martes. 07.05.2024
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Opinión

El ángel de las cunetas

Hoy tengo una historia que contaros. Su protagonista es Julia Rufo y siempre será un ángel...


Andalucía acaba de iniciar la tramitación de una Ley para recuperar la dignidad de las víctimas de la Guerra Civil y de la posterior represión franquista. Una Ley hecha contra el olvido y que se inspira en los principios de verdad, justicia y reparación. Una ley que aspira a cicatrizar las heridas que aún permanecen abiertas. Ya ha pasado demasiado tiempo. Ha llegado el momento de llevar a cabo el reconocimiento de la lucha del pueblo andaluz por las libertades, la democracia y su autonomía plena.


Y contra el olvido, hoy me siento afortunada y comprometida al enfrentarme con palabras a una historia de una heroína, valiente y humilde a la que su tierra, mi tierra, le debe un reconocimiento. Tenía una deuda con su nieto, Carmelo Rufo, quería que convirtiera la historia de su bisabuela en un relato de homenaje...


Julia aprendió luchando a ejercer la libertad. Tenía los pulmones del color 'negro telera' pero el alma roja como el corazón de su tierra. Fue madre soltera a finales del s. XIX, y ella sí que sabía lo que costaba defender sus derechos como mujer. Y con todo ello luchó contra el hambre y contra la guerra de mediocres machistas que masacraban las libertades de los hombres y las mujeres de la España más sangrienta.

Julia fue un ángel de los “bujeros” (como ella los llamaba) y de las cunetas. Esta mujer se dejaba el miedo y la cobardía en su casa de Nerva cuando caían las tardes de guerra y llegaban las noches de balas. Sabía que no podía dormir en paz, era un ángel de las cunetas. Cuando los valientes de pistolas al hombro abandonaban con orgullo su montaña de víctimas silenciadas, Julia buscaba en la penumbra de la noche a aquellos que se aferraban al hilo de vida que la maldita guerra les dejaba como fortuna. Aquellos a los que gracias a Julia nunca les llegó “el tiro de gracia”. Los nudillos de Julia en las puertas se convirtieron en la llamada de la esperanza. “No llores más mujer, ve a buscarlo, está vivo, sé que está vivo”, eran las palabras que empleaba en la clandestinidad de su heroicidad.

Nunca faltó. Mientras la guerra mataba, Julia salvaba. No le importaba si el color de la sangre derramada era falanguista o republicana, los ángeles no entienden de ideología. Nunca renunció a luchar a cambio de nada. Nunca se rindió ante las balas de la sin razón, nunca le temblaron los principios para buscar los suspiros de esperanza entre los fusilados por la envidia. No estaba dispuesta a aniquilar los sueños de los que se aferraban a la vida.

Ahora que Andalucía va a recuperar la memoria de todos las víctimas y exhumará las fosas, debemos rendir homenaje a este ángel de las cunetas que con su valentía impidió que hoy busquemos entre los huesos a las personas que ella salvó.

Si mis letras pueden servir para algo, desde estas líneas insto a mi tierra a que, además de restaurar la Iglesia, otorguen a Julia Rufo el nombre de una calle de Nerva.

Contra el olvido, a un ángel de las cunetas.

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