Andando el tiempo

De aquellos sueños compartidos que nacieran en 1987 ha quedado ese dulce compromiso que se atiende cuando los romeros empiezan el andar hacia el lugar donde la ermita, hecha a mano y corazón, espera el sosiego de la convivencia. Es el mayo primaveral y prestidigitador quien hace a los pueblos convertirse en foros de diversión, también a Tharsis; y fue en mayo cuando aprendimos a codearnos con caballos y trajes de flamenco; y ha pasado un tiempo que hemos hecho a placer y con artesanía amorosa. Y fue en mayo cuando nos convencimos de que nunca estaríamos solos, que seguimos siendo una piña dorada del mejor metal y que hacemos de un paraje yelmo un paraíso deseado. No estamos solos, vienen con nosotros los amigos de Barcelona, los de Huelva, los de los sitios que nos aman. Y no estamos solos, que están con nosotros las ilusiones, los poderes de la amistad, los sonidos del tiempo, la guitarra, la sencillez, la bondadosa manera de acoger.
En estos días la calidez de mi pueblo se traslada a la ermita, allí componemos una canción para hacerla a coro, fabricamos un perfume que sirve para seguir entendiéndonos; allí gozamos como merecemos y hacemos gozar a quienes se ponen cerca de nuestro afecto. Y no más que buena ensalada, caldereta, estancia, espacio abierto y buena voluntad son los pobres ingredientes de nuestra Romería sin mucha historia, que solo se distingue porque la hemos inventado nosotros a nuestra manera y la disfrutamos a golpe de complacencias.
El tiempo se nos ha ido de las manos porque parece que fue ayer cuando trece valientes pusieran la primera piedra en este ingenio pero más nos importan los sueños cumplidos y los que continuamos fraguando noche a noche, día a día. Y seremos muchos más empeñados en la pervivencia de nuestro mundo de anhelos. Que mi pueblo no posee historia reciente pero es un valedor de historias desde romanos o cartagineses. Y que Tharsis, mi pueblo, tiene su gran amparo de todos nosotros que tanto honor y respeto le profesamos.