miércoles. 02.07.2025
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El Teatro Quintero cae rendido ante Casto Domínguez

El Teatro Quintero cae rendido ante Casto Domínguez

Quién me iba a decir aquella tarde de invierno de no hace más de un año, estando en casa de mi amiga Esperanza Enrique que las canciones que bailaban de su equipo musical y que me eran sumamente agradables y diferentes convirtieran el tema tremendamente serio de nuestra conversación en una catarata de interrogantes sobre el propietario de aquella voz. Me dijo que era amigo suyo, que tenía 32 años, que veraneaba en nuestra playa de La Antilla y que había estudiado Administración y Dirección de Empresas. En verdad, me gustaron las canciones que oí e irremediablemente las coloqué en el plano musical de Manuel Carrasco, aunque sean diferentes. Se trataba, el disco, de su opera prima, “Billete de ida”, que presentó en el Teatro Quintero y posteriormente en el también sevillano teatro Lope de Vega. Posteriormente a ello tuve ocasión de hablar de él con Juan Márquez y Dani Robles, amigos suyos, y me recordaron sus primeros pinitos en la costa onubense con el grupo Calle Botica. Además, como buen rociero que es, este año había hecho el camino a la Aldea con la Hermandad de Huelva.

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Por ello cuando este jueves pasado Esperanza Enrique me llamó para darme la noticia de que Casto Domínguez iba a presentar su segundo disco al principio me desconcerté. Había transcurrido más de un año de aquella conversación y caído, por tanto, muchas hojas del almanaque. Pero la voz animada de mi amiga me hizo recordar que se trataba de su amigo Casto, el cantante. Ante la pregunta de que si quería ir a verlo en directo no me lo pensé dos veces. La actuación estaba prevista a las 20,30 en el coqueto y moderno Teatro Quintero que nuestro admirado paisano Jesús quintero posee en la céntrica, estrecha y visigoda calle Cuna sevillana. Un marco incomparable que Jesús ha sabido completar con actuaciones y público tan de calidad como el que íbamos a ver. Media hora antes tomábamos una copa en una cafetería cercana y podíamos comprobar in situ como el lleno del aforo estaba asegurado. Un público joven, elegante, en el que destacaban algunos rostros conocidos, como el de Irene Villa acompañada de su marido, fueron agolpándose en torno a las puertas.

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Casto Domínguez tiene mucha personalidad sobre el escenario. A pesar de su juventud se le nota el haberse fogueado en bares, cafeterías, casetas de ferias y otros pilares básicos de todo artista. Por eso, y por su propio talante, se mueve por las tablas del Teatro Quintero, lleno en su totalidad, consciente de su saber y estar. Vestido de forma clásica, parejos a las elegantes y tradicionales modelos del público treinteañeros, con traje de chaqueta oscuro, al igual que la corbata, y camisa blanca no desentonaba en absoluto con el vestir más casual y desordenado de los músicos. El sonido era perfecto. En esta ocasión Juan Rojas, propietario de Staff Sund Audiovisuales, se había crecido aún más si cabe en su profesionalidad y la distorsión entre las instrumentales y las voces no existió. Todo era limpio y reluciente como la camisa de Casto Domínguez, como su ritmo, como su voz. Clara como su garganta.

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Este segundo trabajo de Casto Domínguez, “Tengo una fortuna”, es todavía más elaborado que su primer disco, sin desvalorar ni un ápice éste. Pero se le escucha más trabajado, más fuerte en su composición y música, con más veteranía y profesionalidad. Tengo que destacar la presencia en el escenario de José Antonio Rodriguez con su fiel guitarra y sobre todo, por su novedad, el poder contar con el acompañamiento del excepcional músico español José Carlos Gómez. Magnífico guitarrista que a pesar de encontrarse en Cancún y de no conocer al cantante, lo que le habían contado a través de un amigo común e intimo de Paco de Lucía no le hizo dudar y sintió por dentro el gusanillo que avisa de lo bueno. Y así lo declaró posteriormente que todo había sido muy bonito, de calidad y de gran futura proyección.

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Este último trabajo está formado por cuatro temas esenciales. “No nos dio tiempo”, “Tú llegaste a mí”, “A mi aire” y”Tengo una fortuna”, tema que le da nombre al disco y que se ha colocado como la canción favorita, no sólo del público presente en la sala, sino de las miles de entradas que está teniendo a través de las redes sociales y de cadenas como Spottif. En verdad, se trata de un grandísimo tema en el que la profundidad y la intimidad de la letra va perfectamente acompañada por una música acorde y dirigida por una voz y un ritmo que solo un gran cantante y un magnífico compositor como Casto Domínguez puede hacer. Es muy difícil encontrarte un buen cantante y un buen compositor en la misma persona pero aquí sin duda hay una conjunción que, si las carambolas de este mundo no lo impiden, esta condenada a llamar con fuerza, seriedad y profesionalidad en el mundo musical español.

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La temática de sus composiciones es muy fresca. Habla de la vida, de cosas sencillas, de las cosa diarias. Del amor y del desamor. De todo aquello que nos encontramos , pensamos o hacemos en nuestro devenir diario. De esas alegrías y , como no , de las tristezas que nos acompañan. De todas formas, no quiero cerrar este artículo sin hacer una mención especial y significativa al tema “Tengo una fortuna”. A mi edad mis oídos han escuchado mucha música y de la buena. Canciones de grupos musicales y artistas de los 50, 60 y 70 han pasado la criba mental de mi colador particular de melodías y en una parte de mi cerebro se ha quedado una selecta selección de la misma. Tengo que decir que desde este día 7 de abril a esa puerta imaginaria de mi discoteca mental ha llamado con fuerza “Tengo una fortuna” para quedarse en ella. Escúchenla. No se van a arrepentir.