viernes. 29.03.2024
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Opinión

Invitación

La época se presenta propicia para los eventos; en cualquier lugar hay una fiesta, cualquiera prepara algo en casa e invita a los amigos, las comidas entre compañeros se prodigan, las celebraciones son frecuentes, las bodas están reservadas para este ciclo; existe una maraña de acontecimientos que desentraña esa vida menos ajetreada convirtiendo en causa de cierta alegría este inmenso tropel de gentes.

Pudiera parecer que se trata de promocionar las relaciones humanas que acaso estuvieran oxidadas después de un hosco tiempo de afrentas lluviosas, vientos incontrolados y sustos de tormentas, y es así la realidad, sin discusión, considera la experiencia. Algo de incerteza tiene la citada conclusión si a las tierras nuestras referimos o consignamos en tal apartado de haber vivido en clausura estaciones atrás; nada más lejano a los hechos, que por mucho que establezca lo dicho, de empírico o real, la verdad se sustenta en otras premisas. La sociedad donde habitamos, nosotros, los de aquí, hace vida callejera. Es todo el año un fluir de relaciones, de contactos colectivos desde donde se promulgan las leyes de la convivencia sin una imperfección. Es así, con soltura se destilan las amistades y se divierten el cuerpo y el alma a través de estas fórmulas tan sencillas de compartir conversaciones, cantes, comidas o fiestas con los más allegados que son quienes componen la piel que nos cubre el sentimiento y nos aporta la vitamina necesaria para continuar con menos espasmos solventando el placer de vivir.

Que la invitación siempre traiga un arraigo o una agradable consecuencia depende del estado de recepción que cada cual formule pero se dan los acordes justos para que la sinfonía salga a pedir de boca. Que siempre en nuestras tierras son exageradas las ocasiones para la solemnidad de un encuentro o la delicadeza de un buen acto con amigos, y siempre acaparan tanta consistencia que ayudan a sobrellevar la fusta ingrata de los vicios crónicos que crecen en la otra parte de nuestras realidades, aquellas que en tales supuestos nunca nombramos.

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