martes. 16.04.2024
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Opinión

Escribo, luego pienso

Los abuelos están para el verano (también primavera, otoño invierno) pero en verano, mientras los padres trabajan, nosotros cuidamos y disfrutamos de los nietos. Estoy en El Portil, he salido a dar un paseo matinal después del madrugón que me he pegado (10:45) desayuno y mientras ellos van a la playa con la parienta. Entro a comprar algo y un señor trata de colarse. No soporto que se cuelen ni colarme, se lo digo y el señor dice que es que tiene mucha prisa. Recordé en una cola en el Museo de Bellas Artes de Sevilla cuando otro señor se enrrolla con un grupito que estaba delante de mí, le dejé un tiempo hasta que vi que avanzaba hasta la entrada, le digo: amigo, la cola está atrás, no delante, me miró con cara de asesino pero se fue a la cola.

Luego llego hasta el restaurante El As de Oro donde, en la terraza, a la sombrita y después de caminar media hora, me gusta tomarme un café y leer la prensa. Mi gozo en un pozo: alguien pone una radio a todo volumen y uno, que tiene el oído derecho jodido (el derecho, claro) termina el cafelito y sale pitando para casa.

En el camino de vuelta, en un chalet de esos suntuosos, sigue ondeando una bandera de España que no sé si se puso para animar a la selección nacional o la han puesto para honor y gloria del triunfo, insuficiente pero triunfo al fin y al cabo, del partido de los populares.

Y aquí termina la historia de un paseo de hora pico, escrito sin pretensión bajo un pino centenario y millones de mosquitos.