domingo. 05.05.2024
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Opinión

¡Vaya cruz!

El otro día asistí a una conversación muy interesante entre dos militantes socialistas, muy preocupados por la situación en la que se encontraba la ciudad. Uno de ellos explicaba que estaba muy cabreado (eso dijo) por la poca actividad que veía dentro del partido ante la cita trascendental de dentro de quince meses, fecha que consideraba vital para que el partido volviera a donde solía. No entendía este militante socialista que el partido no hubiera elegido ya oficialmente al candidato a la Alcaldía y que no se hubiera dado una batida por todos los barrios de la capital, en donde había que hacerles ver a los vecinos (los votantes) lo que ha hecho Perico (así se refería al alcalde) en estos tres últimos años; osea, nada. Hay que ir puerta por puerta con las promesas de Rodri (así llamaba ahora al alcalde) y demostrarles a todos que les ha engañado. Muy enfadado se mostraba este militante socialista, a quien intentaba calmar el compañero.

Pero aquí no paraba su alocución ya que tras dar cuenta de algunas particularidades que no vienen al caso, el principal interlocutor volvía a cargar contra los suyos (los socialistas) al considerar que si ya se tiene decidido que sea Cruz el candidato, por qué no se ponen a trabajar de una vez y ‘dinamitan’ esta ciudad, que no puede seguir un año más con un alcalde que tiene paralizada su actividad desde tiempos de Zapatero (plan E). Nunca vamos a tener más fácil echar a Perico, decía, a lo que el compañero advertía con que cada cuatro años decimos lo mismo: nos parece imposible que la gente le vote y al final acabamos lamentándonos la maldita noche electoral. Esta vez tiene que ser diferente, de ahí mi cabreo, decía el primero de los socialistas, ya que tenemos los hechos y la razón de nuestra parte: no han hecho nada estos últimos años, la gente lo sabe y no se les puede engañar, además en última instancia no hace falta que nosotros ganemos las elecciones, sino quitarles la mayoría absoluta, ya que con Izquierda Unida tendríamos los votos necesarios para que pasen a ser historia. Lo vital es ponerse ya a trabajar duro, como si las elecciones fueran a ser dentro de veinte días.

Al final, el malestar inicial se tornó en sonrisa cómplice, a la espera de futuros acontecimientos.

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