viernes. 03.05.2024
El tiempo
Opinión

Emoción

La emoción es un sentimiento tan necesario como sano para hacer de la vida una acción en gerundio y tengo la sensación que no le damos el valor suficiente. No se puede llegar al hundimiento absoluto para intentar salir a flote, porque evidentemente el esfuerzo es mayor. Hay que aprovechar cuando el barco está tocado para seguir navegando, pero cambiar la dirección si el viento no está a nuestro favor.

El caso de la ciudad de Huelva es digno de análisis. Después de pasear por el centro, tras varios meses sin hacerlo, me ha transmitido una sensación de apatía preocupante, contrastada con la alegría y el entusiasmo que ofrece un centro comercial, nuevo, creativo, que aprovecha cada ocasión para enganchar al público. ¿Cómo los empresarios del centro de la ciudad no son capaces de retener a los ciudadanos? Las grandes firmas emigran, a las franquicias les cuesta instalarse y las cafeterías se sitúan convirtiéndose en la sístole junto a las oficinas que son la diástole de un corazón que bombea con unas constantes vitales mínimas. La necesidad de un marcapasos es imperiosa. Ese paso solo lo puede marcar la emoción. Y eso se traduce en gente dispuesta a apostar y por supuesto una clase política que inyecte voluntad de ayuda para que la energía no se diluya.
Hay que mirar como lo hacen otros para localizar el fallo. Huelva tiene capacidad para mantener el centro histórico de la ciudad y un centro comercial. La capital es el punto de encuentro de gran parte de la provincia, hay que ofrecer oportunidades para que la gente se quede, no dar solo razones para que se marchen. Eso solo se hace con capacidad de autocrítica positiva.

Estoy convencida que Huelva había perdido su emoción. Es cierto que todo cambio produce riesgo, pero hay que agarrarse a las expectativas que ofrece. Las puertas y las ventanas hay que abrirlas para oxigenar las administraciones, todas. El poder absoluto, continuo e indefinido no es bueno. Hace falta emoción.

Comentarios