martes. 30.04.2024
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Opinión

Suárez y Messi

La muerte del expresidente del Gobierno español, Adolfo Suárez, la recordaremos todos. No solo porque su hijo la anunció con una antelación de 48 horas, sino porque con su muerte hemos revivido un periodo histórico de este país que no deberíamos olvidar nunca. A partir de ahora, el domingo 23 de marzo será recordado con la misma intensidad que otros momentos significativos ocurridos en los últimos cuarenta años en España, como el día que murió Franco, el ‘tejerazo’ del 23-F o el alborozo general que se vivió tras la llegada al poder del socialista Felipe González, y quedará sencillamente grabado en la memoria porque ese día falleció el artífice de la democracia actual.

En 1977, cuando tan solo tenía 18 años, acudí por primera vez a un colegio electoral. En la papeleta que elegí estaba su nombre. Le respaldé entonces porque consideré que era el político adecuado para llevar a cabo la transición española. No me equivoqué en absoluto al respaldar su proyecto, quizás lo único que le reproché entonces –también lo hago ahora- es que dejara la Presidencia del Gobierno tan pronto. Si Suárez hubiera permanecido unos años más al frente del Ejecutivo, estoy casi seguro que la democracia española se habría asentado sobre otros pilares bien distintos a los actuales.

Las dificultades políticas que encontró durante su mandato, las fuertes críticas y las presiones de toda índole que recibió, y la ruptura en mil pedazos de un partido inventado para ese periodo transitorio, como fue UCD, le obligaron en 1981 a renunciar -con la grandeza que solo puede mostrar ante los ciudadanos un gran hombre de Estado- a un cargo que, sin duda, estaba perfectamente diseñado para su perfil y talante político.

Pero el 23 de marzo de 2014 también quedará para los anales de la historia futbolística de este país por el triunfo del Barcelona en el Santiago Bernabéu y, sobre todo, por la ratificación una vez más, y por si acaso a algunos les quedaba alguna duda, de que Messi es el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos. Algunos le achacarán que aún no ha tenido entre sus manos la Copa del Mundo, como la consiguió Maradona o Pelé. Tontería, en primer lugar porque si todo transcurre como debe, al astro culé le quedarán como mínimo dos citas mundialistas para conseguirla y, en segundo, porque a un crack de esta categoría no le hace falta ganar nada más después de todo lo mostrado hasta ahora.

Después de los ascensos a Primera División del Recreativo, de los triunfos de la Selección española y de la exhibición del Barcelona durante la etapa Guardiola, estaba plenamente convencido de que como aficionado al fútbol ya no podía aspirar a más, que había alcanzado la plenitud y que, por tanto, lo mejor que podía hacer era pasar página y romper los lazos con este deporte, porque, insisto, me parece que repetir tanto gozo y felicidad será misión imposible. Sin embargo, tras lo experimentado horas después de la muerte de Adolfo Suárez, he decidido prorrogar mi afición futbolera durante algún tiempo porque entiendo que sería absurdo y toda una auténtica gilipollez el abandonar en estos momentos y no disfrutar de la calidad y del talento innato que el jugador argentino posee a raudales y que muestra en cada partido.

Suárez y Messi, dos nombres que, pese a quien le pese, quedarán unidos a una fecha, el 23-M, que algunos no podremos olvidar nunca y que otros ya no recuerdan.

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