Pero Carolina Marín, ¿de qué planeta has venido?

La onubense se clasifica por segundo año consecutivo para la final del Campeonato del Mundo, tras una extraordinaria demostración de fuerza mental, juego y carácter. La surcoreana Sung Ji Hyun llevó al límite a la campeona, pero la número uno mundial se sacó de la nada un increíble parcial de diez a cero cuando tenía perdido el partido. La hindú Saina Newhal, número dos del ránking, será el rival por el oro.

No juega al fútbol, no es una cantante famosa, ni una política de frases ingeniosas, pero ha vuelto a poner patas arriba a Huelva, a España y a todo el planeta. Carolina Marín es así de increíble. La onubense disputará por segunda vez la final del Campeonato del Mundo de Indonesia y mantiene así el sueño de renovar el oro conquistado el año pasado en Copenhague.

Un logro extraordinario por sí mismo, pero adquiere la dimensión de gesta viendo el desarrollo del partido. Nuestra campeona demostró una fortaleza mental a prueba de bomba atómica para superar a la surcoreana Sung Ji Hyun en tres sets y una hora y media de juego para la historia del bádminton (21-17, 15-21 y 21-16).

Yakarta está a lo pies de la canterana del IES La Orden, que jugará la final este domingo contra la hindú Saina Nehwal, verduga de la indonesia Linda Fanetri en dos mangas (21-17 y 21-17). Será el cruce entre la número uno y la número dos del ránking mundial. El mejor partido posible sobre la faz de la Tierra.

La vigente Campeona del Mundo y Europa arrancó como un tifón, con un plan de batalla claro y una significativa ventaja inicial (3-0). Pero Sung se convirtió en un muro en defensa y comezó a hacer daño con el revés. La surcoreana cruzó el intervalo en franquía (9-11) y amenazaba con la sorpresa.

El breve descanso le vino bien a la onubense. Refrescó ideas, recompuso su juego y sacó a relucir su prodigiosa zurda. La asiática se fue derrumbando ante una cadena de golpes espectaculares de Carolina, que primero remontó (18-14), y después sentenció el set (21-17).

La salida de la segunda manga devolvió la preocupación. La surcoreana fue a por todas, sorprendiendo a la número uno mundial (1-7). Cualquiera se habría derrumbado, pero Carolina no es cualquiera. Ante la incredulidad de Sung, le dio la vuelta al calcetín en un visto y no visto (14-12).

Claro que la asiática no estaba en la semifinal por casualidad. Su reacción sacó del partido a la onubense, que entró en una espiral de desencuentros con el juez de silla y errores no forzados, que le llevó a perder el set (15-21). El desempate estaba servido.

El buen momento de juego de Sung se prolongó en el amanecer de la tercera manga (4-8). Como en los dos anteriores sets, Carolina perdía también en el intervalo (8-11). Y la situación se agravaba poco después (8-13). Peleada con la humedad de la pista y descentrada con el árbitro, nuestra heroína parecía acabada.

Pero la onubense tiene más vidas que un gato y en una asombrosa recuperación, desarboló a Sung con un increíble parcial de diez a cero que le dejaba en las puertas de su segunda final mundialista (18-13). Golpe a golpe, defensa a defensa, respuesta a respuesta, Carolina se fue haciendo más grande, colosal, gigante.

El desenlace, inesperado hacía tan solo unos minutos, estaba cantado. Con 9.000 personas jaleando su juego, la Campeona del Mundo remató el set y el partido (21-16). La gloria dorada espera a la onubense en Yakarta. Y ante semejante demostración sólo nos queda preguntar, ¿de qué planeta viniste Carolina?