Una imputación menos Real

La infanta Cristina vuelve a la palestra informativa (por si alguna vez se había ido) y el juez Castro la ha imputado ante el rechazo de la Fiscalía, que recurrirá. Al final tendrá que ser la Audiencia de Palma quien decida, aunque el daño ya está hecho. Lo importante en este caso en lo que a la Casa Real se refiere es que ha vuelto la normalidad. Nada es igual desde hace escasamente una semana. La infanta ya no es la hija del Rey que reina, sino su hermana. Ya no pertenece a la Casa Real, sólo es familia. Lo único que no cambia es que sigue en puestos de privilegio en cuanto a la sucesión, pero tiene a varios por delante. Ya digo, normalidad.
Cristina ya no es ese lastre del que había que desprenderse cuando era la hija del Rey que reinaba. Su padre ahora está descansando en palacio y ya no tiene, de momento, actividad oficial. Del mismo modo, el 'marrón' Urdangarín ha pasado de yerno a cuñado del Rey que reina. Sutil diferencia. El Rey Felipe mira a un lado y otro y reconoce claramente a su Casa Real, cuyos miembros se pueden contar con los dedos de una mano: Reina Letizia, Princesa de Asturias e infanta Sofia, amén de sus padres los aún Reyes Juan Carlos y Sofía. Lo demás, familia, como el resto de los mortales. No es lo mismo tener imputada a una hija que a una hermana, no es lo mismo.
Así que si se va a juicio y se acaba condenando a la ya extraña pareja, este país puede quedar tranquilo. No habrá miembro de la Casa Real en la cárcel, como mucho alguién de la familia del Rey. ¿Y quién no ha tenido un garbanzo negro en su familia? Eso quedará en la memoria de los ciudadanos: el penoso papel de un matrimonio que tuvo pegado ante el televisor a unos cuantos millones de españoles y del que tanto disfrutaron en Barcelona los catalanes. Se casaba la hija del Rey de España. Ahora es sólo la hermana.