sábado. 27.04.2024
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Opinión

Con el debate a cuestas

Llevamos varios días sin hablar de otra cosa que del combate -perdón, el debate-, de la tele, donde acudieron a mostrar sus rostros y cualidades cuatro candidatos a presidente, (pelillos a la mar lo de la alineación indebida de Soraya, es estrategia de gobierno, como todas las demás durante los últimos cuatro años, que no será mal calificada por el fiel electorado), que intentando ajustar un país desajustaron sus programas y sus prestigios. Al final se dice que más de nueve millones de españoles vieron este combate- con perdón- para no definir la más mínima de las opciones ni plantear las soluciones requeridas. Era todo un montaje mediático para engordar las arcas del medio con fuegos de artificio capaces de llegar con ruido a los rincones más insospechados, donde ni siquiera se sabe aún que los bombarderos europeos siguen dejando caer bombas en Siria, Irak, Afganistán y en cualquier lugar que el antojo permite.

Lo importante no fue lo que se dijo sino quién obtuvo la victoria, a eso se ha ceñido la conclusión de los medios influyentes que han conseguido que para los espectadores haya de ser esa la identidad del asunto. Los periodistas que tratan estos temas tienen su valía, sus conocimientos y su experiencia y quizá también supieran que ninguna otra razón se podría sacar de semejante fiasco y de ahí que se dedicaran -para obtener mejores cuotas y más atención- a buscar causas que fueran de entidad suficiente como para alargar el combate -perdón, el debate- a la sociedad; y bien que lo han conseguido porque desde entonces ha dejado de importar el programa y han puesto sus predilecciones en la capacidad de victoria de cada uno de estos candidatos.

Solo entiendo de política a nivel usuario, desconozco las algarabías que se montan para diseñar programas, elegir candidatos, programar mítines, participar en medios, calibrar fuerzas, etc; pocos somos los españoles no políticos entendedores de estas cuestiones tan decisivas de la política y seremos menos cada vez porque cada vez gusta menos en la sociedad pero el pequeño saber nos encamina a rechazar estas fórmulas, estos personajes, estos montajes y estas soberbias; algo hemos aprendido de esta asignatura y somos los más interesados en que salga lo más exquisito el puchero aunque pongamos trabas a la metodología utilizada para convencernos de las excelencias de los proyectos de cada formación política. Solo entiendo de esto a nivel usuario y por eso no perdí tiempo en contemplar el combate -perdón, el debate- de los candidatos. Y ahora me alegro.

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