miércoles. 08.05.2024
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Opinión

Los parados son también personas

Los parados son también personas

Los políticos y los sindicatos no dejan de utilizar las cifras del paro a su conveniencia, y en una semana escasa hemos tenido partida doble de datos con los de la EPA y el INEM. Baja el desempleo, lo que no deja de ser positivo, aunque venga bien para unos y mal para el resto, sin importarles el drama que cada día viven millones de personas. Y es que los parados, señores/as son también personas, por mucho que les pese. Se crea empleo, o se deja de destruir. Empleo en precario, temporal, estacional, a tiempo parcial, poco indefinido, dicen los políticos y sindicalistas opuestos al 'régimen'. Vamos, empleo no digno, según parece. ¿Quiénes son ellos para dar lecciones a los parados sobre el empleo que deben aceptar? ¿Prefieren que se queden en casa y rechacen esa, para ellos, indignidad?
Estos señores de la política y de los sindicatos, que viven muy bien y que, precisamente, nunca han conocido la precariedad, en los últimos años se han preocupado más de sus propios intereses que de evitar la sangría del desempleo. Ya sabemos que algunos viven de la conflictividad, de que los trabajadores se queden sin empleo para después poder cobrar de las indemnizaciones futuras por los servicios prestados. Entonces, dónde está la indignidad de aceptar tal o cual empleo. No se han enterado (y tienen los datos) de que con la crisis muchos trabajadores han salvado sus puestos de trabajo precisamente por tener un contrato temporal, precario, a tiempo parcial, poco indefinido, al preferir el empresario de turno mandar al paro al trabajador fijo de toda la vida. Miles de trabajadores en la frontera de los 45-55 años que no han vuelto desde entonces a encontrar un trabajo, muchos de ellos con indemnizaciones por despido ridículas. ¿Quién es ahora el indigno?
Las cifras del paro hay que analizarlas con más seriedad, alejados del vil partidismo, ya que cada parado tiene detrás una vida y un drama familiar. Eso es lo que a políticos y sindicatos ha de preocupar y no si el empleo es o no indigno. Es el que hay y seguirá habiendo en un futuro, por desgracia. Es el parado, que recordemos es también una persona, el que debe decidir, nadie más. Y que los políticos y los sindicatos se dediquen a arreglar este país, que son, unos y otros, los que lo han dejado tal como está. ¿O seguiremos mirando para otro lado?

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