jueves. 28.03.2024
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Opinión

El enfoque de la épica

De qué seríamos capaces los onubenses si pusiéramos ese mismo optimismo desaforado en otros asuntos de mayor relevancia para nuestra propia felicidad y para el devenir futuro de nuestra vida.
El enfoque de la épica

En un día en el que muchos onubenses se han levantado con agujetas en el corazón tras el ingente esfuerzo de emociones vividos por La Roja (para los que vivan en Marte o alrededores 3-5 ganó la Selección Española a la de Croacia en la prórroga) quiero hacer una reflexión sobre la épica, el furor y la distribución emotiva a la que enfocamos nuestros sentimientos.

Para la mayoría es inevitable y algo que simplemente escapa a la coherencia. La selección en momentos tan intensos y con partidos que se dejan llevar por la locura con marcadores inciertos y cambios de rumbo constantes, como si Tarantino hubiera escrito el guion del partido. Esa pulsión efusiva simplemente emana y recorre las venas y arterias de aquellos que se entregan efusivamente a un partido que termina colmando sus expectativas.

Sin embargo, me pregunto de qué seríamos capaces los onubenses si pusiéramos ese mismo optimismo desaforado, aunque fuera de manera momentánea, en otros asuntos de mayor relevancia para nuestra propia felicidad y para el devenir futuro de nuestra vida. Si cada vez que se diera un paso administrativo positivo (recuerden que España no ha ganado ningún torneo, solo ha pasado a cuartos de final) para tener una mejor conexión ferroviaria con Sevilla, para poder acceder de una vez al Chare de la Costa, o para tener de una vez un hospital Materno-Infantil, tal vez algo cambiaría.

Tal vez ( y solo tal vez en este ejercicio de ciencia-ficción improvisada), si muchos de los que hacen y deshacen leyes, manejan presupuestos y encaminan la prosperidad hacia un lado u otro, vieran lo mucho que nos importa esas pequeñas victorias… o al contrario lo que nos duelen algunas derrotas en las que pasa un ejercicio presupuestario sin que encontremos solución a nuestras necesidades reales… tal vez se dieran cuenta de lo que realmente importa y los proyectos de esta provincia no se eternizaran en el tiempo como algo inabarcable, de lo que ya se ha perdido la esperanza.

Decía el poeta Ángel González que la historia es como la morcilla de pueblo: “las dos se hacen con sangre y se repiten” pero aquí, en Huelva, se repite administrativamente el mismo día todos los días desde hace décadas.

Nuestros dirigentes necesitan un cambio de enfoque de la épica, ondear menos banderas, sentirse menos orgullosos por las victorias que no cambian nuestras vidas, y emplear ese tiempo en dirimir proyectos y en sacar adelante lo que sí, de verdad importa.

Por desgracia, la épica solo se queda para momentos fulgurantes, explosiones momentáneas de júbilo que, el día a día, la realidad hostil e invariable que determina el devenir de nuestra provincia, terminan por diluir en el hastío del día a día estas pequeñas emociones y dejar a Huelva en su perenne petrificación.