viernes. 19.04.2024
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Lo que nos engancha de las redes sociales no son las redes sociales

Lo que nos engancha de las redes sociales no son las redes sociales

Facebook, Twitter, Pinterest, Instagram, Tinder. Todas las redes sociales nos enganchan porque nos cubren las necesidades que mueven nuestras conductas. Ya lo decía Abraham Maslow en sus primeras teorías sobre la motivación humana. Todas las personas actuamos y luchamos para cubrir nuestras necesidades básicas en cuatro niveles.actuamos

Según este referente de la psicología humanista del siglo XX, las primeras necesidades que luchamos por cubrir son las primarias o fisiológicas, es obvio: comer, dormir, beber, y esas que estás pensando también. La segunda es la necesidad de seguridad: la seguridad de tener esas primeras y básicas aseguradas, la seguridad física, la seguridad personal. La tercera que peleamos por tener cubierta es la necesidad de pertenencia, sentir que pertenecemos a un grupo, y nos gusta pertenecer a un montón de ellos. Y la cuarta es la necesidad de reconocimiento, o eso de ser un referente y destacar dentro de esos muchos grupos en los que andamos liados: comunidad de vecinos, antiguos alumnos de, voluntarios para, hermanos o socios de...

Según las teorías de Maslow, a las que le siguió dando vueltas este estadounidense de adopción toda su vida, no se nos abre una necesidad hasta que empezamos a ver satisfecha la anterior. Esto quiere decir que si no tenemos un sitio seguro donde dormir todos los días, la necesidad de pertenencia no nos moverá las conductas, y mucho menos el reconocimiento. Y lo mismo para la pertenencia: no necesitaremos destacar y buscar el reconocimiento hasta que nos sintamos parte de algún grupo.

Es en esas dos últimas necesidades, en la de pertenencia y en la de reconocimiento, donde las redes sociales actúan como verdaderos aceleradores, como drogas sobre las que ya alertan numerosas organizaciones y profesionales. ¿Pero por qué nos enganchamos tanto en estas dos necesidades?

No son las redes

Nos referimos de nuevo a las investigaciones de Maslow para aclarar que los dos primeros niveles de su jerarquía de necesidades, las fisiológicas y las de seguridad, crecen hasta que las sentimos satisfechas. Sin embargo, las necesidades de pertenencia y de reconocimiento tienen un crecimiento intensivo en el tiempo y no paran de crecer. Esto quiere decir que cada vez necesitamos más. Más tienes, más quieres. Ahí es donde las redes sociales nos enganchan. Pero no son las redes, es la facilidad con la que vemos cubiertas esas necesidades en sus dominios.

Las redes sociales facilitan casi hasta la intromisión inoportuna el contacto con otras personas. Nos permiten interactuar en tiempo real con un simple “me gusta” o un “felicidades”, y recibir de forma inmediata un reconocimiento que a nuestro cerebro le es suficiente, por muy superficial que sea.

Las redes son muy manipulables, y es fácil ofrecer una imagen aumentada de felicidad, de momento irrepetible o de sentimiento de amistad exacerbado hasta lo ilógico.

Las redes nos meten en un círculo vicioso de comparación de nuestra vida “normal” con las “perfectas” vidas de los miles de “amigos” que mantenemos en ellas.

Las redes nos ofrecen una realidad muy parcial y muy sesgada de la propia realidad, y además la damos por buena.

Las redes sacian nuestra necesidad más exhibicionista de sentirnos admirados, queridos, especiales… Pero no son las redes, somos nosotros.

Y todo esto lo tenemos tan al alcance que cuesta despegarse de la oportunidad. En el ordenador, en la tableta, en el teléfono, ¡hasta en el reloj! Si pegajosas son las necesidades de pertenencia y reconocimiento, más pegajosas son las redes y cómo nos permiten satisfacer esas necesidades. Sólo hay un problema, el que hemos aludido un poco antes: más tienes, más quieres.

¿Cómo le pongo límite a mis necesidades?

Hay un quinto nivel en la jerarquía de las necesidades maslownianas: la autorrealización. El propio Maslow la definía como “el impulso por convertirse en lo que cada uno es capaz de ser”. Ahí es donde radica la autoconfianza, la misión de las personas, la espiritualidad, el talento y el disfrute interno con lo que se hace y con lo que se es, el crecimiento personal, la satisfacción con uno mismo… Es un lugar reservado en el que no caben las comparaciones, ni los juicios… Y ahí es donde se apagan todas las demás necesidades, y las redes dejan de enganchar y se convierten en un canal para compartir crecimiento.

Saquen sus propias conclusiones.