viernes. 19.04.2024
El tiempo

Luis Benítez: "La pandemia ha supuesto un antes y un después en la salud mental"

Hoy el Teléfono de la Esperanza de Huelva cumple treinta años y, su presidente, Luis Benítez, nos ha transmitido su experiencia desde los inicios y lo que ha sido lidiar con algo tan crucial que por fin deja de ser un tabú: la salud mental
Luis Benítez: "La pandemia ha supuesto un antes y un después en la salud mental"

El Teléfono de la Esperanza cumple hoy 30 años en Huelva, por lo que esta asociación ha organizado para esta tarde un ambicioso programa de actividades en un lugar emblemático como es el Paseo de la Ría, gracias a la colaboración del Puerto de Huelva y su presidenta, Pilar Miranda.

A lo largo del día de hoy, de 10:30 horas y hasta las 14:30 horas, reanudándose a partir de la 16:00 y hasta las 18:00 horas, habrá todo tipo de actividades: sorteos, un mercado artesanal, foodtrucks para comer y beber, talleres y cuenta-cuentos para los más pequeños, y actuaciones musicales, yoga y biodanza para los adultos, entre otras muchas cosas.

Para conmemorar la encomiable labor que realizan las más de treinta personas que trabajan dentro del Teléfono de la Esperanza, cuyo número es 959 28 15 15, y desde hace ya tres décadas en nuestra capital y provincia, diariodehuelva.es ha recogido la vivencia y perspectiva en el tiempo de uno de sus ejes más valiosos, un miembro fundamental que estuvo desde sus inicios como es Luis Benítez, actual presidente de esta organización.

Benítez llegó hace ya más de treinta años para formar parte de esta red de asistencia que pone a disposición de todo aquel que, ante una crisis, lo necesita: su tiempo, su experiencia, su empatía, su apoyo y, también, su corazón.

¿Cuándo y por qué decides unirte al Teléfono de la Esperanza?

Estoy vinculado de alguna forma al Teléfono desde los inicios en Huelva. Yo estaba tan tranquilamente en mi despacho de la Notaría y un amigo me llama por teléfono y me dice “Mira Luis, estamos intentando crear el Teléfono de la Esperanza en Huelva, ya tenemos un grupo bastante numeroso, pero habíamos pensado en ti, si tú podías también participar”.

Yo no tenía ni idea de qué era el Teléfono, de qué suponía eso, de que era una asociación… Y entonces pues mira, me convocaron en una reunión en los locales de San Francisco, donde estaba el Padre Oliva, tras el Ayuntamiento. Estuve ese día y la verdad es que me gustó, porque ya nos hicieron una especie de dinámica en donde nos presentábamos, y supuso el poder participar con otras personas a unos niveles que no suele ser: hablar de nosotros mismos, nuestras sensaciones… Y eso a mi me gustó.

Entonces pues ya continué con el tema y me metí de lleno. Se hicieron los cursos de formación en agosto de 1990. Y aquello para mi fue un antes y un después, pero no ya en mi manera de pensar sino en mi propia vida, porque me di cuenta realmente que era un súper desconocido. Yo me creía que yo había nacido así, como me comportaba, cómo creía, cómo visualizaba la vida, a mí, y me di cuenta que no, que yo era el producto de una realidad, de una historia de vida. Pero que no tenía por qué ser de la forma en que me comportaba, de la forma en que pensaba… Sino que había un mundo interior por descubrir, y ese mundo interior era algo maravilloso. Me fascinó la posibilidad de conocerme y de crecer, de crecer por dentro.

Toda la formación que recibimos de los cursos, te da la posibilidad de hacerte “agente de ayuda”, para que luego tú puedas ayudar a otra persona que lo requiera.

Todo fue muy impactante, yo era un desconocido para mi mismo, te das cuenta que es algo que careces y que es tan importante y tan trascendente porque, realmente, por mucho dinero que tengas, por muchos bienes, por muchos coches, por todo lo demás… Si tú internamente no tienes un estado emocional saludable y con espíritu de vivir la vida de una manera plena, pues no te sirven para nada.

¿Cómo funciona esta organización?

Una cosa son las llamadas telefónicas, que podemos recibir llamadas desde cualquier parte de España, incluso de Estados Unidos. Depende de si nosotros estamos de guardia, o si no lo estamos, pasa a otro centro. La intención de nuestra red de centros es que la llamada nunca se quede sin atender. Tenemos cerca de 1.000 consultas al año.

Una persona en Huelva tiene dos opciones para ser atendida. Puede ser a través de la llamada telefónica que hagan en ese momento de crisis, porque la solicite o porque la persona que la atienda piense que necesite una atención profesional. Si la llamada la cogemos nosotros, nosotros mismos y si él o ella cree que necesita esa atención, se le puede dar ya desde la llamada.

Otra forma es a través de nuestro correo, pidiendo una atención psicológica o familiar. También a través de la web o, incluso, también vienen aquí. En la sede puede presentarse en cualquier momento una persona con una crisis.

A raíz de la pandemia, la crisis, se empieza por fin a tomar en serio los problemas mentales, ya que se han visto incrementados considerablemente... ¿Habéis notado en el Teléfono ese aumento del número de personas solicitando ayuda o asistencia?

Yo lo noto en la calle, que me paran a cada momento para decirme “Oye Luis, mira, que estamos teniendo un problema con mi hijo...” o “Yo estoy fatal, tengo una ansiedad...”, que lo notas ya de tus vecinos, tus conocidos, montones de personas.

Digamos que se ha perdido un poco el tabú que había con los problemas de salud mental entre la gente, ¿no?

Afortunadamente es así, porque yo recuerdo que la primera etapa del teléfono andábamos con un secretismo tremendo. Por aquel entonces manteníamos los que entonces llamábamos “grupos de encuentro”, y ahí teníamos (aunque aún lo seguimos teniendo) una exquisitez tremenda de que nadie dijera que “fulanito” estaba en el grupo del Teléfono de la Esperanza, porque el analfabetismo en este sentido era tan grande que pensaban que el vecino podía decir “Oye pues éste está yendo al Teléfono de la Esperanza, qué le pasará, qué problema tendrá”. La gente tenía cierto reparo en decir “Yo estoy yendo allí a un curso o a un taller”.

Algo totalmente diferente a la actualidad, la pandemia ha supuesto un antes y un después en el tema de la salud mental.

¿Qué balance haces de estos treinta años dentro del Teléfono de la Esperanza? ¿Qué ha supuesto en tu vida? ¿Qué te ha enseñado?

Lo primero, una gran responsabilidad, porque realmente estás en un sitio en donde se requiere un esfuerzo enorme, estar predispuesto siempre. Son vidas humanas... Sensaciones, dificultades y traumas los que estás viviendo. Pero luego te produce una enorme satisfacción, una sensación de que estás haciendo algo importante, y sobre todo con personas que tienen una necesidad grandísima de que alguien esté a su lado... Sobre todo, que la comprenda, que no le diga “Anda ya, eso es una tontería” o “Verás como esto termina” o “Tú eres capaz de superar eso”. Y no, no te está pidiendo que le digas lo que va a pasar, lo que quiere es que tú estés ahí, que tú lo apoyes, que tú lo acojas... Que sienta que tiene esa posibilidad de que alguien esté con ella. Eso es fundamental.

Además, luego tú le ofreces la posibilidad de que pueda cambiar esa realidad que vive, a través de los profesionales, los talleres, de la formación que hacemos... No abandonarlo ahí en su mundo, en su situación y en su camino, ofrecerle que vamos a mirar juntos hacia una situación nueva, estimulante, que te va a deslumbrar. Pero no porque yo te lo haga, tú tienes la posibilidad de hacerlo, junto con nuestra compañía, nuestra ayuda, nuestra experiencia.

Nosotros tenemos la virtud de, al conocer a tanta gente que se ha transformado, ha cambiado, ha mejorado, ha tenido otro sentido de la vida... Nos ha hecho que tengamos una fe tremenda en el ser humano, que tengamos fe en la gente, en la capacidad, en los potenciales. En esa fuerza interna que tenemos dentro y que solamente hay que dejarla fluir. Es algo muy grande.

El vivir esto te enseña a ser humilde en cuanto a lo que sabes, lo que tú crees, tus conocimientos... Somos grandes desconocedores, por mucho que estudiemos y por mucho que vivamos. Hay un mundo inmenso de sabiduría que no tienes.

Yo, si he aprendido algo, lo he aprendido de las personas que vienen aquí, de la riqueza que tienen. Cualquier persona, aunque se considere la más analfabeta del mundo, es la que más sabiduría tiene, porque la sabiduría no está solo en lo que yo lea, también está en el interior.

A lo mejor, personas que no saben escribir, te dan con dos frases más sabiduría que cualquier otra.

Esta semana activaron el nuevo Teléfono Contra el Suicidio, el 024, ¿Qué opinas sobre él?

El 024 es consecuencia, precisamente, de que nosotros estamos haciendo una campaña desde hace muchísimos años para que se haga. Conocemos el dramatismo que significa el suicidio y las cosas que se pueden hacer para que no ocurra.

Llevamos décadas pidiendo un plan de prevención del suicidio. Hay planes para accidentes de tráfico, planes para violencia de género, para mil cosas... Y el suicidio es la primera causa de muerte.

Y luego quedan los supervivientes, que realmente es dantesco. Sentimientos de culpa, de responsabilidad, “no estuve”, “no lo escuché, “Si hubiera hecho esto” ... Es devastador no solo para la persona que lo hace, sino para las personas que lo sufren: amigos, familiares, conocidos, compañeros.

Cuando hacemos campaña en el Día de la Prevención del Suicidio, siempre pedimos un plan de prevención del suicidio.

Esto es un parche, un pequeño paso para lo que nosotros estamos pidiendo desde hace mucho tiempo, junto con otras asociaciones como “La Barandilla”. Si se queda ahí, no estamos haciendo nada, necesitamos un plan de prevención del suicidio donde haya profesionales, donde haya medios, espacios, atención. Gente totalmente entregada a ello. Es algo inicial, algo importante porque es un primer paso, pero que no se quede ahí.

El problema no es ya que se suicida gente con 30, 40, 50 o 60 años, o enfermos mentales, sino que está en la juventud. Muchos niños y adolescentes que piensan en ello, y eso hay que trabajarlo y darle la importancia que tiene.