Libertad para la infamia

Una desgracia suele en ocasiones ser una buena oportunidad para que nos llevemos las manos a la cabeza y comprendamos que algo debemos estar haciendo mal cuando acabamos despertando al animal que llevamos dentro. Siempre ha sido así. El asesinato de esta semana en León ha puesto en cuestión la libertad que hay en las redes sociales para poder hacer lo que a cada uno le venga en gana sin impunidad alguna, resultando gratis la infamia y la jactancia más asquerosa. Lo llaman libertad de expresión. Qué vergüenza. Ahora tendrá que intervenir la autoridad y asistiremos al desatino de comprobar cómo los de siempre acabarán protestando al considerar que lo que el Gobierno quiere es poner una mordaza al ciudadano para que no se exprese como desee. Aducirán que se trata de un hecho aislado, que es labor de cuatro majaras a los que se les ha ido la cabeza. Siempre justificándose.
Mentira. Las redes sociales no son un terreno independiente en donde tiene que valer todo. Están sujetas a la legislación vigente y por ello han de pagar los que delincan a través de ellas. No es verdad que a estos sinvergüenzas les proteja el anonimato, ya que en su mayoría la autoridad tiene armas suficientes para dar con ellos. Hay que acabar con esta impunidad. La libertad de expresión no tiene nada que ver con la infamia y la mentira. Es más, todas estas personas que escriben de esta manera tan abyecta lo hacen para hacer daño. Ese es su único cometido. No hay nada de mordaza, pues si al final se les acabara callando saldremos todos ganando. No se puede admitir que en un estado de Derecho se permita el daño gratuito, que se aproveche la ocasión para la venganza y que se acepte el pavoneo más descarado ante hechos que deben de avergonzar a todo ser humano. Nadie, ni los de siempre, deberían convertirse en cómplices de estos delincuentes.