lunes. 06.05.2024
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Opinión

Culpable, juicio y tribunales

Culpable, juicio y tribunales

Si las Cartas Marruecas no se hubiesen revestido, en el momento de su edición, del carácter de texto humorístico no se hubieran publicado. El humor se permite desvelar la crueldad de la que se hace mofa y permite empatizar sin complejos con el justo maltratado.

Ya escribí en este mismo periódico que no tengo el alma llena de banderas, tampoco estoy para “salvapatrias” ni medias verdades, no quiero marearme en el “yira, yira”, para no ver que todo es mentira, que al mundo nada le importa, solo gira.

Culpables por olvidarnos de que nuestro sistema electoral de cálculo proporcional, La Ley D'Hont, es pérfido para los partidos que pierden representación en virtud de sus restos. Pero olvidando la crítica pasada, se funden candidaturas y quedan como héroes por aprovechar exactamente los fallos que se criticaron, por ahora soplar en beneficio propio.

Homenajean a los perseguidos por una justicia, imperfecta por humana, pero que en su acción tiene vocación igualitaria y juicio imparcial. Construyen monumentos y símbolos, en vez de tribunales que exijan responsabilidades a los que defraudaron al sistema democrático y lo administraron en beneficio propio.

Por alguna razón que desconozco, desde antiguo hemos preferido buscar antes al héroe de una tragedia que al culpable del desastre, el homenaje al juicio, los monumentos a los tribunales.

No quiero más dobleces. Para que sea Jefe del Estado cualquier hijo de vecino no hace falta ni cambiar la bandera ni derrocar la monarquía: inhabilitación y regencia. A fin de cuentas la elección de presidente en Alemania no dista mucho de este proceso. Anteponiendo ante todo el fondo a la forma.

No admito más dobles verdades: que desaparezca el Senado o que se plantee una Cámara Alta con representación igualitaria, en el que todas las comunidades autónomas tengan el mismo número de representantes, debería admitirse únicamente en un futuro el estado federal y simétrico, con todos los “federados” de España igualados en el máximo de competencias. Mientras tanto me niego a que Andalucía pierda ni uno solo de sus Senadores, que para más datos duplican en número al número de senadores catalanes.

No requiero más marchamos ni etiquetas, tengo derecho a no ajustarme políticamente a un patrón cerrado, posiblemente porque soy el centro de todas mis contradicciones; y en esa línea, en el debate sobre “diputaciones si  o diputaciones no”,  me apunto a su desaparición como ente político. La necesidad de los servicios que presta es indiscutible, lo que planteo es que cada departamento –carreteras, turismo, asuntos sociales, etc-  pase a depender del Consejero del ramo, dentro del Gobierno Autónomo de Andalucía, respetando los derechos adquiridos hasta el momento por los trabajadores en su negociación colectiva.

Y reclamo de mis candidatos un verdadero nuevo estilo para superar la enfermedad que nos lleva a “disputar”, a la defensa problemática de los argumentos de la que hablaba Cadalso, sin ni siquiera la esperanza de aclarar la disputa.

Esta es mi preocupación y mi ruego. No sé si alguien compartirá mis argumentos, no obstante quizá también yo peque de vanidoso y “pues en la vanidad del hombre, su ignorancia y preocupación, todo argumento permanece indeciso, quedando cada argumentante en la persuasión de que su antagonista no entiende de la cuestión o no quiere confesarse vencido.” (Cadalso, Cartas Marruecas. XXIII)