Francisco Javier Real, el párroco onubense pionero en España que lleva la inteligencia artificial al corazón del Evangelio

Antonio Bendala.

La Diócesis de Huelva se convierte en pionera a nivel nacional con la creación de la primera Delegación de Evangelización Digital en España, que estará dirigida por el sacerdote lepero Francisco Javier Real Álvarez. Párroco en San Juan del Puerto, conferenciante habitual y profesor, hasta ahora se ha dedicado a la dirección del Instituto Teológico San Leandro, función que deja para centrarse plenamente en esta nueva misión pastoral.

Licenciado en Teología Moral por la Universidad Gregoriana de Roma y doctor por la Universidad Lateranense, su formación se ha centrado en la ética cristiana en tiempos de redes sociales e inteligencia artificial. Su tesis doctoral, Redes sociales y experiencia relacional. Una propuesta de cibermoral basada en la comunión, fue publicada y presentada personalmente al Papa Francisco. En ella, plantea una nueva forma de habitar el entorno digital desde la espiritualidad y la moral cristianas.

“Recibo con mucha alegría este nombramiento como director de una delegación de evangelización digital. Creo que realmente la Iglesia se tiene que hacer presente en el mundo digital, porque es ahí donde está y se mueve la gente, especialmente los jóvenes”, afirma Real. “Por eso se requiere de una presencia más comprometida de la Iglesia en las redes sociales y en la nueva revolución de la inteligencia artificial. Por un lado me siento abrumado por la responsabilidad de empezar algo nuevo así en España, pero confío en que el Señor me ayude y que mis compañeros colaboren para que esta nueva delegación y esta nueva aventura misionera digital llegue a buen puerto. Agradezco al obispo que haya tenido en cuenta esta nueva realidad y que haya tenido la valentía de iniciar esta delegación”.

La nueva Delegación que liderará tendrá entre sus objetivos formar agentes pastorales digitales, impulsar proyectos de evangelización online, generar contenido con sentido y establecer puentes entre la Iglesia y las nuevas generaciones que viven y se relacionan desde lo virtual.

Sobre cómo vaticina los primeros pasos, reconoce: “Los inicios de esta delegación irán lentos porque es de nueva creación. Eso requiere tomar conciencia de la situación actual de la diócesis en el mundo digital, que exceptuando algunos casos como el de la pastoral juvenil es bastante pobre, e iniciar nuevos caminos para que realmente las redes sirvan para un primer encuentro con el Evangelio, con la Iglesia y con Jesucristo. Por tanto, pienso que habrá que ir poco a poco para construir una delegación que sirva realmente para ese descubrimiento de la alegría del Evangelio”.

Tampoco esconde que puede haber dificultades: “En cuanto a la acogida, supongo que habrá reticencias, tanto por parte de la gente como del clero. Por parte de la gente, porque no está acostumbrada a que, a través de las redes sociales, la Iglesia se exprese y transmita el mensaje de Jesús, así que al principio supongo que les chocará. Por parte del clero, porque tampoco tenemos mucha conciencia de la gran utilidad que pueden tener las redes sociales y la inteligencia artificial para acercar el Evangelio a los que están más alejados. Preferimos la presencia física, y aunque es cierto que las redes no pueden sustituir a la comunidad física eclesial, lo cierto es que a través de ellas y de la inteligencia artificial, podemos tener un primer encuentro y un primer anuncio hacia aquellos que se cuestionan la vida y que buscan un sentido para ella. Por casualidad, lo pueden encontrar a través de nuestros servicios online. Tenemos, tanto dentro como fuera de la Iglesia, que abrir nuestra mentalidad al gran servicio que puede hacer el Evangelio en el mundo digital”.

En un mundo donde los clics marcan el ritmo y las pantallas median nuestras relaciones, la Iglesia de Huelva alza la voz con un gesto valiente y visionario: salir al encuentro del ser humano también en el lenguaje del siglo XXI. Porque si Dios habla todos los idiomas, también sabrá decir “te amo” en código binario.

Y quizás, desde esa nueva plaza pública digital, donde se cruzan millones de almas a diario, vuelva a resonar la pregunta que transformó la historia: “¿Quién decís que soy yo?”.

Ahora, también se responde desde una pantalla.