jueves. 28.03.2024
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Opinión

Comunicación coherente... como mínimo

Comunicación coherente... como mínimo

Cuando comencé con mi proyecto de desarrollo de personas y organizaciones, lo hice desde una ley fundamental que rige en el Universo de forma inevitable: es imposible no comunicar. La otra ley en la que enmarco mi proyecto profesional es que lo único constante en ese mismo Universo es el cambio, pero esa la dejamos para otro día.

Quienes me conocen me han oído tantas veces eso de que es imposible no comunicar que ya creo que peco de pesada. Vayan por delante mis disculpas, algo falsas, porque estoy insistiendo: Es imposible no comunicar. Y cada vez estoy más convencida de que la mejor estrategia de éxito, ya sea para personas o para organizaciones, se basa en dominar esta habilidad inevitable: la comunicación.

Voy a centrarme hoy en la comunicación de las organizaciones. Y antes de seguir, dejemos claro que me refiero a la comunicación en su sentido más amplio, en su mayor consideración, no lean sólo Comunicación como los mensajes que transmitimos hacia fuera, porque los que transmitimos hacia dentro ya seamos personas o empresas, son tanto o más importantes. Y aún más, desde dentro es desde donde proyectamos nuestra comunicación. Y qué me dicen de la escucha, ¿no es un elemento imprescindible? Y esta implica dejar de transmitir. Vaya lío, ¿no? Pues realmente no. Pensémoslo juntos un momento.

En el caso de una empresa la comunicación externa es fundamental, de ella depende en gran medida la reputación que tanto influye en la rentabilidad y en la capacidad de gestión. Cada vez más por cierto. Pero si la comunicación que proyecta hacia fuera una empresa no tiene nada que ver con la que proyecta hacia dentro, hacia los trabajadores, ese esfuerzo en comunicación será de corto alcance, débil y seguramente, a medio plazo, contraproducente. Porque de hecho, cuando los mensajes de la empresa no se corresponden con los mensajes que proyecta su propia gente, se genera una corriente de comunicación contradictoria inevitable y no oficial cuyos efectos negativos no son capaces de contener ni las más poderosas herramientas del marketing en el medio plazo. Así que, en las empresas, la comunicación debe ser coherente, como mínimo.

Dando un pasito más allá de la coherencia, el matiz que tiene la comunicación más efectiva, enriquecedora y que genera enormes beneficios, es la responsabilidad entendida como respons(h)abilidad o la habilidad para responder. Es de hecho el sentido de su raíz etimológica. Así que, en mi opinión, para alcanzar el éxito no se trata de tener comunicación, ni siquiera de tener comunicación coherente, sino que se trata de tener una comunicación responshábil. Y ésta última se consigue volviendo a la esencia del proceso comunicacional más básico, ese en el que el emisor y el receptor intercambian sus roles y se escuchan. ¡Se escuchan! No, no, si no es que me altere, es que quiero darle énfasis otra vez a esta capacidad tan valiosa y no tan común de saber escuchar, pero saber escuchar de verdad, sobre todo a los de dentro.

Por esta razón, me he especializado en el enfoque más humanista y responshábil de la comunicación, este es: la comunicación de las personas, entre las personas, y por las personas. También en las empresas, porque de hecho es donde alcanza, con este enfoque, su mayor efectividad y donde genera mejores resultados. Y si no, prueben señoras y señores gestores de empresas a comunicarse responshábilmente con sus públicos de interés. ¿Quiénes son los públicos de interés? Pues como no se trata de extenderse en definiciones magistrales, comparto aquí la que leí hace unos días en Twitter y que me encantó por simple, clara y expresiva: los públicos de interés de una empresa son los que pueden tumbar o potenciar su actividad. Así de simple.

Y es que hablemos de lo que hablemos en gestión de personas, de equipos, de organizaciones, de empresas, de nosotros mismos… hablamos de comunicación, y de paso de inteligencia emocional. Otro día nos paramos en la ley de la constancia del cambio y en cómo influye la inteligencia emocional sí o sí en la todopoderosa comunicación. ¡Prometido! ¡Que ustedes se comuniquen con responsHabilidad!