jueves. 28.03.2024
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Opinión

"Ha sido emocionante"

¿De verdad, señor Junqueras, cree usted que la pantomima de ayer en Cataluña lo ha sido? ¿De verdad, cree usted, y cree el señor Mas, que “lo de ayer” en Cataluña ha sido un éxito? A la hora de escribir este artículo, con casi el 97% escrutado, había votado en la consulta soberanista promovida por el independentismo el 37% del “no censo” (no había censo), es decir, el 37% de los 6 millones mayores de 16 años (no 18, como en una consulta con plenas garantías) que podían votar. Señor Junqueras, ¿es un éxito que se queden en casa 4 millones de personas? ¿Es emocionante que el 60% de los “electores” no hayan depositado la papeleta en la urna de cartón, por más que quien sí lo haya hecho fuese cubierto por la senyera o se llamase Pep Guardiola? Busco y rebusco, y no encuentro dónde están el éxito y la emoción. (Por cierto, que Joan Manuel Serrat, catalán de pro, ya manifestó que no votaría porque, dixit, “más que una consulta, parece una manifestación”).

Lógicamente, el “sí-sí” (sí a Cataluña como Estado, sí a Cataluña como Estado independiente) ha resultado triunfador por abrumadora mayoría (más del 80%). Pensando bien, y teniendo fe en que a la hora de contar no ha ido ni un solo voto a donde los soberanistas querían, era lo que cabía esperar. Ellos han sido los que se han movilizado, ellos han sido los que han hecho campaña por el sí, así que, ¡que más quieres! Pero al margen de que yo piense bien, dudo que fuera lo hagan de la misma manera. Es decir, cuáles habrán sido los comentarios en el Reino Unido, en Francia, en Alemania, en Estados Unidos..., cuando hayan visto a Oriol Junqueras, líder de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) y alcalde de Sant Vicenç del Horts, ¡presidiendo una mesa electoral y haciendo el recuento de los votos! Por supuesto, interventores, ninguno.

Pero al margen del simulacro de consulta montada por Mas y sus seguidores, que en Cataluña hay un problema queda fuera de toda duda. Y de que hoy, 10-N, no se ha resuelto, también. La división, se ha visto, existe. Y la Generalitat, pese a la chapuza de ayer, se cree cargada de razones para insistir en un referéndum y en unas elecciones plebiscitarias que les dé la independencia. Por eso, el Gobierno de Mariano Rajoy y el Govern deben sentarse a negociar, a hablar con el objetivo de llegar a algún acuerdo que beneficie a ambas partes y que no perjudique al resto de España. Quizás habría que invocar al espíritu de la Transición, años de nuestra historia reciente en que la negociación en el punto de partida no podía ser más distante. Y aquí estamos todos, catalanes incluidos, con un gobierno propio que para sí quisieran otros Estados independientes.

Ah, y que a nadie escape que el País Vasco sigue de cerca lo que ocurre en Cataluña.

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