jueves. 16.05.2024
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Mucho cuidado con lo que ya avisan los mapas del tiempo a partir del 9 de julio en Huelva

Tras una semana próxima llevadera a pesar del calor los modelos meteorológicos comienzan a mostrar un torrente cálido extremo que pondrá los límites de las provincia de Huelva y Sevilla a 45ºC. Incluso vaticinan que puede ser peor.
Un termómetro marca 46ºC en Huelva
Un termómetro marca 46ºC en Huelva
Mucho cuidado con lo que ya avisan los mapas del tiempo a partir del 9 de julio en Huelva

Cuidado con lo que asoma en el horizonte meteorológico. Si los pronósticos que comienzan a mostrar los modelos se cumplen el 10 de julio será tremendo. Una jornada como pocas en la historia reciente.

46.7 C para el lunes 10 de julio. Ese sería el nuevo récord de la ciudad de Sevilla. Pero ojo, el modelo determinista del ECMWF pronostica 48.2C, que sería nuevo récord nacional, que actualmente está en 47.6C en La Rambla (Córdoba).

Ya lo ha avisado la Agencia Española de Meteorología que divisa una semana muy mala para la salud en el horizonte.

Por ejemplo la semana que comienza el día 3 de julio será soportable, con temperaturas en la zona oriental de la provincia onubense que oscilarán entre los 35º del lunes y los 37º del viernes 7 de julio. En la Sierra de Aracena y Picos de Aroche el 3 de julio comenzará con máximas de 35 grados y llegarán a 37 el sábado 8 de julio..

La capital onubense espera también una semana soportable hasta el sábado 8 de julio.

Un termómetro en la barriada del Molino de la Vega marca 41ºC
Un termómetro en la barriada del Molino de la Vega marca 41ºC

Pero el domingo 9 de julio comenzará a torcerse todo. Para arrancar la semana en Huelva a más de 40º de temperatura que prometen ser de órdago en la vecina Sevilla y en las zonas limítrofes de la provincia onubense, Condado y Aljarafe.

Para el pueblo que está batiendo récords cada vez que llega una ola de calor, El Granado, tampoco hay buenas noticias. Si arrancará la semana a 36 grados el próximo lunes cuando llegue el domingo día 9 alcanzará los 42º y el lunes, martes y miércoles 11 de julio sufrirá un torrente de calor extremo, con más de 44º.

Malas perspectivas para los negacionistas del cambio climático.

Se dice que la memoria meteorológica es corta, que apenas podemos retener los eventos extremos y que tendemos a exagerarlos. La percepción entre la población, tanto joven como mayor, es que los veranos son más largos y calurosos que en el pasado. ¿Es esta percepción verdadera o no? El siguiente análisis tiene como objetivo proporcionar cifras concretas. 

Un nuevo artículo de AEMET y  firmado por el meteorólogo de la Delegación de AEMET en Valencia, Benito Fuentes López (@metbeni), avanza cambios importantes de cara a lo que va a ocurrir y está ocurriendo ya.

Durante décadas se viene registrando un número de récords de días cálidos superior al esperado por simple variabilidad natural [1] y un aumento de las temperaturas máximas [2], lo cual concuerda con las proyecciones establecidas por los diferentes escenarios de cambio climático. Una de las predicciones es la reducción de los inviernos y la extensión de los veranos. Un estudio realizado por César Rodríguez [3] analizó las series de temperaturas de diferentes observatorios del país y encontró que los veranos se están alargando entre 4 y 15 días por década dependiendo de la zona. Este trabajo busca realizar un análisis similar y aplicarlo a todo el territorio nacional.

(Solo hay que observar los récords de temperaturas que año tras años va alcanzando la localidad onubense de El Granado para comprender lo que está pasando)

¿Cómo se realizaron los cálculos?

El primer paso para determinar si hay cambios en el verano es definir qué se considera verano y cuánto dura. Se utilizó la base de datos del reanálisis ERA5 del Copernicus Climate Change Service (C3S) [4] que proporciona datos horarios desde 1940 hasta la actualidad con una resolución espacial de 0.25⁰ de latitud y longitud. Para cada punto se realizaron los siguientes cálculos:

1. Se calculó la temperatura media diaria desde el 15 de junio hasta el 15 de septiembre (Península y Baleares) o desde el 1 de julio hasta el 1 de octubre (Canarias) del periodo de 1991 a 2020. Se utilizó la temperatura media en lugar de la máxima para evitar incluir períodos fuera del verano que registrasen temperaturas máximas propias de esa estación pero alejadas de un comportamiento típicamente veraniego (con mínimas también altas). De esta manera, se eliminaron esos períodos que podrían confundir y prolongar el verano más de lo necesario.

Por ejemplo, algunos días de abril de 2023 presentaron temperaturas máximas típicas del mes de julio y podría considerarse ese mes como el inicio del verano. Sin embargo, las mínimas fueron propias de la primavera y al calcular la temperatura media se obtendrían resultados algo alejados del valor medio del verano en la mayoría de esos días.

2. A continuación, se estableció un umbral basado en el percentil 30 de la distribución de temperaturas medias diarias. Esto permitió eliminar días atípicos con anomalías negativas muy bajas. Esta metodología mejoró la definición del verano en áreas con mayor variabilidad térmica estival, como las costas gallegas y cantábricas, sin afectar de manera significativa a áreas donde las temperaturas fluctúan menos, como el interior peninsular y las islas.
En la imagen siguiente se muestran los valores umbrales en cada punto.

