viernes. 26.04.2024
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Los vecinos de Galaroza pagaron el arreglo del cementerio en 1967

Las dificultades económicas de muchos Consistorios en ciertas épocas impedían el correcto desempeño de sus tareas en estos días tan especiales y solicitaban ayuda a sus vecinos
Los vecinos de Galaroza pagaron el arreglo del cementerio en 1967

El Día de los Difuntos y el de Todos los Santos son conmemoraciones religiosas y emotivas que nos hacen recordar a los seres queridos desaparecidos. En la actualidad, la práctica totalidad de los ayuntamientos realizan trabajos de adecentamiento y embellecimiento de los cementerios locales, con el objetivo de que los familiares de los fallecidos encuentren un ambiente adecuado y con las condiciones adecuadas para prestar homenaje a sus difuntos.

Pero hubo un tiempo en que no fue así. Las dificultades económicas de muchos Consistorios impedían el correcto desempeño de sus tareas en estos días tan especiales. El archivo y la hemeroteca reflejan estas condiciones que pasaron, y aún sufren, algunas localidades. Un ejemplo es la iniciativa del Ayuntamiento de Galaroza en 1967, año en que no disponía de los recursos económicos necesarios para hacer frente al arreglo del camposanto.

La solución fue pedir a los vecinos su colaboración pecuniaria. En un escrito enviado a los cachoneros, el alcalde Juan Pérez solicitó por escrito una especie de donativo o aportación para la ejecución de obras de limpieza y reparación  del cementerio y de la capilla existente dentro del recinto.

Algunas peticiones fueron de 50 pesetas de la época, aunque se indicaba que “si sus disponibilidades lo permiten, veríamos con sumo agrado que incrementase la cantidad interesada”.

La apelación al espíritu cívico y a lo ineludible de esta iniciativa, “en virtud del respeto que debemos a nuestros difuntos”, apremiaba a la terminación de las obras con anterioridad al 1 de noviembre.

No sería la primera exigencia de aportaciones a los vecinos en la Galaroza de aquellos tiempos. El propio alcalde escribió el 15 de Abril de 1969 al Director General de Promoción del Turismo para participar en el certamen de embellecimiento de pueblos convocado a nivel estatal. El contenido de la carta incluía un informe que acreditaba las mejoras y obras realizadas en los últimos años. Entre ellas, se mencionaban iniciativas como la acometida de agua y el arreglo en varias calles principales del pueblo o incluso el arreglo del Colegio Hermanos Arellano, que fueron sufragadas con donaciones vecinales.

Esta fue la España de no hace mucho, en la que de las dificultades económicas no se salvaban ni los muertos.