viernes. 03.05.2024
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Opinión

Españolidad

El PP tiene en exclusiva, al parecer, la concesión del título de españolidad. Es curioso, y síntoma inequívoco de una concepción de España como su "cortijo", que los dirigentes de la derecha tengan tan arraigado en sus adentros que España es suya, incluida su bandera, y que sus ideales, gustos, aficiones... deben ser, por principios, señas de identidad de su "patria". A cualquier persona, medianamente sensata, no se le ocurría decir que, por ejemplo, si a un ciudadano no le gusta el gazpacho, este debe ser automáticamente tachado de "antiespañol". Pues no, hay personas, no tan sensatas a la luz de sus actuaciones públicas cada vez más frecuentes, que se atreven a calificar como antiespañoles a todo aquel hijo de vecino que ose decir que no le gustan los toros. Tamaña barbaridad podría haber sido pronunciada en una charla de aficionados a la tauromaquia, en un momento de exaltación torera, y podría ser entendida, dentro de ese contexto, como una disputa dialéctica entre taurinos y antitaurinos, pero no, la expendedora de este título de "españolidad" es toda una ex presidenta de Comunidad autónoma, ex alcaldesa de la capital del reino y ex ministra, que sin encomendarse a Dios ni al diablo, pronunció ese veredicto desde la barrera que le proporcionaba su discurso con motivo del pregón taurino en Sevilla. No crean que lo dijo como una gracieta más de su amplio repertorio, ni que pasara, ni por asomo, por un instante de sentimiento de vergüenza, no, lo dijo y se quedó tan pancha, en una clara muestra de hasta dónde puede llegar una persona para regalar el oído a los aficionados al arte de Cúchares sin importarle ofender gravemente a todos aquellos que no comparten con ella esta afición. Podría habérsele ocurrido, dada su imaginación y cara dura, haber acusado a los aficionados culés, y, por tanto, rivales deportivos del Madrid, de ser poco o nada españoles por no ser de este equipo, incluyendo de paso a todos aquellos otros a los que no le guste la paella. Podría haber seguido ampliando la exclusión de España buscando motivos que incluyesen más platos culinarios, por ejemplo el pan tumaca o el bacalao al pilpil, canciones populares como Viva España, del recordado Manolo Escobar, o utilizar a personajes como otro Manolo, el del Bombo, que recorre el mundo animando a golpe de tambor los partidos de la selección española, acusando a los detractores de este señor de no querer tampoco a su país. En estos tiempos lo "español" es conceder condecoraciones a las imágenes sacras, como ha hecho el Director de la Policía en Semana Santa en Málaga, colocándole la Medalla al Mérito Policial a la Virgen María Santísima del Amor, o salir, si eres mujer, de riguroso luto con la típica mantilla española, con el pelo descubierto si es Jueves Santo y cubierto si se sale el Viernes, sin escotes provocativos, peineta de carey y mantilla blonda o de chantilly. Los dirigentes populares viajan con un sello de caucho en sus portafolios con la inscripción de "españolidad". En sus actos, discursos y demás zarandajas, utilizan muchísimo la palabra España, lo mismo para un roto que para un descosido. Que alguien se opone a las medidas de ajustes que están ahogando a este país, sellazo al canto, ¡antiespañoles! Que nos manifestamos exigiendo medidas que no coarten nuestra libertad y nuestros derechos, ¡zas!, La policía por delante zurrando a todo lo que se menee y declaraciones acusando a los manifestantes, otra vez, de ser eso, "antiespañoles". Si se cargan la Ley de Justicia Universal y la oposición y la mayoría ciudadana están en contra, la respuesta es inmediata, ¡antiespañoles!, que quieren romper las relaciones diplomáticas y comerciales con terceros países. Lo único que le queda por hacer al PP es editar un catálogo que podría denominarse "Principios Fundamentales del Movimiento Pepero para ser un Buen Español", que ayudaría muy mucho a tanto despistado que anda suelto.

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