Imagen 1: umbrales de temperatura media (⁰C) que definen el verano

3. Posteriormente, se calculó la temperatura media móvil de nueve días para cada año desde 1940 hasta 2022 y se determinó el primer y último día del año en el que se igualaba o superaba el umbral de temperatura establecido. Se optó por utilizar un período prolongado que representara el verano en lugar de considerar un día específico de primavera u otoño con una temperatura excepcionalmente alta, evitando así falsos positivos. Para calcular el valor de un día en particular, se promedió su temperatura con las cuatro fechas anteriores y las cuatro siguientes (un total de nueve días).

4. Finalmente, se analizaron las fechas de los 83 veranos en busca de una tendencia creciente o decreciente utilizando el test de Mann-Kendall. [5]

A pesar de que la metodología y los umbrales pueden parecer subjetivos, los resultados obtenidos mostraron un comportamiento consistente y similar cuando se modificaron algunos parámetros (como el percentil, las fechas de junio o septiembre, el periodo climatológico, etc.) lo que indica que efectivamente la duración del verano se está prolongando. Sin embargo, es importante tener en cuenta que los resultados obtenidos deben considerarse como una aproximación y no como valores absolutos o inflexibles.

Alargamiento del verano

Las siguientes imágenes muestran que en casi todo del territorio se detecta un alargamiento evidente del periodo estival desde la década de 1940.

El aumento es menor en el suroeste peninsular y mayor en el este-noreste, superando en algunos puntos más de mes y medio.

En promedio, los veranos actuales son un mes más extensos que en el pasado. Las áreas punteadas representan regiones cuya tendencia no es del todo clara (con menos del 95% de seguridad o un p-valor superior a 0.05). En términos porcentuales, el verano se ha alargado más de un 30% en más de la mitad del país e incluso supera el 50% en el este-noreste. Cabe destacar que en áreas marítimas del archipiélago canario también se detecta esta fuerte tendencia (se han dibujado en el mar para dar mayor contenido a la imagen).

Es importante señalar que una tendencia ascendente no implica necesariamente que cada verano sea más largo que el anterior. Durante la última década, ha habido veranos más largos y más cortos, pero al analizar un período prolongado se observa un predominio cada vez mayor de veranos más extensos y un aumento en su duración.

Figura 2: alargamiento del verano desde 1940

Si los veranos se están volviendo más largos, esto se logra a costa de “robar” días a la primavera y al otoño. El alargamiento gradual no es uniforme y, en general, es mayor en primavera que en otoño. La extensión hacia la primavera, conocida como “primaverano”, es más notable en el centro y norte peninsular, con valores que superan los treinta días en algunos lugares. Además, la tendencia es clara en casi todo el territorio. Por otro lado, en las Islas Canarias, los máximos se registran al norte del archipiélago, y aunque la tendencia es menor y no se puede asegurar con un 95% de certeza, también se observa una extensión del período estival.

En cuanto a la extensión del verano hacia el otoño, conocido como “veroño”, es menor y no se puede afirmar con un 95% de certeza que exista una tendencia segura, excepto en las costas cantábricas y mediterráneas, donde se observa un alargamiento de aproximadamente dos o tres semanas.

En la mitad oeste del país, la extensión del veroño es más corta y en la mayoría de los casos no supera una semana. En el caso de las Islas Canarias, la extensión del veroño es similar a la del primaverano y también muestra tendencias claras.

Figura 3: extensión del verano hacia la primavera y el otoño

Ante los resultados obtenidos en este análisis, surge la tentación de extrapolar hacia el futuro e imaginar cómo podría ser la extensión del verano en otros 83 años.

Sin embargo, esta proyección debe realizarse con extrema cautela, ya que el alargamiento paulatino del verano no es lineal ni monótono, sino que presenta épocas con fuertes tendencias, estancamientos e incluso reducciones ligeras. En general, la tendencia ascendente se ha detectado a partir de las décadas de los 80 y 90 del siglo XX, es decir, en la segunda mitad del período estudiado.

En amplias zonas del oeste peninsular y en las Islas Canarias, la tendencia no comenzó hasta el presente siglo. En otras palabras, es posible que el calentamiento se esté acelerando.

Figura 4: inicio aproximado de la tendencia observada. No se han dibujado aquellas áreas en las que la tendencia no es clara (seguridad inferior al 95%)

Conclusiones

El análisis riguroso de datos confirma que los veranos en España se están alargando de manera alarmante, superando en algunos casos más de un mes y medio. Esto no es solo una percepción subjetiva, sino una realidad respaldada por evidencia científica.

La prolongación del verano tiene consecuencias devastadoras para el equilibrio ecológico, la salud humana y la economía.

El aumento de las temperaturas extremas y la mayor duración del calor impactan negativamente en los ecosistemas, aumentan los riesgos de incendios forestales y afectan la disponibilidad de recursos hídricos. El alargamiento del verano implica una redefinición de los calendarios agrícolas, ajustes en la gestión del agua, modificaciones en la infraestructura urbana y una mayor conciencia en la prevención de riesgos asociados al calor.

Nos enfrentamos a un futuro en el que los veranos sofocantes y prolongados se convertirán en la nueva norma. Es responsabilidad de todos, desde los gobiernos hasta los ciudadanos, tomar medidas de adaptación y mitigación.

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