jueves. 25.04.2024
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Opinión

Hablemos de acoso escolar

Paula García Sánchez, criminóloga y mediadora destaca en este artículo, coincidiendo con el comienzo del curso escolar, lo importante que es hablar del acoso que sufren miles de niños y la importancia que tiene la escuela, uno de los primeros entornos de socialización primarios.
Hablemos de acoso escolar

Paula García. Con el comienzo del curso escolar es importante hablar del acoso que sufren miles de niños y la importancia que tiene, que la escuela, como uno de los primeros entornos de socialización primarios, tenga las herramientas adecuadas no solo para actuar en estos casos, sino también para prevenirlos.

Cuando hablamos de bullying debemos entender por ello cualquier acto realizado con la intención de dañar a la víctima (ya sea física o psicológicamente) durante un periodo de tiempo prolongado y en la que se da una clara diferencia de poder entre el agresor y su víctima.

Llegados a este punto, las escuelas deben activar el protocolo que tengan diseñado para estos casos.

Las acciones violentas continúan en el tiempo cuando encuentran apoyo en el entorno. Normalmente, en los casos que versan sobre el acoso escolar, es el silencio de aquellos que observan, lo que da fuerzas y legitima al agresor a continuar con ello.

Las consecuencias que surgen a raíz de este ciclo de violencia no afectan solo a la persona que las sufre, es importante comprender que no se debe demonizar al agresor, es un niño/a con problemas de confianza en si mismo/a que solo busca la aceptación y el reconocimiento del grupo para enfrentar los miedos que ni el mismo sabe que tiene (Vázquez González, C., 2019). Siendo imprescindible que el protocolo que se active proporcione tratamiento psicológico a ambos.

Por otro lado, hay que destacar que los sentimientos que siente la víctima son variados, entre ellos cabe destacar según Vázquez González (2019):

• Sentimiento de culpa y desvalorización de la propia imagen.

• Trastornos emocionales y dificultad para relacionarse.

• Desmotivación y miedo de acudir a la escuela.

• Sentimiento de inseguridad.

• Fracaso, impotencia y frustración.

• Problemas de sueño.

• Y, en casos extremos, incluso el suicidio.

Para estos casos, y si se está sufriendo esta situación, o se conoce de alguien que la padezca, existe el número de ayuda contra el acoso escolar: 900 018 018, gratuito, confidencial y activo las 24 horas del año.

El acoso no es cosa de niños e ignorar el hecho solo hace que la violencia se legitime y el agresor interiorice el acto como algo correcto. Mirar a otro lado no hará que esto desaparezca y es responsabilidad de toda la comunidad educativa (familias, escuela y sociedad) intervenir y dar una solución correcta, que, desde luego, no pasa por cambiar a la víctima de centro, es el agresor el que debe ser cambiado, debe haber castigo para que queden bien definidos los papeles de agresor y víctima. Que se entienda que no habrá tolerancia con este tipo de actos.

Por ello, es necesario intervenir e invertir en medidas de prevención, educar para que la violencia no sea nunca una opción ni se legitime con el silencio.

La escuela recrea la sociedad a la que deberán enfrentarse en un futuro y es por ello necesario que se les otorgue las herramientas necesarias para una correcta gestión y solución de los conflictos.

Las nuevas generaciones toleran cada vez con más dificultadla frustración, están acostumbrados a la recompensa inmediata y por norma general, no reciben la educación emocional que necesitan para comprender sus sentimientos y saber cómo gestionarlos de forma correcta.

El ambiente social que se genera en la escuela no solo debe ser positivo, sino que además, tiene que incentivar el conjunto de valores, actitudes, tradiciones y comportamientos de vida basados en la cultura de paz, los cuales comprenden según, las Naciones Unidas (1999): el respeto a la vida, el fin de la violencia, el diálogo, la cooperación, el respeto, el arreglo pacífico de los conflictos, igualdad entre hombres y mujeres, tolerancia, solidaridad y entendimiento, todo ello con el fin de favorecer la paz.

Los/as niños/as de hoy, son los adultos del mañana y en nosotros está educarlos de forma que entiendan que la violencia nunca será la solución. Precisamente para evitar y prevenir estas situaciones de acoso escolar, hay que orientar, según Díaz – Aguado (2003), la intervención de forma que se acabe incorporando el rechazo a la violencia en la propia identidad, recurriendo para ello a cambios cognitivos, afectivos y de comportamiento.

Es pues necesario incentivar la democracia participativa en el centro, incrementando la colaboración entre toda la comunidad educativa. Estimulen programas de prevención que:

• Enseñen a gestionar y solucionar los conflictos.

• Potencien la empatía y el respeto.

• Creen climas sociales positivos y de tolerancia cero.

• Proporcionen herramientas para comprender y gestionar las emociones.

No esperemos a que se dé el problema para actuar, el daño ya estará hecho y será demasiado tarde. Eduquemos para prevenir.