viernes. 26.04.2024
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Opinión

En mi huerto te criaste

La vejez, cuando es lúcida, dota a la visión de la existencia de una perspectiva global que podría asemejarse a la percepción del paisaje cuando se sube a un monte: conforme se va ascendiendo se pierden detalles de lo que va quedando atrás; la memoria inmediata se vuelve frágil y por eso nos repetimos; pero en cambio la perspectiva se amplia, lo que nos permite hacernos una mejor idea de conjunto.

Puede que por eso, bastantes personas mayores se vuelvan escépticas, porque conocen muchos antecedentes de la realidad que les rodea y que constituyen ricos archivos difíciles de ignorar ¿Cómo podrá hablarle a un veterano, de libertad, democracia, igualdad..., por poner un ejemplo, determinada comunidad educativa, a la que se veía discriminar de modo vergonzoso a sus alumnas en el pasado? Resulta imposible borrar de la memoria individual y colectiva las imágenes de aquellas niñas que entraban en el colegio por una puerta lateral, incluso con un babi de distinto color, para diferenciarlas de las niñas 'de pago'.

Así es que, tan pronto como son detectadas contradicciones flagrantes entre las declaraciones de los nuevos demócratas 'de toda la vida' y las realidades conservadas en nuestros recuerdos, se produce una respuesta inmediata en nuestro yo profundo, que podría ser similar a la que tuvo aquel campesino, desengañado de que el santo que él mismo había tallado no le hiciera milagros: "En mi huerto te criaste, / naranjo te conocí; /los milagros que tú hagas, / que me los cuelguen de aquí".

Por eso, se debería consultar a los ancianos con la mente en 'buen uso', que suelen ser más difíciles de engañar, como hacían tantos pueblos de la antigüedad. Hay cosas que solo se aprenden viviendo: es el único sistema para la obtención del título de 'perro viejo'.

Sin embargo, en estos tiempos, las canas (en sentido metafórico) resultan fuera de lugar e incluso antiestéticas en cualquier actividad profesional o política. Los veteranos son apartados de los centros de decisión, con la idea errónea de que no pueden aportar luz a los problemas. Cuando la experiencia es una luz que se lleva en la espalda y que alumbra el camino recorrido, ese camino en el que podrán tropezar los jóvenes, si los mayores no les advierten sobre el punto exacto en el que hallarán las trampas y las piedras.

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