jueves. 18.04.2024
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Opinión

Pensamientos encadenados

A veces la memoria actúa como un hilo al que, a poco que se tire de él, van saliendo enganchados recuerdos ocultos en oscuros recovecos de la mente, en los que se creían a buen recaudo por el paso del tiempo. Nada que ver con la dulzura y la emoción de aquel título de "Melodías encadenadas" que a tantos nos hizo llorar en el cine a base de emociones inventadas.

Veo en estos días en los foros fotográficos la conocida gasolinera conocida como "Cabo Cañaveral", del arquitecto Alejandro Herrero Ayllón, y los comentarios en torno a la fecha de su inauguración, como referencia para las fotos de esa zona de Huelva. Y me veo de nuevo en ella, en la desesperante 'cola del petróleo', en la que cientos de latas de cinco litros custodiadas por niños y ancianos ofrecían un 'look' bastante africano.

Y de la mano de aquel olor a queroseno o petróleo rampante que vuelvo a percibir, con el que la 'modernidad' nos liberó de la tarea de abanar en las cocinas de carbón, me llega el tufo de la torcida quemándose con una llama rojiza y apestosa en el nuevo ingenio. Pero adjunto al recuerdo de la peculiar cocina me viene el de las ratas paseándose por el poyete junto a ella, cuando tenía que encenderla por las mañanas antes de irme al Instituto. Aquel colacao mañanero siempre me sabía amargo: era espeluznante entrar en la destartalada estancia vecinal haciendo ruido, para que aquellos inmundos roedores volvieran a sus lugares en las madronas del patio.

Y el recuerdo de las ratas me traen solidario las novelas que consumía con avidez en aquella época y el miedo que me inculcaron, cuando me enteré por ellas que la peste bubónica la transmitían las pulgas de los 'malditos roedores', no tan simpáticos como los de los posteriores dibujos animados.

Supongo que será mejor que deje de tirar del hilo de mi memoria, si no quiero traerme más cosas desagradables. No tengo por más que darle la razón a alguien que firma como Ececec en Internet y dice: "...la realidad española se nos presentaba como un mundo pobre pero feliz en las películas de Joselito, mientras, efectivamente los piojos, se comían al resto de los niños..."

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