viernes. 19.04.2024
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Cuando éramos doce

A las 20.53 de este viernes se cumplen 30 años de la firma por parte de España (y Portugal) del Tratado de Adhesión a la Comunidad Económica Europea (CEE), hoy Unión Europea. Llevábamos mucho tiempo esperando formar parte, políticamente, de Europa y aunque los primeros amagos se hicieron durante la dictadura del general Franco, y la primera solicitud formal, dos años después de su muerte, no fue hasta avanzada la década de los 80 cuando el sueño se hizo realidad. Aquella fue la tercera ampliación de la originaria CEE (los Doce, se decía), creada en 1957 por Francia, República Federal de Alemania, Italia, Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo, vivida por parte española con la esperanza de que todo iría mejor, y de que, ante cualquier contratiempo, ahí estarían nuestros socios comunitarios para echarnos una mano. Y así ha sido..., aunque también para comunicarnos alguna reprimenda y “solicitar” cambios de rumbo, sobre todo en la economía.

Hoy, ETA, sin llegar a ser historia cerrada, no causa el daño que provocaba entonces. El Gobierno de marras se ponía en máxima alerta cuando algún acontecimiento político, deportivo o cultural de primera magnitud se celebraba en España. Y no siempre le acompañaba el éxito. Como aquel 12 de junio de 1985, cuando la banda terrorista se quiso hacer notar mientras en el Palacio Real se ultimaban los preparativos para la firma, que se llevaría a cabo a última hora de la jornada y que haría que desde el 1 de enero de 1986 nuestro país fuera miembro de pleno derecho de la CEE.

Desde aproximadamente las 10 de la mañana, y en cinco horas escasas, la banda terrorista asesinaba a cuatro personas: un coronel del Ejército y su chófer, tiroteados; un miembro del Tedax de la Policía Nacional, al tratar de desativar la bomba colocada en el interior del vehículo utilizado en el atentado anterior y estacionado en el aparcamiento de un centro de El Corte Inglés, todo ello en Madrid; y a un brigada de la Armada, este en Portugalete (Vizcaya). No es de extrañar, por tanto, que Felipe González, entonces presidente del Gobierno, se refiriera posteriormente a aquel día como el “terrible 12 de junio”.

Las portadas de los periódicos del día siguiente -todavía no había diarios digitales que nos informasen en tiempo real y al momento- se hacían eco de los dos hechos: “España se une al proyecto de la Europa unida mientras ETA intenta sembrar el terror”, titulaba a cinco columnas ‘El País’; “Madrid, capital de Europa”, escribía ‘Abc’; “España firma”, decía ‘El Periódico de Cataluña’, con el subtítulo “Felipe asegura que la violencia no torcerá nuestra voluntad europea”. Así ha sido. Si hay algún país plenamente europeísta, ese en España,

No se ha tratado de un camino fácil, pero si hemos estado a la vanguardia de lo que se denominó “gran galopada europea”, sobre todo en los primeros años, ha sido porque confluyeron “personalidades políticas muy europeístas, cambios fundamentales en la escena mundial y una clara voluntad de hacer una Europa no solo económica, sino política”, como recordaba hace unos años Josep Pons Irazazábal, que fuera embajador de España en Austria. La solidaridad, tanto de ida como de vuelta, ha sido fundamental para el reconocimiento hacia España por su contribución a Europa.

Lástima que nuestro peso político siga siendo bajo, por más que queramos dar lecciones y recetas anticrisis. Por cierto, que querámoslo o no, la unión hace la fuerza. Desde la última ampliación en 2013, la UE la forman 28 Estados y por eso choca que el Reino Unido plantee celebrar un referéndum sobre su permanencia en ella o que Cataluña se quiera desligar de España, con las dificultades que acarrearía para aquella su entronque en Europa.

Claro que lo de ir por libre de uno y otro no es nuevo y, por tanto, no debería sorprendernos los caminos que quieren tomar.

Ángel Ocaña Vicente
Director Mi Jardín, Bricolaje y Decoración, y Cómo Funciona

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