viernes. 29.03.2024
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Se cumplen 85 años de la toma franquista de la localidad de Galaroza

El 24 de agosto de 1936 comenzó una etapa de represión y oscuridad para el pueblo
Se cumplen 85 años de la toma franquista de la localidad de Galaroza

El 24 de agosto de 1936 entraron las tropas sublevadas contra la Segunda República en la localidad de Galaroza. Se iniciaba entonces una etapa incierta, envuelta en el golpe de Estado iniciado el 18 de julio, que abrió la puerta a una terrible represión y a cuarenta años de dictadura.

La toma del pueblo se produjo por parte de las fuerzas de la Columna Redondo, llamada así por su jefe, el comandante Luis Redondo, quien al proclamarse la Segunda República se retiró del Ejército por disconformidad con el nuevo régimen. Se adhirió a la Comunión Tradicionalista y estuvo implicado en la ‘Sanjurjada’, el intento de golpe de Estado de 1932. En 1934, por indicación del higuereño Manuel Fal Conde, organizó el Requeté carlista, que puso al servicio del golpista Queipo de Llano inmediatamente después de que éste se hiciese con la ciudad de Sevilla. Queipo le encargó la conquista de diversos territorios, entre ellos la Sierra onubense, a la que llegó en agosto de 1936, tomando localidades como La Umbría, Puerto Moral, Corteconcepción, Alájar, Santa Ana la Real, Almonaster, Cortegana, El Repilado, Linares de la Sierra, Fuenteheridos, Cortelazor, Los Marines, Jabugo, o Castaño de Robledo, y emprendiendo posteriormente camino hacia Campofrío y la Cuenca Minera.

Junto a estas tropas viajaba Bernabé Copado Agenjo, sacerdote jesuita autor de numerosas crónicas sobre la contienda fratricida y que actuó como narrador de las andanzas de Redondo, las cuales relató en una publicación que se hizo famosa en aquellos años, denominada ‘Con la columna Redondo’. Combates y conquistas, Crónica de Guerra’, impreso en Imprenta Gavidia de Sevilla en 1937.

En relación a la toma de Galaroza, en este libro se le dedican varios párrafos al paso previo por Las Chinas, tras conquistar Jabugo. Desde esta aldea, según Copado, “pudimos oír las campanas de Galaroza que nos esperaban, y nos daban la bienvenida”. Después de palabras descriptivas de la belleza de la población cachonera, el religioso afirma que “la gente que estaba atemorizada por los sufrimientos y vejaciones, salió a la calle, y enloquecida vitoreó a las  tropas,  puso colgaduras, engalanó las fachadas, hizo sonar el bronce alegre de sus campanas, y no cesó de vitorear hasta enronquecer, al Requeté, el poco tiempo que nos detuvimos entre ellos”.

El libro de Copado recoge dos fotografías de la toma de Galaroza; una de ellas, tras la llegada de las tropas al barrio de Venecia, recoge la expectación suscitada y la gente en las calles junto a los soldados. La imagen, marcada con el número 28 y reproducida posteriormente el libro ‘La Guerra Civil en Huelva’, de Francisco Espinosa Maestre, incluye un texto, “Galaroza: alegría, blancura, frescor de fuentes y de huertas…”, algo incongruente con la escena de los soldados tomando la parte baja del pueblo y los vecinos expectantes ante la situación.

La segunda, marcada con el número 52, incurre en un error, ya que su pie de foto dice “El Requeté en las calles de Aroche”, y un análisis minucioso aclara que se trata de una imagen del 24 de agosto de 1936 en la actual calle Iglesia, de Galaroza.

Para complementar lo que pasó ese día, acudimos a la hemeroteca, concretamente a los artículos de Enrique Tello Mazzariego publicados en el periódico ‘La Unión’, quien insiste en la ausencia de disturbios en la toma de la población. Relata que la columna partió desde Cortegana antes del amanecer del día 24 de agosto, en dirección a El Repilado, al mando del capitán García de Paredes, a quien Redondo había confiado el mando de la operación. Tras tomar El Repilado y Jabugo, se pusieron en movimiento hasta el Puente del Infierno, donde pararon y el Requeté se desplegó para controlar el lugar, entrando posteriormente en la aldea de Las Chinas, que fue tomada sin oposición alguna. Allí, según otras fuentes, se produjo la primera muerte relacionada con la Guerra Civil que ocurriese en término de Galaroza, con el asesinato de un vecino que al parecer presentaba cierta discapacidad intelectual y que se acercó a las tropas creyendo que eran republicanas. Su grave error le costó muy caro, ya que los soldados franquistas no le perdonaron esta equivocación y le fusilaron en el acto.

Posteriormente, la columna se dirigió hacia Galaroza, donde, según Tello, “el pueblo en masa acude a la entrada de la carretera y saluda con vítores a España y al Ejército, así como a los expedicionarios, que contestan con ardor”. Continúa el periodista informando que saludaron a varios amigos, “entre ellos al señor Ollero, que estaba pasando la temporada de verano, y el médico titular, don Vicente Rembado”.

Informa Tello que en Galaroza “ha funcionado un  Comité comunista y han recibido la visita de los ya repetidos mineros, siendo víctimas de sus rapacerías”. Pasa posteriormente a describir la quema del patrimonio  religioso, mencionando a la iglesia parroquial, de la que “no quedan más que los muros, ennegrecidos por el humo”, y alude a la  patrona cachonera, la Virgen del Carmen, a la que “unas valientes devotas lograron poner a salvo”, junto a la Purísima. El testimonio que se ha  transmitido de esta acción de  salvamento de la especial talla embarazada corresponde al  relato del cura local Emilio Beneyto, recogido por Emilio Rodríguez en su libro ‘Aspectos históricos de Galaroza’. En la  publicación se refleja este ocultamiento tras la acción de un grupo de vecinos que la trasladaron el 25 de julio desde su iglesia hasta un lugar cercano. La restitución de la imagen a su emplazamiento en la Ermita del Carmen no  se produjo hasta el día 18 de octubre de 1936, tras las labores de reparación de los daños en el edificio.

Una vez los soldados en el pueblo, se dedicaron a ocupar los centros neurálgicos, como la Plaza de Los Álamos. Allí, según algunas fuentes orales, se instaló una ametralladora destinada a amenazar a los vecinos que escapaban hacia Los Riscos Altos.

La legalidad municipal fue depuesta y sustituida por una Comisión Gestora presidida por Eladio Muñiz Muñiz, que tomó posesión el mismo día 24 de agosto, a las 14.00 horas, al que acompañaban José Moreno Nieto y Enrique Ponce Muñiz. Este trío fue nombrado “por la Autoridad Militar a las órdenes del Excmo. General de la Segunda División para constituir la Comisión Gestora Permanente de este Ayuntamiento con facultades para designar los restantes miembros que han de sustituir a los que integraban la Corporación municipal que se considera disuelta al ser tomada militarmente esta localidad por las fuerzas expresadas”.

A las 18.00 horas tuvo lugar la segunda reunión en el Ayuntamiento, en la que, a la Comisión Gestora se unieron José Santos Domínguez, Salvador González Romero, Juan José Vargas Sosa, Ramón Delgado Serrano, Juan Antonio García Serrano, Neftalí Santos Alcayde y Emilio Carvajal Sosa, para ser designados para integrar la Corporación municipal Consultiva de Galaroza.

La crónica de Tello Mazzariego sobre la toma de Galaroza finaliza indicando que, “terminada la misión de volver al pueblo a la normalidad, la columna prosigue su marcha, siendo despedida con igual entusiasmo que a la  llegada. El pueblo forma a ambos lados de las calles por donde desfilan las fuerzas, sin que ni por un momento cesen los vivas y aplausos”. Las tropas tomaron posteriormente Fuenteheridos y Los Marines, hasta volver a Aracena.

También ese día comenzaron las persecuciones y detenciones, preludio de lo que sería una sangrienta represión que se cobró vida y hacienda de muchos cachoneros. En el plano económico, resultó devastadora para muchas familias la incautación de bienes tras la toma del pueblo. Según los datos, se produjeron siete Edictos de Confiscación de Bienes y Expedientes en 1936 y diecisiete dictados en Comisión, por parte de la Comisión Provincial de Incautaciones por municipios, encontrándose entre los primeros el que condenaba al alcalde Luis Navarro después de haber sido asesinado.

En cuanto a la agresión física, existen diversas fuentes. Según el trabajo del colectivo Memoria antifranquista del Baix Llobregat, ‘La represión franquista en Andalucía’, en Galaroza se produjeron 22 víctimas de izquierdas, para una población de 2.715 habitantes. Según los datos de Espinosa Maestre, fueron asesinadas 28 personas vinculadas con Galaroza, tanto en esta población, como en las cercanas de Fuenteheridos, Jabugo o Valdelarco.

Pero hay cálculos que superan esas cifras, como los aportados por Eliecer Domínguez en su trabajo ‘Purgatorio ensangrentado’. El investigador y artista cachonero, afincado en Madrid, recogió entrevistas y testimonios en varias etapas, pero sobre todo en 2006, que le llevan a establecer que no hubo víctimas mortales causadas por la izquierda en Galaroza, como confirmaría el propio Ayuntamiento el 12 de noviembre de 1940 en el marco de la Causa General. Por el contrario, calcula que la represión por parte de los vencedores alcanzó las 77 víctimas mortales, tanto en el pueblo como en otras localidades, y un total de 189 afectados por las acciones que se desencadenaron a partir del 24 de agosto de 1936. En esta última cifra incluye a los procesados o a los familiares que quedaron viudos o huérfanos.

Tras los primeros años de persecución, la vida prosiguió en Galaroza como en cualquier pueblo serrano onubense, bajo los dictados del régimen que llegó a este  pueblo hace ahora 85 años.