Los fármacos de salud mental producen efectos paradójicos
Es evidente que los fármacos salvan vidas pero hay que sopesar los efectos secundarios o PARADOJICOS, si compensa o no la recuperación de salud o sustituirlo.
Hay un proceso de adaptación a un medicamento y las diferencias individuales entre las personas, produciéndose alergia en algunos y por ello hay que desechar.
Hace poco los opinólogos de televisión hablando del envenenamiento por parte de una mujer a su marido y luego suicidarse afirman que estaba bien porque seguía un tratamiento. La realidad nos habla de lo contrario y por ello las revisiones deben ser constantes. Sin olvidar la psicopatía o nula empatía por el otro que muchos osan llamarlo suicidio por compasión. Cuando es un asesinato.
Debo narrar un episodio vivido como profesional con varias jóvenes. Me importa más la persona que el negocio farmacéutico.
A varias jóvenes diagnosticadas con depresión se les dio un ansiolítico, lorazepam u orfidal .Empezaron a sentir deseos irrefrenables de suicidarse y de hacer daño al de al lado. No querían pero era una idea fija sin control. Retirado el tratamiento esas ideas desaparecieron. Se sustituyó por otra benzodiazepina, alprazolan o tranquimazin con gran utilidad en ataques de pánico o agorafobia. Ambas generan dependencia y por ello deben retirarse gradualmente no en el caso de sustitución de una por la otra sino al dejarlas.
También los antidepresivos en algunas personas producen intentos suicidio. A veces en trastornos psicóticos donde la medicación es imperiosamente necesaria a veces abandona por los efectos secundarios como mareos, visión borrosa, desorientación hiporonia.
No se debe aconsejar un tratamiento salvo un profesional ya que no son productos de supermercados y cada persona es distinta.
La terapia psicológica y de control mental en depresiones es lo mejor Y recordar que seguir un tratamiento no significa estar bien ni curada la persona. Gran importancia las revisiones periódicas y advertir a laboratorios posibles efectos adversos porque es de interés público y médico sin negar la trascendencia de medicinas necesarias para la salud y curación.