viernes. 03.05.2024
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Opinión

¿Inestabilidad?

Muchos ciudadanos entendemos que cuestionar a la Monarquía no es fomentar la inestabilidad política de nuestro país. Más bien al contrario, querer que el respaldo a este modelo de Estado se constate en las urnas es algo tan democrático que no sería necesario explicarlo, ni justificarlo. El Pacto constituyente de 1977-78 puso fin al Estado centralista, unitario y dictatorial, pero protegió, de manera clarísima, en el Título Preliminar y en el Título II, a la Monarquía. Sin embargo muchos constitucionalistas creen que es posible consultar al pueblo sobre Monarquía o República siguiendo el procedimiento agravado del Artículo 168 de nuestra Carta Magna. Para ello sería necesaria la mayoría de dos tercios de ambas cámaras, convocar elecciones, mayoría de dos tercios de las nuevas cortes y después un referéndum para su ratificación. ¿Y si eso es así, y está fijado en la Constitución, por qué hay tanta prisa en aprobar la Ley Orgánica que regulará la sucesión y se va a impedir la consulta popular? ¿No sería mucho más sano, democráticamente hablando, cerrar este debate sobre Monarquía o República que subyace en la sociedad desde el origen del período constituyente, conociendo lo que opina el pueblo español? ¿O es mejor cerrarlo en falso, sin saberlo, y que este permanezca por los siglos de los siglos, amén? La Transición se cerró como se cerró y por lo que se cerró, pero nunca ha estado cerrada del todo. Ignorarlo u obviarlo no elimina el problema y muchos opinamos que ya va siendo hora de que todos sepamos, de verdad, que es lo que opina el pueblo. Si no hay consulta no sabremos si el respaldo popular a la república, es mayor o menor del que tiene la monarquía. Es bueno recordar, por si algunos lo han olvidado, que el portavoz socialista, Luis Gómez Llorente, en el Congreso constituyente el 11 de mayo de 1978, defendió la república por "su racionalidad, porque emana del mandato popular y tiene límites de tiempo y poderes frente a magistraturas vitalicias y más aún hereditarias". Ese día, en el debate sobre la elección de la Monarquía parlamentaria como forma política del Estado, el portavoz socialista, anteriormente citado, dijo: "es un axioma que ningún demócrata puede negar, la afirmación de que ninguna generación puede comprometer la voluntad de las generaciones sucesivas". Continuó afirmando que "no creemos en el origen divino del poder y nos abstendremos en la votación por lealtad con nuestro electorado, por consecuencia con las ideas de nuestro partido.....porque podemos y debemos proseguir una línea de conducta en verdad clara y consecuente". ¿Qué ha cambiado desde entonces para que ahora no se esté de acuerdo con una consulta popular sobre qué forma política del Estado queremos para las generaciones venideras? Pablo Iglesias, el 10 de enero de 1912, dijo en el Congreso: "no somos monárquicos porque no lo podemos ser, quién aspira a suprimir al rey del taller, no puede admitir otro rey". El debate existe, la contestación social y las dudas sobre el resultado de una consulta popular, también. ¿No sería más conveniente salir de dudas y cerrar de una vez este capítulo de nuestra democracia aún sin resolver? Obispos tiene la iglesia, pero desde la perspectiva de un ciudadano de a pié, cerrar a prisa y corriendo, de nuevo, este asunto, produciría el efecto contrario al que se persigue, ya que la ciudadanía no tendría ni voz, ni voto. Algunos dirán que eso es el pasado y que estamos en el aquí y ahora. Será el pasado, pero los principios no pasan, están y permanecerán.

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