martes. 07.05.2024
El tiempo
Opinión

Europa no puede jugar más al neoliberalismo

Europa no puede jugar más al neoliberalismo

Hace unos días, en medio del asesinato de una dirigente del Partido Popular a manos presuntamente de unas "colegas" suyas con el mismo carné, otra dirigente con el carné desteñido de tanto cambiarlo señalaba que: "hay que regular el uso ofensivo de las redes sociales para no dejar en la impunidad a los cobardes". Rosa Díez, la líder magenta, llamaba "gentuza" a las personas que aprovecharon las redes sociales para utilizar el asesinato de la presidenta de la Diputación de León.

Tal es el asunto que el Ministerio del Interior ha abierto una investigación para determinar si mensajes de celebración y justificación de la muerte, así como insultos, pueden ser motivo de persecución y acciones judiciales. De hecho una concejal del PSOE presentó su dimisión tras tuitear que "quien siembra vientos, recoge tempestades".

Todo ello ocurre en el contexto de la campaña electoral europea en la que Felipe González se ha convertido en estrella mediática defendiendo un pacto PP y PSOE, mientras que los suyos 'de ahora' se pronuncian en las redes sociales justificando que los "jarrones chinos" ya no juegan el partido. Claro que González no dice ninguna mentira pues el PSOE y el PP han votado conjuntamente en el Parlamento Europeo en un 73% de las cuestiones.

Pero resulta que endurecer el control de las injurias en las redes sociales no se recoge en la mayoría de los programas electorales que he tenido la cabezonaría de consultar. En Europa eso no preocupa...

En Europa, las "marionetas" de la Troika están preocupadas porque la soberanía popular se dé cuenta de que la abstención beneficia al bipartidismo, ese que le baila al son del criterio mercantil, y porque utilicen la fuerza del pueblo para desmontar el circo neoliberal de Bruselas.

Las "marionetas" de la Troika están preocupadas porque los ciudadanos y ciudadanas de la Unión Europea se den cuenta de que nos asfixian justificando el pago de una deuda ilegítima. La Troika teme, y tiene que temer, que tras las elecciones europeas del 25 de mayo la ciudadanía considere necesario la nacionalización del BCE y su democratización para que el crédito fluya, es decir, que los europeos y europeas griten a pie de urna que la banca no puede ser la dueña de nuestro destino. El "austericidio" que gestiona la Troika empieza a provocar reacciones, los ciudadanos del viejo continente quieren y tienen que entrar en el Parlamento. Porque Europa necesita que su prioridad sea los problemas de sus ciudadanos y no los rescates a los bancos y a las grandes empresas multinacionales. Europa necesita recoger la alfombra roja de los mercados y plantar un jardín en el que crezca democracia, justicia e igualdad. Europa no necesita protagonistas con trajes del IBEX 35, necesita que la fuerza del trabajo impulse un nuevo modelo productivo. Europa necesita cambiar el dinero de los bolsillos de los ricos mediante una urgente reforma fiscal, una justicia fiscal, en la que paguen más los que más tienen.

La corrupción no es una mera anécdota de nuestro país, es el medio fundamental que tiene la oligarquía para controlar a la clase política y domesticar a la democracia. Los ciudadanos y ciudadanas estamos en el banquillo mientras se desarrolla el partido en el que los poderes económicos juegan a "controlar" a los políticos; los medios de comunicación, controlados a su vez por los poderes económicos, difunden, enterrando la objetividad profesional, la corrupción como algo consustancial a la vida pública, lo que provoca el rechazo de la "política" y de los "políticos" en una gran parte de la población, ¡eureka! Es el mejor gol, que la gente no quiera votar y que se grabe a fuego "todos los políticos son iguales". Es un juego perverso en el que no podemos seguir cayendo, ya no podemos seguir manteniendo este juego.
El neoliberalismo ha puesto fin a la Europa Social. El pacto social que nos proponen está fundado sobre el miedo, la desigualdad y la ausencia de derechos. Europa no puedo jugar más al neoliberalismo. El viejo continente ya no está para juegos.

Comentarios