viernes. 03.05.2024
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Opinión

Desafección

En la actualidad, ya nadie lo discute, existe un gran desapego entre la ciudadanía y los políticos. Es hartura, para que nos entendamos, y se ha instalado en la sociedad la sensación de que todos los políticos son unos ineptos, no tienen ni idea de las necesidades sociales y, encima, son unos corruptos que han llegado a sus puestos para enriquecerse. Los datos sociológicos avalan esta corriente de pensamiento imperante hoy día en la sociedad española, en la rural y en la urbana. Según el CIS, sólo el 12% confía en Rajoy, la valoración negativa sobre los políticos alcanza el 70% y la desconfianza en los partidos llega al 90%. Ahora mismo, en tertulias, lugares de ocio, mercados, cafeterías, trabajo, los motivos de conversación más frecuentes giran en torno a este hastío ciudadano sobre la política. Algunos predican con énfasis eso tan socorrido en período electoral de "no ir a votar". Otros que es mejor "votar en blanco" porque son todos iguales, incluso hay quienes optan por insultar en la papeleta a este o aquel candidato para que el voto se considere nulo. "No hay que votar, ¿para qué?", es otro de los mensajes que a diario recorren la red con argumentos de todo tipo. Los que fomentan este tipo de iniciativas suelen ser, a posteriori, los que más se quejan del sistema y los que más exigen echar a los que nos gobiernan. Estos no actúan, no votan, no hablan donde hay que hablar, en las urnas, pero si gritan y patalean cada vez que tienen ocasión. Siempre he creído que un hombre, un voto, y que cada cual debe votar en conciencia y por la opción política que considere conveniente. Pero tengo claro que votar no solo es un derecho que costó mucho conseguir, sino que también es un deber ciudadano. Permanecer impasible, callado, y eso es no votar, mientras otros hablan con sus votos que van al zurrón del que todos sabemos, no es la postura más inteligente, si es que de verdad, y no de boquillas, queremos que esta derecha rancia que nos gobierna se vaya a su casa para mucho tiempo. Los de derecha votan siempre, queridos lectores. En mi pueblo, en cada elección, se mueven en una horquilla entre el 14 y el 20%. Con esos votos cuentan de salida. Si los que optamos por otros partidos no acudimos a las urnas, lo que es seguro es que ellos contaran con sus votos de siempre y los demás, no. Es así de sencillo. Si queremos transmitir a este gobierno, a Rajoy y a su candidato machista, que no les respaldamos, que no queremos sus políticas, tenemos la obligación de decírselo con votos, de forma que esa voz, nuestros votos, sea fuerte y suponga un puñetazo en la mesa del Consejo de Ministros. Hay quienes también defienden eso de no votar porque con su ausencia están también votando, y eso es, con perdón, una solemne tontería. Si un votante de derecha vota y yo no lo hago, tengo muy claro que el resultado será de 1-0 a favor de quién no quiero que me gobierne. Es así de sencillo y, a la vez, así de importante que votemos. Ya lo dijo Bertolt Brecht: ".......el analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política naca la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto..." Vivir en sociedad es participar, opinar y contribuir a cambiarla si creemos que no funciona bien. Si no lo hacemos permitimos que nos gobiernen quienes nos gobiernan, los que están arrasando con los derechos sociales y las libertades y no están llevando, de nuevo, a la Edad Media. Si dejamos de votar estaremos asintiendo con lo que hacen.

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