como los otoños templados, lo que se ha dado en llamar el ‘veroño’, y la escasez de lluvias.

Los 1.000 mm/año de lluvia en la Sierra que apuntaban los registros de décadas pasadas son ya historia. Más bien nos acercamos a apuntes de 500 mm/año y con suerte. La mitad que cuando comenzó el Siglo XX. El otro día lo advirtió el delegado de Agricultura, Ganadería y Pesca, Alvaro Burgos:  “La provincia está afrontando un sexto año consecutivo que se puede considerar seco, puesto que en los seis últimos años ha llovido por debajo de la media”. De hecho ya hay varias comarcas con sequía severa declarada, incluida las fuentes del Chanza, básicas para abastecer la población del Área Metropolitana de Huelva, la agricultura, la industria y la minería.

La consecuencia inmediata de esta escasez de precipitaciones se puede observar en el bajo nivel de los pantanos onubenses y eso que no son de los peores. Y los problemas que esta situación acarrea para las poblaciones, la agricultura y la ganadería.

Ahora mismo, las empresas suministradoras de agua como Giahsa abastecen pueblos con cisternas y también a granjas. Incluso se aprecia la desigualdad existente entre el área metropolitana y la costa, bien conectadas con pantanos de cabecera (Chanza, Piedras, Los Machos y Presa del Andévalo) mientras los pueblos de la Sierra no están conectados con los pantanos que alberga su territorio: Aracena o Zufre. Ambos embalses, diseñados para abastecer a Sevilla y su área metropolitana con 1 millón de habitantes por los apenas 30.000 de la comarca serrana.

Menos apreciable de momento es la subida del nivel del mar. El Panel del Clima se atreve a plantear una subida de 1 metro. Un vaticinio científico que, de confirmarse, cambiaría por completo la faz de las playas de Huelva e incluso de zonas de la capital aledañas a la ría y a las marismas. Porque el mar alcanzaría paseos marítimos y calles de urbanizaciones costeras amén de áreas ocupadas al mar por proyectos urbanísticos de décadas pasadas.

Según el trabajo, la subida del nivel del mar no solo amenaza a las personas sino a la agricultura. Provocaría la salinización de los acuíferos, una circunstancia que ya se observa en el estado que presenta el acuífero 27 de Doñana y que riega el Condado de Huelva.

Un aperitivo de la subida del nivel del mar que puede ayudar a visualizar lo que puede pasar fue el paisaje dantesco que proporcionó la borrasca Enma en la primavera de 2018. Huelva vio mareas como pocas veces se habían registrado. Las olas rompieron edificios en El Portil, asolaron paseos marítimos desde Matalascañas hasta Isla Cristina, anegaron campos de cultivo, provocaron más de 2.000 incidencias y las aguas llegaron hasta el malecón del Aqualón en la capital y removieron peligrosamente el contenido de las balsas de fosfoyesos ubicadas en las marismas del Tinto.

Enma ha sido el último gran temporal que ha azotado Huelva. Pero vendrán más si se cumple la previsión que avanza el estudio ‘Riesgos asociados al cambio climático y cambios medioambientales en la región mediterránea'.

Otra de las consecuencias que acarrea la subida de las temperaturas, las consiguientes olas de calor (España ha sufrido ya 96 desde 1975) y la desecación de los bosques es la proliferación de incendios y su virulencia. Y en este capítulo Huelva puede perder mucho. Con sus 800.000 hectáreas de foresta y bosque es una de las provincias españolas más arboladas.

Desde el 2000 ha habido dos avisos de lo que se ha dado en llamar ‘superincendios’. El primero acaeció en la Cuenca Minera en 2004. El mayor incendio que se recuerda desde 1991. Dos personas fallecidas, cientos de evacuados de sus hogares y 35.000 hectáreas quemadas en siete días de fuego incontrolado. Los vientos cálidos propagaron una imparable lengua de fuego entre Huelva y Sevilla. Las tareas de extinción costaron 2 millones de euros, se invirtieron otros 70 en restauración y aun así hasta el 2080 no se recuperarán las especies de quercíneas y alcornoques que calcinaron las llamas.

Los avisos no paran aquí. Las plagas de medusas, por ejemplo, y la aparición de especies (algas) que afectan a la pesca e invaden las playas son también ejemplos de lo que advierte el informe.

Este riesgo combinado debido al cambio climático no deja títere con cabeza. La detección en Huelva de especies invasoras, portadoras y transmisoras de enfermedades como el mosquito tigre está documentada. Igual que la aparición de males tan temidos por los ganaderos como la ‘fiebre del Nilo’. En Huelva, una decena de pueblos desde Almonte a Puebla de Guzmán conocen ya las consecuencias de este virus importado. Una enfermedad que ha saltado ya al ser humano con el contagio de una turista francesa que había visitado las provincias de Huelva y Sevilla.