martes. 14.05.2024
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Opinión

Otra Europa

No puedo. Sinceramente no puedo vivir de esta forma. Los acontecimientos me superan. La apatía de los sindicatos me abruma. La incapacidad de ciertos 'líderes' políticos me anonada. Los silencios cómplices atronan mis oídos como movimientos telúricos.

Si alguna pitonisa me hubiera soplado hace una década que, a día de hoy, íbamos a transitar por estos andurriales, le hubiera dicho a la cara que poco o nada tenía de la mantia que ejercieran con acierto el ciego Tiresias o la Pitia del oráculo de Delfos, por poner un par de ejemplos.

No hay nada peor que vivir sin referentes. Es como si no tuviéramos pretérito. Como si todo aquello que nos ha hecho como somos: costumbres, tradiciones, leyes, espacio o tiempo... pudiera borrarse de un plumazo por los nuevos regidores del universo.

Nos están haciendo circular por un sendero que sólo conduce a la defensa del individualismo más atroz en detrimento de las conquistas sociales que jalonaron la política de los siglos XIX y XX y que tanto bienestar aportaron a aquellas personas que menos o nada poseían.

Siento vergüenza -como ciudadano europeo- del derrotero que están tomando las cosas en nuestro continente. Estamos perdiendo derechos tal como se escapa la calderilla de un bolsillo roto.

¡Qué pena de sangre derramada en pos de la consecución de los mismos! ¡Qué poca conciencia la nuestra! ¡Qué insolidaridad con los otros! Con los que nada tienen, con los sin techo, los sin trabajo, los sin formación, los sin nada...

¡Qué pena también de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos! Esos jóvenes españoles que mendigan un mísero trabajo por un país y por otro, cobrando como "minijobs" pero desarrollando labores a tiempo completo o casi, y que, curiosamente, forman parte de la generación más formada que jamás tuvo España, por ceñirnos al terruño.

¡Qué desolador panorama! Estoy hasta las narices de los estrategas macroeconómicos que alimentan a los bancos y a las multinacionales y abandonan a su suerte a las personas.

Hemos olvidado que el poder reside en el pueblo; que es la ciudadanía quien pone y quita gobiernos. Que sí se puede, cuando se quiere.

Tengo la impresión de que vamos a una balcanización de la política y el sueño europeo se irá con los liberales vientos dominantes. Una pena y grande, esto que nos ocurre.

La pérdida de votos de los grandes partidos políticos en todos los países europeos y la cosecha de los mismos que están realizando partidos radicales de izquierda o de derecha muestran el incierto camino diseñado por los que mueven las fichas en cenáculos elitistas y ocultos.

La Europa constituida, tal como está, no traerá bienestar sino más pobreza. ¿Cuánto hemos de esperar más para dar por cierto dicho aserto? ¿Cuánto?

Los ideales que sirvieron de basamento para la construcción de la misma han sido sustituidos por códigos que sustentan la injusticia, la insolidaridad y la desigualdad.

No quiero. No creo en esta Europa. Su vereda lleva a un futuro de dolor y llanto que sólo padecerán los más débiles.

Necesitamos una revolución en las Ideas para contraponerla firme y sólida frente al dogmatismo economicista imperante y que ha arruinado la vida de tantos seres humanos sumiéndolos en la miseria.

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