viernes. 26.04.2024
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Así se vive el confinamiento en los asentamientos de inmigrantes de Huelva

3.500 inmigrantes residen en los cincuenta asentamientos chabolistas repartidos por Lepe, Moguer, Palos, Lucena y Almonte. WihuTV y diariodehuelva muestran las duras condiciones en las que viven el confinamiento y la pandemia de coronavirus.
Así se vive el confinamiento en los asentamientos de inmigrantes de Huelva

Unas 3.500 personas, según los cálculos de organizaciones no gubernamentales y de ayuda que trabajan en Huelva, viven actualmente en el medio centenar de campamentos de inmigrantes distribuidos principalmente en las zonas agrícolas de Lepe, Palos, Moguer, Lucena y Almonte.

Es como una ciudad paralela, con estructura 'comarcal', solo que formada por medio centenar de pequeños núcleos de chabolas a modo de ‘municipios’: Vía Verde, Hotel Portugal, La Noria, Cabeza Arias, El Bosque, Cuatro Caminos, Polígono San Jorge, Las Madres, Los Pinos... (así hasta 50) sin agua, ni luz ni servicios de ningún tipo. Y sus ciudadanos proceden del África subsahariana y del Magreb.

Algunos llevan décadas (sobre) viviendo en condiciones infrahumanas sin que los ayuntamientos, las asociaciones empresariales ni las instituciones onubenses hayan sido capaces de resolver un problema que afecta de lleno a la imagen de Huelva en España, Europa y todo el mundo.

Con la pandemia del coronavirus en su apogeo, este sector de la población onubense se ha visto más desvalido aún.

Diariodehuelva.es ha visitado sus ‘casas’ de madera, plástico y cartón. Efímeras. Ya se ha dicho. Sin agua, ni luz, ni servicios ni recogida de basura. Son campamentos de pobreza que han alarmado al relator de la Organización de Naciones Unidas que estuvo hace poco de visita para comprobar la situación en la que viven en pleno siglo XXI y en la gran Europa.

Seydou Diop era un estudiante senegalés de Filología Francesa obligado a emigrar para sobrevivir. Hoy es un activo colaborador e integrante de la Asociación Nuevos Ciudadanos por la Interculturalidad (Asnuci) que cuenta con más de 1.500 asociados.

Seydou nos guía y acerca la realidad de un asentamiento ‘lepero’ donde residen un centenar de inmigrantes y nos enseña cómo viven en mitad de la pandemia del coronavirus. Seydou trabaja ahora como peón en una explotación acuícola después de hacerlo siempre en la agricultura.

“Todos buscan una vida mejor”, dice Diop, implicado a través de Asnuci en dignificar la vida de un colectivo que, paradojas de la vida, se ha convertido en ‘esencial’ para la economía de Huelva y para los empresarios agrícolas. Sin ellos muchas cosechas se quedarían en el campo al estar ahora las fronteras cerradas y no poder llegar otros trabajadores contratados en origen.

La mayoría de los que viven en los campamentos de inmigrantes son trabajadores agrícolas sin residencia. No les alquilan pisos debido a la precariedad de sus contratos y no disponen de barracones en las fincas donde poder quedarse en temporada.

Su día a día comienza al alba… sin agua caliente para asearse en pleno invierno. Regresan del tajo a las seis de la tarde. Lo primero, buscar agua, para la limpieza personal… y luego hacer la compra y preparar la comida. A diario porque no hay frigorífico donde guardar alimentos. Duermen en chabolas de hasta ocho personas.

Desde que comenzó el confinamiento les acercan agua con una cisterna.

El campamento donde se realiza el reportaje está ‘presidido’ por dos banderas de España en lo alto de árboles hoy deshojados que servirán en verano para resguardarlos del sol y dar sombra en jornadas que rondan los 40 grados de temperatura.

“Somos una mano de obra grande de este país. Y lo estamos mejorando económicamente”, afirma Seydou mirando a la cámara. Y añade: “Mira ahora con el coronavirus… todos los sectores parados… y nosotros trabajando en el campo para alimentar a la población. Trabajamos y no tenemos una vida mejor”.

No pasan hambre… y se definen como jóvenes, valientes y aspiran a regularizar su situación y tener un alojamiento digno que no llega. Sufren incendios, a veces inexplicables, que borran la documentación, las pruebas de una estancia mínima que deben demostrar para conseguir los permisos de residencia. Los hay que llevan hasta una quincena de años en España.

En pleno Ramadán,  el noveno mes del calendario islámico, realizado por musulmanes en todo el mundo como mes de ayuno, la oración, reflexión y comunidad no olvidan sus raíces. Y rezan, rezan aunque sea en una humilde ‘mezquita’ construida con palos y cartones por un mundo mejor.

Imagen, realización y montaje: Tomás Rodríguez

Fotografía: Tomás Rodríguez

Texto: Rafael Moreno