viernes. 03.05.2024
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Opinión

La infidelidad

Antes de seguir leyendo: si es usted seguidor de la serie “Cuéntame cómo pasó” y todavía no ha visto el capítulo de esta semana, pero tiene intención de verlo, párese aquí y retome la lectura una vez conozca los acontecimientos vividos, de lo que hablo a continuación.

El jueves que viene vamos a rememorar la victoria socialista en las elecciones generales de 1982. No, ya sé que fue en octubre, pero es lo que tiene la televisión: poder revivir tiempos pasados aunque no toque. Y en la serie “Cuéntame”, toca. Han pasado casi 32 años y, curiosamente, descubrimos ahora nuevos acontecimientos de los que no éramos conscientes. Entonces estábamos bien informados de que Galerías Preciados compraba los almacenes Sears; de que la rotura de la presa de Tous, en la Comunidad Valenciana, dejaba decenas de muertos y 300 millones de los actuales euros en daños; de que las compañías eléctricas se mostraban dispuestas a pedir una subida del 16% en las tarifas para 1983 (¿a qué nos suena esto?); de que se ultimaban los preparativos para la visita del Papa Juan Pablo II, que llegaría a España el 31 de octubre…

Pero eso no era nada si lo comparamos con lo que estaba a punto de ocurrir en la familia Alcántara. Sí, los protagonistas de la que, según una votación popular, es la mejor serie española de todos los tiempos. Tampoco entonces sabíamos de su existencia. Pero existían, hemos conocido ahora. El padre de familia, Antonio, quien en menos de 15 años pasó de conserje de un ministerio a todo un empresario vitivinícola (en medio, encargado de una imprenta, político…), le era infiel a Merche, su esposa “hasta-que-la-muerte-nos-separe” de toda la vida. Es verdad que no era la primera vez que echaba, él, “una cana al aire”. Pero sí lo es en cuanto que la cana acababa en la cama.

Uno recapacita y se da cuenta que la ficción tiene a veces más importancia que la realidad. O, por mejor decir, mayor relevancia. La primera victoria socialista en las urnas cambió entonces el decorado de este país. La algo más que amistad entre Antonio Alcántara y Paz, periodista para más señas, que se fraguó unos días antes, ha traído desasosiego. Y autocensura.

Cuenta el guionista del capítulo de marras de “Cuéntame”, Curro Royo, que “Antonio ha sobrepasado una línea roja que no había cruzado jamás”; y su director, Óscar Aibar, revela que en el último momento “eliminamos un beso que debían darse antes de que entraran en la habitación porque me impactó muchísimo”. Y luego está la reacción de las redes sociales. Si alguno o alguna pilla en esos momentos a Alcántara –o a los guionistas-, no lo cuenta: “Lloro porque no puedo seguir viendo esto”; “parece increíble que los guionistas hayan podido estropear, y de la peor manera posible, esta serie”; “lo sentí como propia la infidelidad”; “se me cayó un ídolo”; “no nos hagan esto, por favor. Tantos años de seguir esta serie, ¿y que acabe en un divorcio?”. Media España en estado de shock.

¿Qué más acontecimientos nos deparará el pasado futuro? ¿Se enterará Merche –una Merche a la que nunca han faltado pretendientes- de la infidelidad? ¿Quizás será el Papa quien ponga las cosas donde y como Dios manda unos días después? ¿Seguirán las redes sociales echando humo por esto o le dirán a ETA, por ejemplo, que deje de marear la perdiz y haga como hicieron los “poli-milis”, que de una tacada y en una sola conferencia de prensa comunicaron su disolución y el abandono de la lucha armada?

Anuncio, por cierto, que se produjo unas semanas antes de la infidelidad de Antonio Alcántara. Nunca un lío de faldas, y de cama, ficticio dio tanto juego.

¿O debemos tomarlo como real?

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