martes. 14.05.2024
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Opinión

Las habitaciones oscuras

Mientras leo La habitación oscura (Seix Barral) de Isaac Rosa, una interesante novela de la que hablaré cuando proceda, se me viene a las mientes lo siguiente:

Imaginemos que cada persona, usted, yo, todas, vive en una habitación oscura (su cerebro) en la que nadie sabe qué ocurre ni tiene acceso excepto en lo que cada cual desee voluntariamente sacar al exterior.

Imaginemos que cada familia es una habitación oscura en donde se padecen y se hablan de cosas que se ocultan a los vecinos y a la sociedad por aquello del qué dirán, y ocurra lo que ocurra en ese círculo de componentes incluidos en un Libro de Familia, de cara a los demás, nos mantenemos enhiestos como pilares incólumes e indestructibles.

Imaginemos que cada pueblo tiene su idiosincrasia y desea defenderla a capa y espada contra las peculiaridades de otros pueblos, y se guarda las cartas de sus acciones y no las enseña hasta que entienda que la partida le va a ser favorable y, entonces, en un golpe de mano, expone con la retórica adecuada todo lo que se habló y discutió en su habitación oscura para engañar a los demás hasta conseguir el objetivo.

Imaginemos que las Religiones todas son habitaciones oscuras, cenáculos de lo oculto, en donde se celebran concilios cuyo único objetivo es defender el interés de sus miembros frente a los otros, utilizando como arma la fe y la buena voluntad del pueblo y desterrando la razón y la ciencia por ser elementos que sólo traen problemas al colectivo, cuyo única razón de ser es la preservación de su enorme patrimonio y su primacía en el gobierno del mundo.

Imaginemos que la Banca es una gran habitación oscura en donde se manipula y especula con el dinero de los demás, importándole una higa a sus componentes si hay personas que se mueren de hambre, pasan privaciones inhumanas, padecen enfermedades que podían corregirse con vacunas más baratas o si la sociedad, en realidad, con el dinero que hay circulante, que está en manos de un 1% de la población mundial, tendría bastante para crear un paraíso terrenal en donde estuvieran cubiertas las necesidades básicas de todas y cada una de las personas existentes en el planeta.

Imaginemos que los Gobiernos todos son habitaciones oscuras en donde se discuten las cuestiones que interesan a la ciudadanía, o, lo que se viene a denominar, el interés general, pero éste, siempre, siempre, viene sesgado no por la realidad cambiante que nos circunda y que hay que combatir, sino por un interés espurio, partidista o sectario que hace que los partidos que los componen puedan mantenerse en el poder el mayor tiempo posible en vez de facilitar un frente común que permitiera un mejor gobierno de la res pública en beneficio de la ciudadanía.

Imaginemos ahora que todo lo dicho sólo es un sueño soñado en la habitación oscura de este iluso que escribe, o, en cambio, por qué no, lo leído es posible y sólo necesita que la ciudadanía lo exija con la fuerza suficiente para cambiar este indecente estado de muchas cosas.

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