Hosteleros

Aunque sea de camarero. Esta es la expresión habitual que utilizan los que se han quedado sin empleo y deciden estar dispuestos a trabajar en lo que sea. Como si trabajar de camarero fuera tarea fácil. Hacer de camarero, sí; pero trabajar como camarero es cosa bien seria. El problema es que la hostelería, por desgracia, se ha llenado de personas que parece que pasan el rato haciendo de camareros, y así nos va. Es una pena que una provincia como la onubense que pretende vivir del turismo no apueste por formar a los profesionales de la hostelería, que los hay muy buenos pero que son los menos.

Lo que es poco razonable es que se trate tan mal a los clientes, que a fin de cuentas son los que con el tiempo acabarán certificando el éxito del negocio en cuestión. Al mismo tiempo, una gran parte de estos establecimientos carecen de variedad suficiente en los productos que ofrecen, sobre todo en lo referente al capítulo de bebidas. Algo que es difícil que suceda en otro tipo de comercio en Huelva. Claro que cada cual puede llevar su establecimiento como le venga en gana, pero que luego no se queje si las cosas le van mal. Es como si este tipo de empresarios consideraran que lo que ofrecen es suficiente para lo que "tenemos en Huelva", como si los ciudadanos de aquí fuéramos diferentes a los que vienen de fuera. Una hostelería del siglo pasado pero con precios del que viene, con mal servicio e instalaciones mediocres salvadas por la generosidad de sus terrazas.

Por suerte podemos también beneficiarnos de una buena hostelería, donde prima el servicio y la calidad de los productos, y donde se puede pasar un buen rato disfrutando de una tranquila y sabrosa sobremesa, bajo la atención de camareros profesionales y sin los sobresaltos de la mala praxis a la que pretenden tenernos acostumbrados esos listos a los que bien poco les preocupa el prestigio de un sector tan necesario para la maltrecha economía onubense.