viernes. 26.04.2024
El tiempo
Opinión

Espacio reservado

No resulta fácil entender que el noticiario nuestro de cada día esté obligado a reservar espacio a todo cuanto pensamiento, rueda de prensa o banalidad provenga de siglas políticas con representación parlamentaria y/o autonómica; no siempre –muy pocas veces, para ser más riguroso- las formaciones políticas tienen cosas importantes que transmitir y se llega al absurdo de informar por informar, de lo que sea, sin un análisis detallado de su necesidad o adecuación y sin ponderar los valores de la noticia. No es fácil entender que los periodistas encargados no tengan capacidad para resolver cuestiones de tal fondo porque vienen impuestas desde no se sabe qué norma creada por los mismos partidos para usufructo exclusivamente personal. El resto de noticias sí que pasan filtros de necesidad, calidad, inmediatez e impacto, las inventadas en la clase indicada tienen el privilegio de poseer un espacio reservado.

Sufrimos la imposición de la idolatría a los sistemas y en su consecuencia a cuantas personalidades –dicho sea con todo respeto y sin ánimo de levantar hilaridad- conforman el sistema; no es fácil entender que nuestro desayuno, nuestro almuerzo y nuestra cena –dicho sea también con todo respeto y sin ánimo de ofender a quienes por carencia se saltan algunas de estas obligadas liturgias- venga siempre ilustrado con las caras de gentes que no son de nuestro ámbito y que siempre procuran estar más alejados de nosotros. No es fácil entender cómo el noticiario nuestro de cada día promociona la idolatría sin un mínimo de estudio sobre sus nefastas consecuencias psicológicas para el resto de los humanos y principalmente para los niños. Con ello consigue, por dictado político, fomentar la sumisión y acrecentar las diferencias entre los que orinan y los que se orinan en los que orinan, impulsando perfiles determinados de seres solo políticos que se fortifican desde la continua publicidad y que son apariencias con todos los cánones perfectos para sociedades de progreso. Una vez creado el ídolo es complicado que se renuncie a esa devoción y se acaban detectando miedos insuperables entre unos de abajo para con los de arriba. No resulta ejemplar ni sociológica ni socialmente este tipo de prácticas para el buen desarrollo de cualquier sistema entendido como democrático, eficaz y aceptable. También en esta senda llevamos rumbo torcido.

Comentarios