jueves. 02.05.2024
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Opinión

Pedir perdón

No sé, me parece que la intervención de Cake Minuesa ante los expresos de ETA en un matadero de Durango no ha tenido la repercusión que merecía.

Si en vez de haber sido protagonizada por el presentador del programa 'Daños colaterales' de Intereconomía Televisión, lo hubiera realizado un periodista de El País, Antena 3, Cuatro, La Sexta, El Mundo o ABC, o, por ejemplo, por Jordi Évole, es evidente que estaríamos hablando, como mínimo, del acontecimiento periodístico de año. Vamos, estoy seguro que en ese caso, el intrépido reportero ya estaría nominado para uno de los próximos premios Príncipe de Asturias. E incluso, apuesto, a que se lo darían.

Desde mi humilde opinión, el acto de valentía protagonizado por Minuesa merece, sin duda, un reconocimiento profundo y sincero por parte de todos los que defendemos el derecho a la vida por encima de todo, porque sencillamente se atrevió, en un par de minutos, a decirle a la cara, y a pecho descubierto, a los asesinos de la banda terrorista lo que la mayoría de los españoles nos hubiera gustado transmitirles desde que comenzaron con su inexplicable matanza de inocentes.

Lo triste de este lamentable episodio de la historia de este país es que aunque los interruptores a distancia de las bombas lapa han dejado de activarse a distancia y que los gatillos de las pistolas ya no se aprietan, la supuesta guerra que según ellos mantenemos continúa abierta. Lo que ocurre es que los etarras ya no necesitan recurrir a las armas, a los secuestros ni a los artefactos explosivos, porque –tenemos que reconocerlo, aunque nos duela- han logrado a través de las urnas uno de sus objetivos: controlar la mayoría de los ayuntamientos e instituciones vascas. Mientras sigan gestionando las arcas públicas y diseñando el futuro de sus simpatizantes y votantes no necesitarán volver a utilizar la extorsión criminal.

Mientras disfrutamos todos de este aparente proceso de paz –que puede volverse a activar en cualquier momento, según las necesidades del guión establecido por la cúpula terrorista-, no estaría de más que los dirigentes etarras reconocieran sus errores, sus graves errores. La sociedad española, que tanto sufrimiento y dolor ha tenido que soportar, necesita un gesto para poder otear el futuro, por lo menos en esta parcela del terrorismo, con un cierto optimismo. Durante el acto celebrado días atrás en el matadero de Durango desaprovecharon una magnífica oportunidad para pedir perdón. Hasta que no lo hagan, por lo menos espero que siempre que se pongan delante de los medios de comunicación para reivindicar más derechos y para exaltar a sus criminales compañeros aparezca otro Minuesa para recordarles lo que obligatoriamente tienen que hacer.

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