viernes. 19.04.2024
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Opinión

Alfonso

El guardián que ha cambiado el centeno por pirita, que nos agarra para no caer al precipicio, mientras mantiene la esencia de nuestros abuelos, y que alza la voz cuando le duele la tierra...

Ángel Romero (Twitter: @angelrd)

Alfonso conduce trenes de mil vagones cargados de mineral rojo sangre. A veces, bebe aguardiente y fuma como un jugador roto que teme al fracaso antes de empezar, y no por perder él, sino porque venzan a alguno de los suyos.

Nunca es tarde para repartir si salen picas -se dice - mientras apura el último sorbo, cuidando de todos, en una continua partida de póker o de dominó. Es el que reparte el juego de la vida que ama.

Alfonso ganó la guerra de los soldados en la intemperie eterna del abismo. El mismo que cruza algunos miércoles o jueves de invierno cuando la injusticia asoma por alguna galería de Aguas Teñidas.

Él, que significa amigo, tiene zarpas de oso que te arañan el alma para siempre mientras te abrazan con descuido.

Es la garantía que nos queda a los que somos mineros en la lejanía. El guardián que ha cambiado el centeno por pirita, que nos agarra para no caer al precipicio, mientras mantiene la esencia de nuestros abuelos, y que alza la voz cuando le duele la tierra.