lunes. 06.05.2024
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Opinión

El diablo y sus edades

Vaya por delante que no justifico ciertas conductas, pero de ahí a demonizar a los adolescentes, va un trecho. Porque, aún estando muchas horas semanales hacinados en sus aulas, no fueron ellos quienes llenaron las terrazas de los bares, ni los que organizaban fiestas clandestinas en sus casas y campos.

Desde el principio fueron invisibles, nadie se dirigió a ellos. Y fueron ellos los que se vieron privados de algunas de las experiencias que otras generaciones no olvidaremos nunca.

Pienso que no es cuestión de buscar culpables, sino soluciones, y, quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra...