sábado. 27.07.2024
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La Asociación Cultural Lieva resume la década de los años 30 en Galaroza

Un nuevo trabajo de la asociación sobre este período histórico se muestra en ‘La Taberna Cultural’.
La Asociación Cultural Lieva resume la década de los años 30 en Galaroza

La Asociación Cultural Lieva continúa investigando la historia de Galaroza, especialmente la década de los años 30 del siglo pasado, de la que ya entregó un primer trabajo al Ayuntamiento en el año 2018. Sus últimos datos han sido incorporados en un resumen de la década que está mostrando en una nueva edición de ‘La Taberna Cultural’, programación que alcanza su decimonovena edición, y en cuyos contenidos colabora la Diputación de Huelva.

Una exposición fotográfica y un audiovisual forman parte de esta nueva actividad con la que Lieva cierra 2020. De este resumen pueden extraerse diversos datos de interés, como la muerte a los 60 años debido a un ataque de uremia del alcalde cachonero, Emeterio Rey, en mayo de 1930, acontecimiento que ya auguraba lo que pasaría años después. Este hecho luctuoso no fue reflejado, sorprendentemente, en el anuario de 1931 que se editaba anualmente con los datos de todos los municipios de España.

La gestión municipal del primer lustro quedó bien reflejada en la Memoria de Gestión del Ayuntamiento de Galaroza desde 1931 a 1935, realizada por el secretario de la Corporación, Francisco Criado, en la que se describen los logros más destacados de este período.

La corporación dirigida por Luis Navarro impulsó la construcción de fuentes y espacios públicos con el objetivo de terminar con la insalubridad y la falta de higiene de muchos lugares de la localidad. Se pueden citar las fuentes del Cenagal, del Socavón, de Venecia o de Las Chinas, como rincones que ahora se reconocen como parte fundamental del pueblo y que se crearon en la década de los treinta.

Una de las grandes obras emblemáticas que acometió fue el Paseo de Venecia, que hoy lleva su nombre, plaza con la que eliminó la laguna insalubre que se formaba en la zona baja del pueblo. Además, consiguió fondos del Estado para la construcción de los nuevos colegios que tendría un coste total de 112.205,67 pesetas. Finalmente, construyó un nuevo ayuntamiento y adecentó numerosas calles de Galaroza. Otros proyectos quedaron sin concluir, como la nueva casa cuartel de la Guardia Civil o el matadero público. Navarro fomentó también el empleo entre los obreros y jornaleros, así como la instrucción pública, creando una biblioteca y diversas unidades escolares.

Al estudiar la historia cachonera de los años treinta, surge un componente social de gran importancia. Los vecinos se unen en iniciativas colectivas para llevar a término objetivos comunes, como fueron los Casinos, destacando el Casino Obrero, regentado por Rafael Blanco Trujillo, concejal socialista en el Ayuntamiento cachonero, o el de la Unión Recreativa, donde tenía su sede la Unión Patronal. Esta última organización fue fundada en 1933, estaba compuesta por propietarios, agricultores, industriales y comerciantes y su objeto estaba definido por la “defensa de los intereses y derechos de sus asociados, dentro de los preceptos legales vigentes, por la creación y fomento de instituciones de auxilio y mejora para la clase obrera, y por la realización de cuantos actos y gestiones fueran lícitos y estén orientados a la consecución de los fines reglamentarios”.

Este fenómeno de la socialización se produce en muchos ámbitos, y el deporte no quedó fuera. La inauguración del campo de fútbol ‘El Rebollar’, en cuya construcción hubo que lamentar el fallecimiento de Rafael Sosa ‘El Abuelito’, tuvo lugar el 24 de julio de 1935, con un encuentro entre el Club Deportivo Cachonero y el Higuera F.C., que terminó con empate a uno en el marcador.

La Alcancía fue una entidad de protección que en 1937 publicó una completa memoria de sus actividades desde su fundación. Se dedicaba esta sociedad a ayudar a los trabajadores que caían enfermos y no podían continuar con sus trabajos. Realizaba una gran labor incluso tras el fallecimiento de sus socios. En palabras de su propio Reglamento aprobado el 1 de abril de 1951, “su único fin consiste en socorrerse mutuamente en sus enfermedades y accidentes los individuos que la componen”. A raíz de poemas escritos en 1936 por el secretario de la organización, José Carmona Tristancho, se pueden conocer algunas de las personas más reconocidas del pueblo en aquella época.

Desarrollando las acciones y el dinamismo social de la década de los treinta, no se puede dejar atrás la Cultura, un área muy estimulada y cuidada en la época, especialmente a partir de la instauración de la II República. Galaroza fue visitada por la expedición que el gobierno republicano envió para inspeccionar los bienes históricos en 1932, quedando constancia de la llegada de los técnicos a través de una fotografía en la portada de la ermita de Santa Brígida que tomó Manuel Moreno y que se encuentra depositada en la fototeca de la Universidad de Sevilla.

En la localidad se creó en marzo de 1935 la Biblioteca Municipal y entre las iniciativas culturales de la década destaca la publicación de un periódico denominado ‘El Manicomio’, el primero de los que se tienen noticia en la localidad, obra de jóvenes cachoneros inquietos y preocupados por su pueblo. Aquel folletín se publicó en 1930, concretamente el día 19 de enero.

Galaroza tuvo el honor de contar con dos enormes escritores en esta etapa histórica. Los dos militaron en bandos ideológicos diversos y los dos están considerados como grandes poetas. La obra del cachonero Jesús Arcensio, uno de los más reconocidos escritores onubenses, se ha estudiado en diversas oportunidades en los Encuentros de Escritores de la Sierra. También pueden estar orgullosos en la localidad de Luis Pérez Infante, que tuvo que exiliarse a Uruguay tras el estallido de la Guerra Civil.

Una de las constantes que marcó la década de los 30 del siglo pasado en toda España fue la persecución religiosa por parte de colectivos, sindicatos, partidos políticos e instituciones. Particularmente a partir de la proclamación de la II República, determinadas instituciones y organismos afrontaron una marcada línea de desacralización de la sociedad y limitación del poder de la Iglesia Católica. En muchos ámbitos y territorios, el anticlericalismo derivó en un extremismo que alteró la vida pública y las costumbres de los pueblos.

En Galaroza, esta situación no provocó ningún daño personal que lamentar, pero sí afectó a las costumbres y al patrimonio religiosos. La destrucción de la Cruz de las Pizarrillas, en junio de 1932, que provocó la protesta airada ante el ayuntamiento de una treintena de “señoras católicas”, fue el preludio de la quema de templos que se produjo en 1936. En marzo ardió Santa Brígida, el 25 de julio de 1936 la ermita del Carmen y la parroquia, y un día después, la iglesia de  Navahermosa. Según el trabajo de Juan Ordóñez  Márquez, se perdieron diversos retablos y numeroso ajuar religioso,  pero la pérdida más irreparable fue el retablo mayor de la parroquia, de estilo barroco siglo XVII, tallado en madera de castaño de gran mérito y proporciones, fruto de la colaboración de artistas cachoneros y portugueses.

La toma de Galaroza por parte de las tropas sublevadas tuvo lugar el 24 de agosto de 1936. Los artífices del hecho formaban parte de la Columna Redondo, autores de la conquista de gran parte de la comarca serrana para el bando ‘nacional’. El libro de Bernabé Copado ‘Con la columna Redondo. Combates y conquistas’, incluye estos y otros datos, además de fotografías, alguna de ellas errónea. Este hecho queda constatado con la imagen número 52, cuyo pie de foto reza “El Requeté en las calles de Aroche”, mientras que la realidad es que se trata de la actualmente denominada como calle Iglesia, en Galaroza.

En el plano económico, resultó devastadora para muchas familias la incautación de bienes tras la Guerra Civil. Según algunos autores, se produjeron siete edictos de incautaciones en 1936. Mucho más grave resultó la represión física, que se inició de inmediato, durante el verano del 36. Según el alcalde Fernando Guerra-Librero en un documento que firma el 12 de noviembre de 1940, no hubo ninguna víctima violenta “durante la dominación roja” en Galaroza. Por el contrario, aunque los datos son diversos, se tiene por cierto que la represión iniciada a partir de agosto de 1936 afectó a muchas personas nacidas o domiciliadas en Galaroza.

Según Francisco Espinosa, en Galaroza hubo doce víctimas causadas por la derecha, “datos que parecen escasos, a la luz de investigaciones más amplias y detalladas”, apunta la investigación de la asociación. De hecho, el trabajo realizado por Eliecer Domínguez en 2006, que tituló ‘Purgatorio ensangrentado’, calcula 77 víctimas mortales, que fueron asesinados tanto en el pueblo como en otras localidades, entre ellas el alcalde republicano, Luis Navarro, acaecida en Fuenteheridos tras terrible tortura. Además, indica un total de 189 afectados por la represión, incluyendo los familiares que quedaron viudos o huérfanos.

Según los representantes de Lieva, “la labor de reconstruir las pequeñas historias de estos cachoneros represaliados es triste pero necesaria para devolverles la dignidad a ellos y sus familiares”. Por ello, continuará “trabajando para aportar datos fiables de esta y otras etapas históricas de Galaroza para aprender de la Historia y que los vecinos enriquezcan su cultura”.